Juan Carlos Zapata ALN).- Alberto Fernández envía mensajes en tres direcciones. Quiere apostar con México por un nuevo eje de poder en América Latina pero esto no significa que la ideología prime sobre la economía. El presidente electo de Argentina juega al pragmatismo pues sabe el problema que tiene encima. El problema de la deuda. Por ello Argentina requiere inversiones. Requiere producir. Requiere exportar. Requiere ingresos. Alberto Fernández se reúne con Andrés Manuel López Obrador y también lo hace con Carlos Slim. Y le dice al FMI y a los acreedores. Yo voy a resolver el problema de la deuda. El mensaje no tiene desperdicio.
La línea está escrita entre Alberto Fernández y Andrés Manuel López Obrador. El presidente electo de Argentina dijo en declaraciones al C5N de Buenos Aires al término del encuentro con el mandatario de México que ambos coinciden en su mirada hacia América Latina. Sobre lo que le pasa a la América Latina y sobre lo que hay que hacer. Este es el primer viaje de Alberto Fernández al exterior. Y los expertos ya especulan sobre el nuevo eje geopolítico que saldrá de esta relación. Para Alberto Fernández, es muy importante que México haya comenzado a mirar hacia la región. Porque México es un actor muy importante que “antes no miraba hacia América Latina”. Dijo que es clave “saber que uno puede contar con alguien como López Obrador para que América Latina se ordene y pueda unificarse”.
La reunión de Fernández y López Obrador se extendió por casi cuatro horas. “Hablamos de todo”, dijo Fernández. De Argentina, México y América Latina. De “qué cosas podemos hacer juntos”. Es posible conjeturar los temas abordados:
La relación comercial entre México y Argentina.
El caso Venezuela.
La crisis de deuda que hereda Fernández en Argentina.
El FMI.
Donald Trump y su posición hacia México, Argentina y Venezuela.
Las crisis en Chile y Ecuador.
La crisis en Bolivia.
El caso Brasil, donde gobierna Jair Bolsonaro que ya declaró su contrariedad por el triunfo del peronista.
La situación económica de Brasil.
Son muchas materias. ¿Cómo tejerlas? ¿Cómo abordarlas? ¿Cómo seguir un plan si no común al menos coincidente? Aquí se pensaría que Alberto Fernández se acerca a López Obrador sólo por afinidad ideológica. Pero en México, el argentino también se llena de pragmatismo y se reúne con Carlos Slim y lo más granado del empresariado. Slim es un viejo conocido de Fernández. Desde que el magnate arribó a la Argentina en 2003, en el mandato de Néstor Kirchner, y Fernández era el jefe del Gabinete. Slim siguió invirtiendo -hasta los tiempos de Macri- y sus negocios se extienden desde telefonía, telecomunicaciones, medios y petróleo. ¿Cuál fue el espíritu del encuentro? Fernández valoró a Slim. Señaló que Carlos Slim ha sido un “jugador real”, porque ha invertido, y ha aumentado la competencia. Este juicio ya expresa mucho de lo que Fernández piensa del rol del empresario, y del nivel del magnate mexicano. Alberto Fernández necesita enviar señales de confianza al universo de inversionistas porque la urgencia económica no puede esperar. Dijo Fernández que:
Slim planteó la vocación de seguir invirtiendo en Argentina.
Para mejorar el servicio. Ampliar el servicio.
Y en este terreno, telecomunicaciones, telefonía, imágenes, “todo lo que sea apertura es bueno”.
Reveló que Slim quiere invertir en otras áreas.
Que tiene mucha información sobre Argentina.
“Después de ver a Slim, Fernández tenía agendada una cena con los diez empresarios más poderosos de México que tienen o buscan hacer inversiones en la Argentina. Ellos son: José Antonio Fernández Carbajal, dueño de FEMSA; Germán Larrea Mota Velasco de Grupo México; Alberto Baillères González de Grupo Bal; Armando Garza Sada de Alfa; Carlos y Patrick Slim Domit, Empresas de América Móvil y Grupo Carso; Daniel Servitje del Grupo Bimbo; Ricardo Salinas Pliego de TV Azteca; y Rogelio Zambrano Lozano de Cemex.”
Clarín
Fernández le está diciendo al mundo que si Slim lo va a hacer, otros también lo pueden hacer. Fernández le está diciendo al empresariado que jugará del lado de la apertura y la estabilidad. Esa fue su promesa también para los empresarios españoles cuando visitó Madrid en calidad de candidato. Ahora, presidente electo, la palabra tiene más peso.
Alberto Fernández quiere generar confianza. Y quiere corresponder al primer buen síntoma detectado desde que ganó las elecciones. Que en lugar de rechazo ha encontrado apertura en el mundo. “Que el mundo se abre y comprende la situación”, que Mauricio Macri le deja una economía desastrosa. La excepción en este escenario ha sido Jair Bolsonaro. Pero Fernández se ha tomado con calma los ataques del presidente de Brasil. Y de allí también la apuesta regional por México. Además, Bolsonaro tampoco tiene mucho margen de acción. La economía de Brasil apenas crece y necesita el Mercosur y a Argentina, uno de sus socios históricos.
Alberto Fernández está obligado a enviar estas señales de apertura y de pragmatismo porque el cuadro no es nada fácil. Él mismo lo dibujó en la entrevista de este lunes. Dijo que:
Hereda un país desastroso.
El banco central está sin reservas.
Un país con restricciones para la compra de divisas.
Que Macri se endeudó y esa deuda sirvió de poco.
Una deuda absurda, mucho dinero para ser pagado en poco tiempo.
Una deuda que es el resultado de la inoperancia de tomar deuda a corto plazo.
Y el cuadro es una crisis de deuda.
Una crisis de deuda que nadie imaginaba hace cuatro y hace dos años.
La deuda se fugó.
Ahora, Alberto Fernández apunta que quiere resolver el problema. Que quiere pagar las obligaciones. Y esto es lo importante. No se está cerrando. No está negando la realidad. Está asumiendo el compromiso. Y en tal sentido, señala que también recibe que los actores entienden “que hay que ayudar a Argentina a salir de este trance”, porque Argentina quiere “cumplir con sus obligaciones”, aunque aclara que no hay más espacio para el ajuste, ni para que los más pobres sigan pagando el ajuste. Eso sí, aclara que el país “necesita tiempo para recuperarse” y “encender nuevamente la economía. Necesitamos tiempo para ponernos de pie”.
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De lo que dice se deduce que Fernández va por una renegociación con el FMI y con los demás acreedores. Una renegociación al estilo de lo planteado para el caso Venezuela si hay cambio de régimen. Que no hay manera de pagar y que los nuevos recursos son para inyectárselos a la economía. “El problema es resolver el problema”, dijo Fernández. Y esto implica mover la economía.
Crecer.
Producir.
Y exportar.
Exportar para que entren los dólares.
La Argentina no conoce otra forma de que entren dólares.
Sólo exportando.
Dijo Fernández: Yo estoy dispuesto a resolver este problema. Sin que esto signifique más daño para la gente.