Juan Carlos Zapata (ALN).- Cuba está en crisis. Entró en crisis desde que el modelo chavista colapsó la economía, y destruyó la industria petrolera en Venezuela. Cuba es corresponsable de la crisis en Venezuela, y responsable de la suya propia donde, al igual que en Venezuela, escasean la comida, la medicina, la gasolina, las divisas y no funcionan los servicios públicos. De paso, llega el coronavirus por lo cual la crisis se hace más profunda. ¿Pero qué pasó con todo el dinero que recibió de Hugo Chávez y Venezuela?
La economía en Cuba comenzó a caer en 2016. Coincide con el caso Venezuela que lleva seis años en recesión. Cuba disfrutó de ingresos, ayudas y crecimiento económico gracias a la bonanza del petróleo en Venezuela. Fidel Castro llegó a decir que Hugo Chávez fue el mejor amigo que Cuba no había tenido jamás. Y claro, ahora se sabe. Solo en el programa de médicos cubanos, Misión Barrio Adentro, el poder de La Habana recibió 120.000 millones de dólares en 16 años. Cifra oficial, revelada por Nicolás Maduro hace un año, y confirmada por Julio García, jefe de las misiones cubanas en Venezuela.
Son 120.000 millones de dólares solo por la Misión Barrio Adentro. ¿Y qué hizo Cuba con esa fantástica cifra de dinero? Porque hay mucho más. Cuba obtuvo más dinero de Venezuela por otros conceptos, otras misiones, por ventas de plantas eléctricas, por triangulación en las importaciones de alimentos, y hasta por la venta de millones de bombillos. ¿Qué hizo Cuba con todo ese dinero?, se preguntaba aquí en el diario ALNavío nuestro analista, Pedro Benítez.
Y es que el país vuelve a entrar en crisis, y que no se diga, igual que afirma Maduro en Venezuela, que es por el coronavirus y las sanciones y el bloqueo, ni porque Jair Bolsonaro y Jeanine Añez retiraron de Brasil los médicos cubanos, o porque el flujo del turismo comenzó a bajar. La verdad es que Cuba no adelantó reformas. Y el poder cubano creyó, igual que Chávez y Nicolás Maduro, que el petróleo de Venezuela sostendría el gasto por los 200 años que, decía Chávez, alcanzarían las reservas de crudo más grandes del mundo.
La situación en Cuba vuelve al análisis. Ricardo Torres, doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de La Habana e investigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana, señala en la revista Nueva Sociedad que “para el ciudadano medio, el síntoma más claro de los problemas económicos es la creciente escasez de productos de todo tipo, que incluye artículos de primera necesidad como alimentos, medicinas y combustible. Estos efectos se dejaron sentir ya desde diciembre de 2018. Las autoridades habían introducido medidas de ahorro de energía tan temprano como en el verano de 2016”.
¿Son “soldados” o “médicos” los 20.000 cubanos que están en Venezuela?
Y no hay perspectiva de que esta situación vaya a mejorar. Señala Ricardo Torres que “entre los principales socios comerciales de Cuba, solo China tiene una predicción de crecimiento positivo para 2020, y es de 1,2%. Venezuela y España (primero y cuarto socios comerciales) se encuentran entre los más afectados. En el caso de Venezuela, con el efecto añadido del colapso de los precios del petróleo”.
El autor descarta que se llegue otra vez a situaciones como aquella que se llamó el periodo especial. Pero otras fuentes señalan lo contrario. El drama es tan complejo que la periodista Yoani Sánchez relataba en un artículo este lunes que un vecino suyo casi sufre un infarto porque había perdido la tarjeta de racionamiento. Por lo demás, la población sale cada día tras la búsqueda de alimentos -lo que se encuentre- desafiando la cuarentena y el riesgo de contraer el coronavirus.
Torres admite que “el escenario es muy complejo, aunque es improbable un retorno al tristemente célebre Periodo Especial de principios de los años 90. El tejido productivo es más diversificado, la economía está más integrada al resto del mundo y los hogares no son tan dependientes del Estado para la satisfacción de sus necesidades vitales. De hecho, una parte muy significativa de sus ingresos provienen de remesas, visitantes extranjeros o negocios internacionales. La isla es más resiliente, pero sus habitantes son menos tolerantes a estrecheces materiales”.
El problema es que las remesas también se van a contraer, según cálculos del Banco Mundial. La recesión mundial destruirá empleos e ingresos en las economías más desarrollas y ello hará que disminuya el volumen de las remesas. Torres aporta otro dato: “The Havana Consulting Group calcula caídas de entre 20-30% en los flujos. Los canales informales están, de momento, cancelados”.
Señala Torres que “el impacto llega por múltiples canales. La contracción económica en los principales centros económicos tira hacia abajo la demanda externa. Un aspecto singular de la estructura económica cubana es que más de las dos terceras partes de las exportaciones se vinculan directamente a la salud y las personas (servicios médicos, medicamentos, turismo). Las ventas de níquel pueden verse gravemente afectadas a partir del hundimiento de las inversiones y la construcción. El metal y el azúcar ya venían sufriendo bajas cotizaciones, que pueden deprimirse aún más. A primera vista, el abaratamiento del petróleo luce como una buena noticia para un importador neto como Cuba, pero un análisis más atento relativiza esa apreciación. Varios de sus socios más cercanos, como Venezuela, Angola, Argelia, Qatar o Rusia, se verán severamente afectados, lo que puede rebotar en contra del comercio y el crédito”.
Y apunta que “en este escenario, los medicamentos tendrían una mejor perspectiva. La gran incógnita son los servicios médicos, ya que no están claras las condiciones para que Cuba logre «monetizar» esta emergencia sanitaria”.
Apunta una gran verdad, y ello nos lleva al principio. Que “el modelo de venta de servicios de salud basado en el envío de profesionales despegó a partir de 2005 en el mercado venezolano. Desde sus inicios, se ha basado en acuerdos intergubernamentales, en muchos casos favorecidos por la sintonía política entre los gobiernos”.
El caso Venezuela, como dice Torres, marcó la diferencia. El balance que hizo el año pasado Julio García, fue el siguiente:
Que 225.000 cubanos han actuado en las misiones en Venezuela.
Esto en 18 años.
Que la Misión Barrio Adentro ha requerido de 145.000 médicos.
En 16 años.
Que todavía en 2019 había en Venezuela 20.000 médicos.
Eso puede explicar los 120.000 millones de dólares que pagó Venezuela. Lo que no explica es que Cuba no los haya aprovechado para mejorar las condiciones de vida de la población, la infraestructura, y la diversificación de la economía. Porque la mayor parte de los pagos se los queda el Estado.
Dice Torres: “El punto más álgido es la forma de pago a los profesionales. Las retenciones más comunes suponen que más de la mitad del pago total es transferido al Estado cubano. Un análisis del asunto requiere un abordaje integral de las condiciones de prestación del servicio, y el hecho de que la financiación de los estudios superiores corre a cargo del presupuesto central, es decir, los paga toda la sociedad”.
Otra forma de decirlo es que el médico queda endeudado con el Estado cubano. ¿Cuál es la diferencia con los países en que se cobra la matrícula universitaria? ¿No se ufana Cuba de la gratuidad de la educación?
El cuadro se agrava si se piensa en el turismo. Señala Torres que “el turismo es una actividad fundamental para la isla. Y lo es también para muchos hogares y pequeños negocios. La prolongación del cierre de fronteras es una gran amenaza, como lo pueden ser cambios permanentes en los hábitos de viaje. Cada mes de cierre representa una pérdida de unos 140 millones de dólares. Hasta febrero, ya el arribo de visitantes mostraba una clara tendencia a la baja”.