Daniel Gómez (ALN).- La renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte plantea a México dos grandes retos. El primero: convencer al Ejecutivo de Donald Trump de las bondades del acuerdo. Y el segundo: finiquitarlo antes de las elecciones presidenciales de México en julio de 2018. Ninguno será tarea fácil. Como se preveía, Estados Unidos no dará su brazo a torcer, y no ha tardado en hacerlo público.
Estados Unidos va a por todas en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y eso no es buena noticia para México. Este miércoles comenzó la primera ronda de reuniones en Washington y el mensaje que dejó la administración de Donald Trump fue contundente: “No será un mero ajuste”, aseguró el representante comercial de la Casa Blanca, Robert Lighthizer.
Para el catedrático Gerardo Herrera, del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana (UI) de México, estas “agresivas” declaraciones evidencian lo que quiere el Gobierno de Estados Unidos: “Trump ha tenido muchas derrotas, por lo cual podría buscar una victoria política más que un buen trato económico. Esto significaría una renegociación muy difícil, tanto para México como para Canadá”, dijo en declaraciones a la agencia EFE.
Gerardo Herrera: «No se podía pensar que negociar con Trump sería fácil»
Que se embarren las negociaciones va en contra de las pretensiones del Ejecutivo de Enrique Peña Nieto. El secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, representante del equipo negociador de México, manifestó su deseo de renovar el acuerdo lo antes posible. Para el Gobierno es prioritario finiquitarlo antes de que termine el año y así lograr que el TLCAN no sea un tema de debate en las elecciones presidenciales de julio de 2018. “Ya sabemos cómo es eso, cuando se politizan las cosas, no es el mejor ingrediente”, resaltó.
Sobre la mesa, los puntos más problemáticos de la negociación girarán en torno a los sectores industrial y automotriz. “Es donde podría haber una primera colisión”, señala Herrera. Pese a las desavenencias, el académico ve posible llegar a un acuerdo, aunque alerta: “Será difícil, incluso accidentado. Ellos empezaron con balas con siete meses en la presidencia. No se podía pensar que negociar con Trump sería fácil”.
Los agricultores de México, divididos con el TLCAN
Herrera y otros expertos consideran que el sector agrícola de México podría ser el más castigado tras el nuevo acuerdo comercial. Como argumento, citan el caso del aguacate. El producto es uno de los alimentos estrella en Estados Unidos. Desde que arrancó el acuerdo de libre comercio en 1993, las exportaciones no han parado de crecer. Según datos de la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de México (Apeam), hace 20 años se vendían unas 1.000 toneladas a EEUU. Hoy son alrededor de 800.000 toneladas.
La propia Apeam, en una entrevista con la agencia EFE, asegura que el libre comercio del aguacate impulsa el desarrollo en estados como Michoacán. Allí este producto genera 70.000 empleos fijos y unos 300.000 temporales. Sin embargo, no todos los productores agrícolas ven tan positivo el acuerdo de libre comercio. Así lo dejaron saber este miércoles en una manifestación celebrada en Ciudad de México.
Muchos de los protestantes, asegura EFE, portaron carteles en los que se leía: “México, mejor sin TLC” y “El TLC te lesiona”. Jesús Caña, del Frente Democrático Campesino de Chihuahua, dijo que solo estaría de acuerdo con un tratado comercial entre México y Estados Unidos si fuera muy específico y de un producto concreto, “pero no en general, donde nosotros llevamos las de perder como sector”. El agricultor, que trabaja el frijol, consideró que el TLCAN les deja en desventaja respecto a EEUU ya que allí “los cultivos y la siembra están subsidiados”, lo que favorece que estas semillas entren a México con “precios muy baratos”.
Otro relato sacado de la manifestación es el de Eliseo Alonso Astudillo, dirigente de la Central de Organizaciones Campesinas y Populares en el estado de Guerrero: “El panorama que pintaron es que el campo se iba a desarrollar, que iba a haber más empleos y, por el contrario, vemos más carestía, niveles más bajos de bienestar, pérdida de empleos”.
Campaña del Gobierno mexicano a favor del libre comercio
A pesar de estas versiones, contrarias al discurso oficialista, el Gobierno de México ha ido resaltando las bondades -sobre todo este último mes- del TLCAN con el fin de convencer a los mexicanos, y también a los estadounidenses. Algunos de los datos difundidos son:
– El 22,1% del Producto Interior Bruto (PIB) de México se utiliza en importaciones de Estados Unidos. Por el contrario, el país vecino destina un 1,6% de su PIB a comprar productos mexicanos.
– La compra de productos estadounidense por parte de México ha crecido un 455% desde que arrancó el TLCAN. En 2016, las exportaciones alcanzaron los 196.000 millones de euros (231.000 millones de dólares).
– México vendió a Estados Unidos productos por 250.138 millones de euros (294.200 millones dólares) en 2016. Además, en estas dos décadas que lleva en marcha la alianza, el flujo comercial se ha incrementado un 637%.
– El comercio agroalimentario con Estados Unidos se ha quintuplicado hasta llegar a los 39.076 millones de euros (45.959 millones de dólares), alcanzando un superávit en la balanza estadounidense de 5.858 millones de euros (6.890 millones de dólares).
Pese a ello, la administración de Donald Trump está convencida de que el acuerdo les perjudica. “Estados Unidos ha certificado que al menos 700.000 estadounidenses han perdido su empleo por el cambio de flujos que se encuentran en el TLCAN”, dijo el secretario Lighthizer en declaraciones recogidas por Forbes México.
En la Casa Blanca, preocupa sobre todo el déficit comercial con México. Este se acentúa en el sector automotriz, en el que el desequilibrio reportado por EEUU supera los 60.000 millones de euros (aproximadamente 70.000 millones de dólares). Con el fin de paliar la brecha, proponen limitar el comercio de México con Asia, así como establecer medidas de control a su industria.
Por su parte, Canadá afronta el acuerdo desde una postura más relajada. Más de un 60% de su economía depende del intercambio comercial con Estados Unidos. Pero esto no es un problema. El país presume de un tejido empresarial productivo y diversificado, por lo que un endurecimiento del TLCAN no generaría graves perjuicios a sus finanzas estatales. Aun así, tal como expresó la canciller, Chrystia Freeland, Canadá quiere aprovechar la cita para lograr un mejor acuerdo y que beneficie a todas las partes.
Freeland es la persona en la que el secretario de economía de México, Ildefonso Guajardo, puede encontrar un aliado para que el TLCAN no se torne en contra. Y es que como expresó Guajardo en Washington: “Para que un acuerdo sea exitoso debe funcionar para todas las partes por igual, de lo contrario no es un acuerdo. México está comprometido a generar acuerdo de ganar-ganar-ganar para los tres países”.
El domingo termina la primera ronda de negociones. Ese día se conocerán los avances de las reuniones, y se darán los detalles para la próxima sesión, que se celebrará en México.