Leticia Núñez (ALN).- Dice Luis Verdesoto, catedrático de Ciencia Política en Flacso Ecuador, que la Cumbre de las Américas será “una prueba fuerte” para Martín Vizcarra tras la renuncia de Pedro Kuczynski por presuntos vínculos con el escándalo Odebrecht. Apenas quedan dos semanas para que los jefes de Estado y gobierno de América se reúnan en Lima para hablar, precisamente, sobre cómo combatir la corrupción y el analista tiene claro cuál es el mejor remedio: “La institucionalidad”.
La corrupción es una pandemia que se expande a nivel mundial. No entiende de fronteras. Lo saben bien en América Latina, donde la trama de sobornos que tejió la constructora brasileña Odebrecht ha afectado a 12 países. Según Luis Verdesoto, catedrático de Ciencia Política en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Quito (Ecuador), se trata de un problema “que está inscrito en la cultura, en las prácticas económicas, en las brechas coloniales”.
Dentro de dos semanas será el tema de debate en la Cumbre de las Américas que se celebra en Lima (Perú). Una buena oportunidad, según defiende el analista político en entrevista con el diario ALnavío, para tratar el problema de la corrupción “con delicadeza e inteligencia”. Para hablar de soluciones. Él tiene claro cuál es el mejor remedio: “La institucionalidad. La confianza social, el desarrollo democrático y el desarrollo institucional permiten bajar los índices de corrupción”.
En el plano político, Verdesoto asegura que presidir la Cumbre será “una prueba fuerte” para el nuevo presidente de Perú, Martín Vizcarra, tras la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski. A su juicio, la dimisión “afecta la imagen de Perú, pero no contagia a la cumbre”.
– ¿Qué se puede esperar de la Cumbre de las Américas tras la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski?
– La Cumbre la hace la interacción entre los asistentes, no el anfitrión. Los cambios en Perú son sintomáticos de un gran problema regional, no solamente nacional. Obviamente que la imagen de Perú está afectada. Pero no contagia a la Cumbre.
– ¿Cómo cambia esta reunión de presidentes americanos sin Kuczynski?
– El tema del encuentro es la frontalidad con la que pueda trabajar la corrupción y la capacidad regional para tratar con Estados Unidos. Además, presidir la Cumbre, hacerlo bien, es la prueba fuerte para Martín Vizcarra.
“Martín Vizcarra no arranca con toda la fortaleza necesaria ya que forma parte del grupo de PPK”
– ¿Ve a Martín Vizcarra con suficiente fortaleza para limpiar la corrupción en Perú?
– No arranca con toda la fortaleza necesaria ya que forma parte del grupo de PPK. Sin embargo, su fortaleza puede estar en la debilidad de los otros. Si hubiese habido claridad y poder en los otros actores, seguramente habrían precipitado el adelanto de elecciones. Al no haber certezas electorales, muchos hasta se convierten en demócratas consecuentes.
– Precisamente la corrupción será el tema central de la Cumbre de las Américas. ¿Es el problema que más preocupa en la región?
– Depende de qué óptica se utilice. Cuando uno revisa las estadísticas de opinión sobre los problemas de los que habla la ciudadanía en América Latina, encuentras que son los temas más básicos de desarrollo. Y es normal que así sea. Se refieren a pobreza, empleo… Son Estados con un alto déficit de desarrollo. La corrupción es un tema que oscila, sube y baja de importancia. Ahora, viendo el ambiente político de los países, la corrupción inunda el resto de los problemas. Es un tema transversal y esta situación se produce país a país.
– Desde la OEA definen la corrupción como la enfermedad bacteriológica que más ha afectado a los sistemas políticos de la región. ¿Está de acuerdo con la definición?
– Lo que está claro es que en la medida que la economía se globaliza y América Latina comparte temáticas comunes, la corrupción es una pandemia que se expande. Es muy importante la presencia de la Fiscalía brasileña, que tiene el compromiso de su gobierno de limpiar la participación de Odebrecht en América Latina y especialmente en Brasil. La corrupción es un tema que está inscrito en la cultura, en las prácticas económicas, en las brechas coloniales… Es un tema que tenemos que tratar con suma delicadeza y fundamentalmente con inteligencia.
– ¿Cómo se erradica este virus?
– La mejor forma y la más histórica es la institucionalidad. Hay una altísima correlación entre alto desarrollo institucional e índices más bajos de corrupción. Se la tiende a erradicar una vez que los ciudadanos admiten nuevas formas de cultura social y política ligadas a la confianza. Son temas que se juntan mucho en América Latina, el autoritarismo estimula la corrupción. La confianza social, el desarrollo democrático, el desarrollo institucional permiten bajar los índices de corrupción.
– Ya lo dijo el Papa Francisco, ¿qué pasa en Perú que todos los presidentes acaban presos?
– Eso te habla mucho de que en América Latina tratamos de solucionar con una falsa institucionalidad los problemas del desarrollo. En el mundo capitalista, moderno, una forma de solucionar las crisis es restar competencias a los Parlamentos y dar más competencias a los Ejecutivos. En América Latina, donde hay muchos regímenes presidencialistas, esto se tradujo en hiperpresidencialismo, que se hizo a costa de la devaluación parlamentaria. Cuando tú concentras el poder, la posibilidad de corrupción es cada vez mayor. Véase Alberto Fujimori en Perú y Rafael Correa en Ecuador. La concentración de poder y la corrupción van de la mano.
– En el caso de Ecuador, la secretaria de Transparencia del Consejo de Participación Ciudadana dijo hace unas semanas que según un primer cálculo habría unos 3.000 casos pendientes.
– Es un nivel importantísimo. Ahora toca ver cuánto ha significado la corrupción, por ejemplo, de inversión pública. El otro elemento que queda son los casos no presentados, lo que llamaríamos los otros niveles de la corrupción, las otras argollas. Todavía no aparece, pero saldrá a la luz la corrupción más pequeña, la que ocurrió a nivel local. Lo que María Arboleda señaló fueron los casos que ellos coligen a partir de la Fiscalía Anticorrupción. Queda mucho por destapar, mucho por abrir. Creo que la sociedad ecuatoriana va a tener que procesar con inteligencia todos estos casos, que si no solamente nos llevarían a una crisis profunda.
“Si algo tenemos claro los ecuatorianos es que no queremos caer en una situación de crisis permanente como el sistema político peruano”
– Y supongo que también tomar nota de lo que sucede en Perú…
– Sí, Ecuador es un país que se mira mucho en el espejo peruano. Si algo tenemos claro los ecuatorianos es que no queremos caer en la situación de crisis permanente del sistema político peruano. O logramos forjar instituciones democráticas en Ecuador para salir de esta década funesta que hemos vivido o en su defecto tendremos una permanente ilegitimidad.
– ¿Nota que los ciudadanos de Ecuador están despertando?
– Sí, la secuencia de visibilidad de la corrupción en Ecuador tiene dos momentos importantes. Uno fue al terminar el gobierno de Sixto Durán-Ballén que implicó la destitución del vicepresidente Alberto Dahik –por manejo y destino presuntamente fraudulento de fondos públicos para gastos reservados de la Vicepresidencia-. El segundo momento es el que vivimos ahora. No sólo por montos, sino que ahora la sensibilidad de la población respecto a la corrupción es terriblemente grande, lo que no significa que necesariamente se exprese en protestas. Se expresa en una profunda desafección por la política, en una depresión y alejamiento del quehacer público por parte de una ciudadanía que fue violada día a día por parte de Rafael Correa. Hay que buscar los canales para limpiar ese proceso.
– Entonces, ¿esta Cumbre de las Américas llega en un momento más que oportuno?
– Sí, casos de corrupción en América Latina hay muchos. Argentina, por ejemplo, está peleando duramente contra una forma de corrupción elefantiásica. La corrupción venezolana lo invade todo. El caso de Brasil es un caso que no encuentra solución. O la histórica corrupción en Paraguay. Entonces, sí, efectivamente, la Cumbre toca elementos centrales, genera una agenda importante. Es importante que reconozcamos los países que asistamos a la Cumbre hasta dónde la corrupción ha contaminado las mismas estructuras del Estado, que reconozcamos prácticas que deben ser eliminadas y que reconozcamos elementos compartidos para determinar qué es lo que buscamos como objetivos estratégicos de la región en un mundo globalizado.