Elizabeth Fuentes (ALN).- Con dos estrellas Michelin, un documental, un libro con su historia y recetas, y condecorada como Gloria Nacional en su país de origen, la chef María Marte ha decidido recorrer España antes de regresar a República Dominicana para enseñar a jóvenes sin recursos todo lo necesario para cocinar profesionalmente porque sueña que su país sea un destino gourmet.
La chef María Marte (¿puede haber un nombre mejor para una protagonista de novela?) pronuncia las Z bien marcadas como cualquier española, pero la letra R insiste en sonar tan dominicana como una bachata, mezcla de acentos que desnuda su historia triunfal y que narra con una sonrisa de par en par porque “los dominicanos hacemos todo con alegría”, como dice a cámara en Más allá de las olas, el documental del cineasta Leandro Ventura que se estrenó en Madrid el año pasado, dirigido a mostrar la historia de algunos paisanos suyos que habían logrado conquistar España, como la cantante Ángela Carrasco.
Con su nombre bordado a cada lado del cuello del traje de chef, María Marte -con dos estrellas Michelin, valga repetirlo- es una celebridad tranquila que anhela regresar a su país de incógnito, comprarse una casa grande en Jarabacoa, el pueblito donde nació, y visitar en paz a su familia y amigos de toda la vida.
Todo esto sin el alboroto que significa ser una ‘Gloria Nacional’, otro de los reconocimientos que ha recibido en la República Dominicana, porque era allá donde se despertaba con el olor a orégano que invadía el patio de su casa, uno de sus ingredientes indispensables, como narra en el libro que cuenta su historia Soñar, Luchar y Cocinar: “De pequeña, cuando salía de la cama, estiraba el brazo y tenía el árbol de orégano en mi mano”.
“Nunca me cansé, nunca me rendí. Siempre intenté tirar para adelante”
“Ella trabajaba mucho”, narró su hermana para un programa especial que le hizo la televisión dominicana cuando el restaurante Club Allard ganó la segunda estrella Michelin con María a la cabeza de los fogones. “De pequeñas nosotras trabajábamos en una factoría limpiando café y ella se escondía debajo de la mesa para que no la vieran porque aún estaba muy chiquita para trabajar”.
Y si bien hasta su hija la califica hoy como la Cenicienta de la cocina y la mayoría simplifica su historia señalando que pasó de fregar pisos a ser chef con dos estrellas Michelin, lo de María Marte con la cocina fue una pasión temprana: “Yo recuerdo que de 7 años ponía los fogones a tres piedras e intentaba que fuera de verdad de fuego… siempre quise ser cocinera”.
Y asegura que su restaurante favorito sigue siendo el de su papá, El Rincón Montañés, “donde aprendí a cocinar”, mientras la mamá se dedicaba a hacer postres tradicionales para contribuir con la escuálida economía familiar. Esta situación le impidió salir del pueblo a estudiar sicología en la universidad, aunque luego descubrió que “para ser cocinera hay que ser sicólogo primero… Lo mío no ha sido suerte sino un conjunto de pasión, esfuerzo y dedicación por lo que he querido hacer y sobre todo mucho, mucho trabajo. Hoy en día me va genial y me seguirá yendo mejor”, aseguraba en aquella entrevista porque sabía que todo dependía de ella.
Muchas Marías por venir
La historia oficial, digna de un buen guión, narra que se embarazó a los 16 años y que a los 24 emigró a España detrás de su pareja y su hijo, dejando en Jarabacoa a otros dos hijos gemelos. Que trabajó como manicurista y limpió salones de belleza hasta que en un día inolvidable de 2003 entró a la cocina del Club Allard a limpiar el piso y fregar los platos.
“Desde que llegué a ese sitio y vi que era una cocina me dije: estoy en una cocina aunque no sea cocinando”. Trabajaba desde la madrugada hasta la noche y solicitó varias veces que la pasaran a la cocina. “Aprendo rápido”, fue su argumento. Hasta que finalmente le dieron la oportunidad de estar en la cocina, “pero no puedes dejar de fregar”, así que en la mañana se ponía el delantal de cocinera y en la noche el de limpieza. “Nunca me cansé, nunca me rendí. Siempre intenté tirar para adelante”.
María se hizo un tatuaje del postre La Flor de Hibiscus, su primer plato exitoso
Luego la dejaron sólo para cocinar, más tarde la nombraron Jefe de Cocina y finalmente, cuando se retiró Diego Guerrero como chef, le dieron la batuta. Y allí llegaría la segunda estrella Michelin al Club Allard.
Para que la novela fuese completa, el final feliz no fue una tercera estrella sino una noticia bomba firmada por el propio restaurante: “La chef dominicana María Marte ha decidido cambiar las cocinas del Club Allard por un proyecto impulsado por este restaurante para formar como cocineras a jóvenes mujeres sin recursos de su país, República Dominicana. Marte no se desvincula del Club Allard, ya que el importe del premio Innovación Eckart 2017 que ella y la directora del restaurante, Luisa Orlando, recibieron el pasado septiembre, se dedicará al apoyo a la Escuela Serranía de Jarabacoa”.
Ya había confesado a la prensa dominicana que la gran desventaja de estar en Madrid era la soledad y que echaba de menos su pequeña casa de infancia, las amistades, la sazón local. Y que uno de sus anhelos era “que la gente viniera a República Dominicana no sólo por la música y el ron sino porque se come bueno”. Con un tatuaje de su postre Flor de Hibiscus en el cuerpo -su primer plato exitoso en el Club Allard-, María Marte ahora se ha dedicado a recorrer los mejores restaurantes y zonas culinarias de España antes de regresar a su país para regalar a jóvenes de escasos recursos la oportunidad que ella nunca tuvo: ser chef sin necesidad de fregar pisos primero.