Rafael Alba (ALN).- El programa La Hora Musa, apuesta estrella de La 2 para la noche de los martes, fue presentado en verano, un mes antes de la llegada de Rosa María Mateo. La cadena colabora en el proyecto con la productora privada Crazy4Fun, impulsada por el exportero del Barça Víctor Valdés y el manager de Miguel Poveda.
Todos contentos. O casi. Porque existen críticos y discrepantes hasta en las mejores familias. Pero… ¡Que no decaiga la fiesta! El pasado martes 2 de octubre, la música en directo regresaba con todos los honores al prime time de la televisión pública española. En La 2, por supuesto, que tampoco conviene pasarse de frenada. Y lo hacía de la mano de La Hora Musa, un programa de aire juvenil y moderno, presentado por la muy pizpireta Maika Makovski, cantautora procedente del territorio indie, de influencias anglosajonizantes y perfecto inglés, bien acompañada por Víctor Clares, un reportero dicharachero que también funciona bien ante las cámaras, provisto de una buena base de conocimientos musicales, de apariencia ligeramente wikipédica, y un buen par de patillas. Fue un exitazo. Sin paliativos. Aunque haría falta conocer los datos de audiencia antes de continuar con los castillos de fuegos artificiales. Pero, ¿a quién le importa eso, cuando de lo que hablamos es de presunta Cultura, así con C mayúscula? Para completar el panorama favorable, las temidas redes sociales estallaron en un orgasmo prolongado y gozoso para mayor satisfacción de los melómanos adictos al pop. Hasta los críticos sesudos, incluidos los a veces temibles escritores de las publicaciones de Prisa, como Fernando Navarro, especialista de El País, levantaron el pulgar hacia arriba, en unos textos, y unos comentarios, en los que quedaba claro que los protagonistas de tan sonado regreso habían empezado su periplo con buen pie.
El pasado martes 2 de octubre, la música en directo regresó con todos los honores al prime time de la televisión pública española. Y lo hizo de la mano de La Hora Musa
Y, con algunos matices a considerar que trataremos luego, lo cierto es que la cosa no pintó mal del todo. O hasta pintó bien. Recapitulemos. En la parte positiva tuvimos unas bandas que sonaron estupendamente en directo, unas imágenes que estuvieron a la altura esperada y una realización más que pertinente, según la opinión de los que saben de estas cosas. Además, desde el punto de vista de los televidentes menos especializados como yo mismo, es cierto que los Frand Ferdinand cumplieron de maravilla con el papel de invitados estelares, como el grupo internacional de campanillas que son, que el profe Santiago Auserón funcionó bien en el papel de sabio anciano de la tribu, aunque su entrevista resultara algo subida de tonos pasteles y demasiado obsequiosa con el protagonista para el gusto de algunos. Y ya sabemos que no es fácil que Mala Rodríguez –una de las raperas favoritas del expresidente de EEUU Barack Obama- defraude cuando actúa en directo. Por el contrario, la artista jerezana pertenece a esa raza de purasangres, que ya no abunda tanto, que dominan el arte de actuar en directo.
Quizá sobró, o quizá no, el reportaje sobre las portadas de los discos históricos. Aportó poco. Por lo menos, a los aficionados veteranos. Más allá de permitirnos constatar que el desparpajo de Clares quizá ganaría puntos con un guion un poco más sustancioso y elaborado. Eso sí, en las oficinas de promoción turística de la capital de Reino Unido deben haber quedado más que satisfechos con la promoción gratuita que les ha proporcionado la tele española. Pero la pieza quedó bonita. Por mucho que los agoreros esos que miran con lupa las cuentas de gastos de un ente público que consumirá este año 1.000 millones de euros de todos los españoles -cifra prevista en los Presupuestos Generales del Estado, según El Economista-, no acaben de entender que haga falta desplazar un equipo y un reportero a Londres para enseñar por enésima vez el paso de cebra en el que se fotografiaron The Beatles para la portada de Abbey Road o la central eléctrica desactivada que apareció en la cubierta de Animals de Pink Floyd. Hasta hay quien dice que puestos a explotar los lugares comunes de la historia del pop, a lo mejor hubiera sido más interesante y, sobre todo, barato, darse una vuelta por Madrid y repetir, también por enésima vez, la historia del Pentagrama, la Movida y La chica de ayer de Antonio Vega, por ejemplo.
Horarios de madrugada
Las quejas de los aguafiestas no tendrían mayor importancia, probablemente, de no haber llegado en un momento delicado porque los trabajadores del ente público parecen haber roto su idilio temporal con el nuevo equipo directivo encabezado por la administradora única Rosa María Mateo. Por lo visto, los sindicatos del Comité Intercentros del ente, no están demasiado impresionados por los nuevos aires de transparencia y neutralidad que, según algunas versiones, habrían llegado a los informativos de la casa. Ni tampoco suscriben las acusaciones llegadas desde el otro bando, que hablan de purgas estalinistas y otras zarandajas similares. Los perseverantes sindicalistas están en lo suyo, preocupados por el nuevo convenio, los puestos de trabajo, las contrataciones extraordinarias, los colaboradores externos y este tipo de fruslerías sin importancia. Y, al parecer, su idilio con Mateo se ha roto menos de dos meses después de que empezaran a soplar esos aires de cambio y renovación que se anunciaron con bombos y platillos tras la salida forzada del antiguo responsable de la casa José Antonio Sánchez. Un hombre que tampoco fue muy popular entre los trabajadores del ente público.
Los sindicalistas, al parecer, han roto su idilio con Rosa María Mateo menos de dos meses después de que empezaran a soplar esos aires de cambio y renovación que se anunciaron
Quizá por eso, con respecto al maravilloso evento que glosamos hoy, desde las aguerridas bases se recuerda, por ejemplo, que la música en directo siempre ha estado presente en La 2. Lo único que pasaba es que, por obra y gracia de los encargados de confeccionar las parrillas, programas como Los conciertos de Radio Tres, quedaban relegados a la madrugada. Lo mismo, por cierto, que otros espacios, también de contenido musical, ahora bajo sospecha de haber servido de mina de oro indirecta a una supuesta trama de autores de canciones y ejecutivos de televisión, conocida como La Rueda, en cuya vertiente judicial, que indaga sobre un posible fraude de 100 millones de euros, se ha visto implicada la incombustible Toñi Prieto, directora de programas de Entretenimiento de TVE, de la que le hemos hablado aquí, y que esta misma semana declaró como investigada en la Audiencia Nacional ante el juez instructor de la causa, Ismael Moreno (Leer más: Eurofans y músicos reclaman al PSOE por mantener a Toñi Prieto en RTVE).
Así que el hecho de que la música haya salido de esas franjas horarias semiclandestinas en la tele pública tal vez tenga que ver, o no, con estos asuntos. Pero no tiene relación alguna, según algún que otro indignado profesional de la casa, con la capacidad del personal de plantilla para sacar adelante proyectos de esta clase. Y, sin embargo, cualquiera podría pensar lo contrario, dada la tendencia acreditada por los directivos de la tele pública a buscar productoras privadas para realizar estos programas estrella. Con La Hora Musa ha sucedido lo mismo, porque se trata de una suerte de colaboración que se desarrolla entre RTVE y la productora Crazy4Fun, una compañía de reciente creación cuyo nombre empezó a sonar entre el público en general hace más o menos un año, cuando se supo que uno de los socios era Víctor Valdés, el antiguo guardameta del Barça y la selección española. Las otras dos cabezas visibles de la empresa son Rafa Coto, un abogado relacionado con algunas estrellas del fútbol que se introdujo hace unos años en el mundo de la música al convertirse en el manager del cantaor Miguel Poveda, y David Boja, un emprendedor tecnológico que dirige la compañía Emotion Technologies.
Los sindicatos quieren ver los contratos
Quizá uno de los méritos que sí deberían tenerse en cuenta a la hora de valorar la pertinencia de esta asociación sea el hecho de que Crazy4Fun ha desarrollado una poderosa tecnología basada en los hologramas que le ha servido para intervenir con gran espectacularidad en grandes eventos como los mitines multitudinarios de la última campaña electoral de Ciudadanos en Cataluña, que convirtió a Inés Arrimadas en una verdadera estrella mediática de la política. Y también para patentar un producto publicitario de última generación, denominado IHD (Interactive Hologram Display) que promete revolucionar el mercado. Así que, al menos desde el punto de vista tecnológico, está compañía privada es un socio lógico para la televisión pública, porque aporta conocimiento y tecnología no disponible entre los recursos propios de la casa. Por mucho que estos inventos no se vieran demasiado, según aseguran algunos sindicalistas, en el único programa de La Hora Musa que se ha emitido hasta ahora.
El problema es que llueve sobre mojado. La producción de este programa fue aprobada por la anterior dirección de la cadena en abril de este año cuando José Antonio Sánchez aún estaba al mando y Juan Manuel Hidalgo, ya destituido, era el responsable de La 2. Hidalgo, que antes de ser directivo fue sindicalista, ha tenido luego sus más y sus menos con los antiguos colegas. Unas tensiones que afloraron al exterior cuando se publicaron algunas informaciones en los medios en relación con el despido de una trabajadora que se había reincorporado tras su embarazo. Así que su salida era obligada por mucho que Mateo haya mantenido en el cargo de director de TVE de Sánchez a Eladio Jareño, quien le proporcionó el ascenso. Una decisión que ha indignado a los trabajadores más izquierdistas de la casa y que los nuevos exhiben como una prueba de la independencia de criterio de la dirección que acaba de llegar. Aunque hay, por supuesto, otras versiones, siempre interesadas y de dudosa credibilidad, que relacionan su continuidad, como la de la ya mencionada Toñi Prieto y la de Fernando López Puig, responsable de Ficción, con la necesidad de velar por el mantenimiento de los contratos firmados por Sánchez con un grupo de productoras privadas de televisión.
Entre tanto rumor interesado, tantos intoxicadores profesionales y tanta charla de café, no es fácil separar el trigo de la paja. Ni lo fake de lo real. Pero algo sí es seguro, el primer desencuentro entre los sindicatos de RTVE y la nueva dirección se relaciona precisamente con estos contratos. Y ha provocado un tímido regreso de los famosos viernes negros que amargaron el último tramo de la gestión de Sánchez. Los representantes de los trabajadores quieren tener acceso a ellos para comprobar que se cumplen los puntos del convenio en vigor relativos a este tipo de colaboraciones. Una cuestión importante para saber si se contemplan los porcentajes de recursos internos y “si esos porcentajes se corresponden con la realidad y si los recursos cedidos a las productoras podrían haberse cubierto con medios propios”, según explican los sindicalistas de CGT en su página web. Aunque, por encima de eso hay otras preocupaciones también señaladas por este sindicato, como la posibilidad de que se “estén cediendo la mayoría de los derechos de explotación en las producciones propias de ficción a cambio de pagar ‘un poco menos’ de beneficio industrial”. Pero la dirección del ente público se niega a facilitar estos contratos porque están sujetos a cláusulas de confidencialidad. No es fácil saber quién tiene la razón en esta renacida batalla laboral, pero una cosa es segura: si las audiencias fallan, algunos programas ahora jaleados pueden empezar a estar bajo sospecha. Suponemos que ese no será el caso de La Hora Musa, por supuesto. Pero tal y como bajan de revueltas las aguas en San Cugat y Prado del Rey (sedes de RTVE en Barcelona y Madrid) cualquiera sabe lo que puede pasar.