Nelson Rivera (ALN).- Un factor fundamental del nuevo boom de la investigación espacial es la creciente participación del sector privado. El robot Insight fue impulsado por uno de los cohetes Atlas, creado por Lockheed Martin y Boeing en 2002. A ello hay que sumar el factor Elon Musk, que ha anunciado su empeño de construir una nave capaz de llevar humanos a Marte en 2024. Después que fue capaz de lanzar el SpaceX, que puso en órbita una carga de 64 toneladas, son cada vez más los que confían en que el empresario logrará su cometido.
Cada 780 días se produce lo que los científicos llaman una ventana de lanzamiento: ocurre cuando Marte y la Tierra se encuentran en el mismo punto de sus respectivas órbitas con respecto al Sol. La menor distancia entre ambos planetas permite disminuir la duración y la energía que exige el viaje de aproximadamente 220 millones de kilómetros.
El pasado 5 de mayo se produjo esta ventana de lanzamiento, y ello fue aprovechado para lanzar la Misión Insight, desde la Base de la Fuerza Aérea Vanderberg, ubicada en Santa Bárbara, California. Después de casi siete meses de viaje, el próximo 26 de noviembre, Insight, robot de casi 700 kilos, se posará en la superficie de Marte, en concreto en una zona bautizada con el nombre de Elysium Planitia, en la región ecuatorial del planeta, que los científicos han estimado como el lugar más adecuado para los propósitos de la Misión.
Después de casi siete meses de viaje, el próximo 26 de noviembre, Insight, robot de casi 700 kilos, se posará en la superficie de Marte, en una zona bautizada como Elysium Planitia
La exploración que realizará el robot Insight -cuyo nombre es el acrónimo en inglés de Exploración Interior con Investigaciones Sísmicas– no se limitará a la corteza. Indagará en el manto y en el núcleo. Los científicos hablan de estudiar las ‘constantes vitales’ como, por ejemplo, la temperatura interior y el comportamiento de los vientos. Hay especial interés en los martemotos, equivalentes a nuestros terremotos. Lo previsto es que Insight, dotado de inteligencia geofísica y de instrumentos para tales fines, investigue por dos años, hasta noviembre de 2020.
Una vieja obsesión
La obsesión por alcanzar Marte tiene más de seis décadas. En 1954, cuatro años antes de la fundación de la NASA -Administración de la Aeronáutica y del Espacio– por parte del presidente Dwight Eisenhower, que la firmó en julio de 1958, ya había estrategas militares y científicos considerando las dificultades y beneficios de alcanzar la Luna y también Marte.
Los primeros envíos de sondas de la Unión Soviética y Estados Unidos resultaron fallidos, pero aleccionadores. En 1965, la norteamericana Mariner 4 logró enviar fotografías de la superficie marciana. En 1969, tres naves, dos soviéticas y una norteamericana, documentaron unas enormes tormentas de polvo. En diciembre de 1971, la soviética Mars 3 logró posarse en la superficie de Marte, pero 20 segundos después la transmisión se interrumpió para siempre.
La llegada del hombre a la Luna en julio de 1969 colocó a Marte en un segundo plano. Pero el envío de naves no ha cesado en los últimos tiempos. Misiones como Mars 6 (1974), Beagle 2 (2003) y ExoMars (2016) no lograron cumplir sus objetivos. Otras como Viking (1976) y Phoenix (2008) finalizaron sus tareas con éxito. Ahora mismo, mientras Insight va rumbo a Marte, Opportunity (2004), por ejemplo, sigue recogiendo información y enviando reportes a la comunidad científica. A todo lo anterior habría que agregar la comunidad de satélites que orbitan a Marte, que a diario aportan datos.
La causa de que Marte se haya convertido en una obsesión está alojada en esta pregunta: ¿Por qué un planeta que se formó al mismo tiempo que la Tierra y con los mismos elementos es tan diferente al nuestro? En Marte los cambios atmosféricos no los determina el clima, sino el polvo. Su atmósfera, mucho más delgada que la terrestre, está compuesta en 99% de CO2. La temperatura media es de -55 grados centígrados y no llueve. Profundizar en el conocimiento de Marte debería arrojar nuevos conocimientos sobre el origen de nuestro planeta.
La carrera que viene
La próxima ventana de lanzamiento será en julio de 2020. Desde ya está prevista la partida de tres naves: una norteamericana, una europea y una china. Esta última se propone buscar agua y realizar pruebas para producir oxígeno. La NASA intenta contestar preguntas relativas a la habitabilidad de Marte. Mientras, científicos de todo el planeta trabajan en la creación de instrumentos cada vez más sofisticados, livianos y precisos.
De aquí a 2024, cuando posiblemente veremos despegar un cohete con hombres y mujeres rumbo a Marte, es probable que unos 100.000 millones de dólares se pongan en movimiento
Un factor fundamental del nuevo boom de la investigación espacial es la creciente participación del sector privado. El robot Insight fue impulsado por uno de los cohetes Atlas, creado por Lockheed Martin y Boeing en 2002. A ello hay que sumar el factor Elon Musk, que ha anunciado su empeño de construir una nave capaz de llevar humanos a Marte en 2024. Después que fue capaz de lanzar el SpaceX, que puso en órbita una carga de 64 toneladas, son cada vez más los que confían en que el empresario logrará su cometido (Ver más: El cohete de Elon Musk dispara la carrera por el control del espacio).
El universo de negocios que la carrera espacial ofrece tiene dimensiones hasta ahora desconocidas. El diseño y la construcción de cohetes, satélites y rovers (robots con capacidad de desplazarse sobre la superficie de la Luna o de Marte); la creación y fabricación de instrumentos científicos para uso fuera de la Tierra; la producción de mobiliario, ropa, zapatos e instrumentos para un viaje que tendría una duración no menor a seis meses, en un habitáculo espacial de apenas unos pocos metros, ocupan las mentes de centenares de científicos del mundo. Ya hay centros donde se forman y entrenan astronautas que puedan mantenerse por largos períodos de tiempo en el espacio.
En todo este inmenso empeño, las corrientes e intereses son diversos: van de lo geoestratégico a lo científico, de la innovación a lo empresarial, de las exploraciones tecnológicas a las preguntas sobre si es posible para el ser humano vivir en un lugar distinto a la Tierra. Y en este vasto conjunto de preguntas y respuestas, de aquí a 2024, que es cuando posiblemente veremos despegar un cohete con hombres y mujeres rumbo a Marte, es probable que unos 100.000 millones de dólares se pongan en movimiento.