Pedro Benítez (ALN).- En 2002 las FARC hicieron a Álvaro Uribe presidente de Colombia. 16 años después, la historia se repite con el candidato presidencial Iván Duque. La debacle económica venezolana y la deriva dictatorial de Nicolás Maduro han renovado los argumentos ante la amenaza castrochavista para la democracia latinoamericana y en particular para Colombia.
A raíz de la jornada comicial donde los electores colombianos eligieron un nuevo Congreso y dos candidatos presidenciales en las interpartidistas, la mayoría de los análisis políticos al respecto dentro y fuera de Colombia han pasado por alto el factor Venezuela. Es decir, cómo la crisis de este país ha podido influir o no en el electorado colombiano (Leer más: El fantasma de Hugo Chávez aparece en las elecciones de Colombia y México).
Pero el expresidente y líder del Centro Democrático, Álvaro Uribe Vélez y su candidato presidencial, el senador Iván Duque, sí han tenido muy presente el tema venezolano. No es para menos. La encuestadora Cifras y Concepto determinó en un estudio revelado el pasado 1 de marzo que 68% de los colombianos dice que su principal temor es que “Colombia se convierta en otra Venezuela».
De hecho no hay concentración pública que no hayan cerrado los dos con la consigna: “No seremos una segunda Venezuela” (Leer más: El candidato del uribismo pide que en Colombia no se repita la historia de Venezuela).
La candidatura de Petro y la crisis en Venezuela son los grandes aliados de Iván Duque, como hace 16 años las FARC lo fueron de Álvaro Uribe
A estas alturas la competencia política no es inocente. Los dos creen haber dado con un tema sensible para buena parte de la población colombiana, en particular aquella que tiene fuertes vínculos con el país vecino. De los seis millones de emigrantes de Colombia, tres millones vivían en Venezuela antes del inicio de la actual ola migratoria venezolana.
La crisis venezolana es tema permanente en Colombia, no sólo en los grandes medios, sino en las redes sociales, en particular en Facebook, donde los migrantes venezolanos narran sus historias personales, con las cuales es más fácil identificarse.
Puede que Uribe y Duque hayan acertado. Este pasó en muy pocas semanas de ser un político poco conocido para el gran público a ser el favorito de las encuestas y el candidato a derrotar.
En la carrera a la Casa de Nariño (sede del Poder Ejecutivo) Duque ha tenido tres grandes aliados: el arrastre popular que todavía conserva su mentor Álvaro Uribe, la dramática agudización de la crisis venezolana y el candidato de la izquierda, el exalcalde de Bogotá Gustavo Petro.
La historia de esta campaña puede terminar teniendo cierta similitud con la de 2002, cuando las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) prácticamente llevaron al poder a Uribe.
Ese año el exgobernador del departamento de Antioquia se desvinculó de su partido, el Liberal, para aspirar como independiente a la Presidencia con un discurso fuertemente crítico del proceso de paz que el presidente Andrés Pastrana Arango (actual aliado) venía intentando sacar adelante con las FARC.
Pese a todas las garantías dadas por el presidente Pastrana, que incluyeron una Zona de Distensión superior en territorio a Dinamarca, los comandantes de las FARC aprovecharon la tregua para fortalecerse militarmente, mejorar la imagen internacional, mientras que no cesaban los ataques a la fuerza pública colombiana, así como el reclutamiento de jóvenes campesinos en la zona de despeje y también los secuestros.
Esa actitud hastió a la mayoría del electorado colombiano. Ese fue el sentimiento que Uribe captó y que finalmente le permitió ganar aquellas elecciones.
Uribe no fue el primer político que viniendo de uno de los dos grandes partidos históricos se presentó como candidato presidencial disidente del statu quo. Ya en el pasado lo habían intentado Jorge Eliécer Gaitán, Belisario Betancourt y Luis Carlos Galán. Pero sí fue el primero en hacerlo exitosamente.
Durante ocho años de presidencia (Uribe fue el primer presidente colombiano reelecto desde Alfonso López Pumarejo en 1942) el gran tema fue la guerra sin cuartel contra las FARC, y uno de los tópicos recurrentes la tormentosa relación con el expresidente venezolano Hugo Chávez. Uribe se hizo el gran antichavista del continente.
Duque pasó en muy pocas semanas de ser un político poco conocido para el gran público a ser el favorito de las encuestas y el candidato a derrotar
Desde entonces la política colombiana no volvió a ser la misma. Ciertamente, tanto él como el sucesor, Juan Manuel Santos, proceden del liberalismo pero ganaron la Presidencia sin el apoyo formal de esa organización.
Con Santos, Uribe pasó a ser en la práctica el gran jefe de la oposición. Un político que polariza en Colombia, que divide entre quienes le apoyan apasionadamente y quienes le aborrecen. No parece haber puntos medios con él. Todas sus actuaciones están rodeadas por la polémica, incluso por las investigaciones judiciales contra él y los miembros de su Gobierno.
Elecciones polarizadas
La debacle económica venezolana y la deriva dictatorial de Nicolás Maduro han renovado los argumentos de Uribe ante la amenaza castrochavista para la democracia latinoamericana y en particular para Colombia.
El tema Venezuela es uno de los puntos que lo unió con el también expresidente Andrés Pastrana. El otro tema fueron los acuerdos de paz que promovió el presidente Santos con las FARC.
Pero de todos los expresidentes de la región que se han movilizado para criticar al régimen madurista y dar su respaldo a la oposición venezolana, sólo ha sido Álvaro Uribe quien lo ha usado como un tema político interno de su país.
Ha querido el destino que la agudización de la crisis venezolana, con un saldo de decenas de miles de venezolanos cruzando todos los días la frontera por Cúcuta (la principal ciudad colombiana fronteriza entre los dos países), coincida con las elecciones presidenciales de este año.
Tal como se preveía ha resultado incierta la amenaza castrochavista de las FARC. Esta organización ni quiera obtuvo un resultado respetable en el departamento del Caquetá, su tradicional bastión militar. Allí se impuso el Centro Democrático (formación de Uribe), seguido en votos por los partidos Liberal y Conservador (Leer más: Las FARC no tienen armas ni tampoco votos).
Pero ha sido Gustavo Petro el candidato perfecto para el uribismo. El candidato de la izquierda logró ubicarse de primero en las encuestas de opinión pública previas a la consulta interpartidista y una vez en ese sitial se dedicó desde su cuenta de Twitter a atacar a Iván Duque. Una manera de polarizar con el uribismo y capitalizar ese rechazo.
Germán decidió apoyar a Duque en la consulta y puso su maquinaria a su servicio para mostrarme derrotado. El tiro por la culata. Ahora busca dividir a Duque y nosotros ganamos. https://t.co/1JKXytP4Lt
— Gustavo Petro (@petrogustavo) 14 de marzo de 2018
Duque por su parte ha visto en esto una oportunidad que no ha dejado pasar, puesto que Petro es la figura ideal para personalizar los temores de parte del pueblo colombiano a que se repita en ese país una experiencia como la de Venezuela.
Hoy votamos por Colombia. Votamos para pasar las páginas de la impunidad, del derroche, de la corrupción y el clientelismo. Hemos votado para que nuestro país no sea una segunda Venezuela #DuqueEsCentroDemocrático #DuqueEsElQueEs pic.twitter.com/zwh8p0Gcus
— Iván Duque (@IvanDuque) 11 de marzo de 2018
Hay que decir que el líder de la izquierda le ha facilitado la tarea. La propuesta de convocar una Asamblea Constituyente se parece mucho a las llevadas a cabo por Hugo Chávez y Nicolás Maduro, lo que trae a la memoria su simpatía no tan lejana por el proyecto político chavista.
De modo que la candidatura de Petro y la crisis en Venezuela son los grandes aliados de Iván Duque, como hace 16 años las FARC lo fueron de Álvaro Uribe.
El resto de los dirigentes políticos colombianos involucrados en esta justa electoral, conscientes de esto, intentarán evitar que Petro sea el segundo más votado en la primera vuelta prevista para mayo y así romper la polarización derecha-izquierda que por segunda vez le dé la Presidencia de Colombia a un candidato surgido del uribismo.