Antonio José Chinchetru (ALN).- La prudencia y la desconfianza reinan entre los conductores de Uber y Cabify en Madrid. ALnavío entabló conversación con algunos en la Estación de Atocha. Pocos quisieron hablar, pero los que lo hicieron relataron agresiones y amenazas por parte de taxistas. Pocos metros más allá, huelguistas de ese sector esperaban en la zona de salida que tienen reservada. También conversaron con este diario. Uno justificó los ataques, y culpó a las víctimas por provocar. Otro, sin embargo, se mostró más prudente.
Una rápida mirada al acceso en coche a la Estación de Atocha de Madrid da una imagen de normalidad. Sin embargo, pequeños detalles delatan que no se vive una jornada cualquiera. La calma es aparente, la tensión creada por la huelga de los taxistas contra Uber y Cabify marca de forma soterrada pero muy real lo que ocurre este miércoles en ese punto de la capital de España. ALnavío estuvo en el lugar, conversando con conductores de estas dos compañías, por lo general esquivos, y también con conductores de taxi situados cerca.
Uno de los detalles que refleja la anormalidad de la situación es que los dos carriles destinados a los taxis están vacíos en todo momento. Ninguno de estos vehículos acude a dejar a un cliente. En los dos carriles restantes, los coches con licencia de Vehículos de Turismo con Conductor (VTC) dejan a los pasajeros y se marchan con inusitada celeridad. Quien conoce el lugar sabe que es habitual ver en él a profesionales que trabajan con Uber y Cabify que se quedan unos minutos conversando con otros compañeros tras terminar la carrera. Ahora no ocurre.
“No queremos provocar, no somos como ellos”
La explicación la da uno de estos profesionales a ALnavío. Acepta hablar unos pocos minutos, en el interior del coche, con el periodista. “Nos vamos rápido para no tener problemas. No queremos provocar, no somos como ellos”, dice en referencia a los taxistas. No quiere dar el nombre, pide que se le identifique tan sólo como “conductor de Uber”. Es la tónica general de quienes se deciden a hablar.
Cuenta que en esta estación ferroviaria no ha tenido problemas, pero sí en otros puntos. Dice que en varias ocasiones se le ha situado detrás un taxi con varias personas a bordo (sin estar prestando servicio) y le ha seguido un largo rato. “No me atacaron, pero yo creo que querían asustar”. Añade que a él no le ha ocurrido, pero que a compañeros suyos les han encajonado entre varios taxis para que no pudieran circular con normalidad.
Es el primer conductor que acepta hablar con ALnavío. Antes, varios intentos habían resultado infructuosos. La diferencia radica en que los primeros 20 minutos el periodista no llevaba visible un documento que le identificara como tal, aunque sí se presentaba como profesional de los medios. En el momento en que se colgó el carnet de periodista del cuello, disminuyó de forma evidente la desconfianza de los conductores. Seguían sin ser demasiado habladores, pero al menos ya no se montaban en el coche cerrando la puerta y diciendo “claro que hay problemas, pero yo no puedo contarte”.
Yoan: “Las agresiones han sido constantes, sobre todo en el aeropuerto. Me han tirado huevos, tengo unos faros de atrás rotos”
Yoan es otro conductor. Como la mayor parte de quienes terminan la carrera en Atocha, procede de Latinoamérica. Es dominicano. Cuenta a este diario que “las agresiones han sido constantes, sobre todo en el aeropuerto. Me han tirado huevos, tengo unos faros de atrás rotos. A mí no, pero a varios compañeros les han tirado ácido sobre el coche. Nos insultan, nos amenazan constantemente”.
Entra a valorar los motivos de la huelga de los taxistas: “El problema no viene por nosotros, realmente. Somos trabajadores que nos estamos buscando la vida, igual que todos. El problema para ellos es que hay un público exigente que quiere un mejor trato, y Cabify y Uber han venido a satisfacer esa necesidad. Los clientes lo han querido por el maltrato y los abusos que han tenido de los taxistas”.
“Siempre hay problemas con los taxistas”, cuenta otro conductor. “No sólo ahora con la huelga, los hay siempre”, insiste. Es otro de los que dicen no haber sufrido ataques personalmente, más allá de amenazas e insultos. Tiene claro que hay zonas que prefiere evitar si es posible. “Las agresiones al principio eran sobre todo en las terminales del aeropuerto. Ahora ya ha habido varias en la zona de Orense (una céntrica calle madrileña próxima al Paseo de La Castellana)”.
Un grupo de miembros de la Policía Nacional acepta conversar con ALnavío. Van armados. Aclaran que no se encuentran en ese lugar por la huelga, sino porque forman parte del dispositivo antiterrorista desplegado en las principales infraestructuras y puntos clave de España. Su presencia, sin embargo, sirve para evitar altercados. Los agentes cuentan que en la estación no ha habido problemas. “Pero sí ha habido agresiones en la zona de La Castellana y el aeropuerto”, dice uno. “Si buscas un reportaje que muestre más tensión, tal vez deberías ir allí”, propone otro.
A unos dos minutos andando se encuentra la estación de taxis correspondiente a la zona de llegadas de la estación. Todos los carriles están cortados por varios de estos vehículos. La mayor parte llevan sobre la luna frontal un cartel que indica “servicios mínimos”. Añade que se transportará de forma gratuita a embarazadas, personas enfermas que no puedan caminar y otras personas con problemas de movilidad. Sin embargo, tal como pudo observar ALnavío, hacerlo o no responde a la voluntad del taxista con que el potencial usuario tenga la suerte o la desgracia de hablar en primer lugar.
Uno de los profesionales trata con amabilidad a una señora con muletas. Le ayuda a subir al vehículo y después parte rumbo al destino indicado. A pocos metros de ahí, la escena es muy diferente. Una mujer de avanzada edad, con evidentes problemas para caminar, y un señor más joven que la acompaña se dirigen hacia el grupo de taxistas. Uno sale a su encuentro. Se niega a ayudarla, le dice que nadie les va a ayudar.
Poco después este periodista habla con la señora. Es ecuatoriana y está visiblemente molesta y asustada. Le han dicho que tiene que tomar un autobús. Los que se dirigen al destino que ella necesita están a unos cinco minutos caminando, muy lejos para una persona con problemas para hacerlo. “Son indolentes, el Ayuntamiento debería venir a dar un palo y poner orden”, dice con tono herido.
La versión de un taxista: “Ellos van provocando”
ALnavío había hablado minutos antes con el taxista que se había negado a atender a la señora. A pesar del episodio que ha protagonizado defiende que “nosotros llevamos gratis a las personas que no pueden caminar”. El periodista le pregunta si un compañero suyo que quisiera trabajar podría ir a esa parada a recoger clientes. “Si quiere que le rompan las lunas, puede hacerlo”, responde con modos fanfarrones. Le preguntamos si él lo haría. Duda unos segundos. “No, aquí no lo haríamos, pero se lo podrían hacer otros compañeros en la glorieta (de Carlos V, a pocos metros del lugar) o en cualquier calle”.
“Tenemos derecho a la huelga”, insiste el taxista, que no quiere identificarse. Preguntado por si sus compañeros no tienen derecho a trabajar si quieren hacerlo, responde “no hay ninguno, y si lo hay nadie le impedirá que salga y lo haga”. Se le recuerda que acaba de decir que les romperían las lunas a quienes trabajaran. Responde que “si no se atreven a trabajar por eso es que son unos cobardes, que salgan y se arriesguen. Allá ellos con lo que les pase”.
Un taxista: “Muchas veces no son los nuestros, son ellos mismos los que dañan sus coches”
Justifica los ataques sufridos por los vehículos de Uber y Cabify: “Se lo buscan ellos. Van provocando para después presentarse como víctimas. Además, muchas veces no son los nuestros, son ellos mismos los que dañan sus coches para culparnos a los taxistas”. Se refiere a la quema de nueve coches de Cabify en Sevilla en mayo del año pasado: “Les prendió fuego el dueño para cobrar el seguro y culparnos a nosotros”. Es una afirmación tajante, que no tiene en cuenta que en junio de este año un taxista fue detenido por esos hechos.
El taxista madrileño que denuncia las patrullas ‘parapoliciales’ contra los que no hacen huelga
Francisco Muñoz es uno de los taxistas españoles que están en contra de la huelga contra Uber y Cabify.
Más prudente se muestra James, otro huelguista. Insiste en que “es cierto que se han producido agresiones, y está mal. Pero incontrolados los hay en todas partes, también ocurre en manifestaciones de distinto tipo”. No niega que haya taxistas implicados, pero asegura que “como ocurre siempre, también hay violentos antisistema que no tienen nada que ver con el sector y que aprovechan las circunstancias para actuar”. Este discurso moderado no le gusta a su compañero, que se marcha visiblemente molesto.
Eso sí, antes ha querido dejar claro que si los conductores de Uber y Cabify no recogen a los clientes que les han contactado desde Atocha en los puntos habituales “es porque no quieren. Después se quejarán, pero lo hacen porque van de víctimas”.
Y, mientras todo esto ocurría, las colas en las paradas de los autobuses eran cada vez más largas. Varios metros bajo tierra, en la estación de metro, la aglomeración de pasajeros en el andén era muy superior a la habitual.