Ysrrael Camero (ALN).- El tercer gobierno del PSOE durante la democracia, con Pedro Sánchez a la cabeza, parece consolidarse en la medida que se acerca la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), lo que podría llevarlo a completar la legislatura hasta 2023.
Al gobierno de coalición, desprendido de la voluntad de los españoles expresada en la conformación del Congreso, le está tocando desarrollar un ejercicio de geometría variable para las alianzas.
Ha superado la primera etapa, donde los grupos parlamentarios presentan enmiendas a la totalidad, con la idea de hacerlos caer. En febrero de 2019 no pudo superar esta etapa: con los votos en contra del PP, Ciudadanos, ERC, PDeCAT, Foro Asturias y Coalición Canaria, cayó la primera propuesta presupuestaria de Pedro Sánchez, lo que derivó en la convocatoria a las elecciones generales.
En esta ocasión ha avanzado un paso más. Tanto el Partido Popular como Vox, junto con el grupo plural y el grupo mixto, presentaron las enmiendas, sin reunir los votos necesarios para evitar que el proyecto de PGE pasara a la segunda etapa.
Dadas las matemáticas parlamentarias el gobierno ha iniciado un proceso complejo de negociación en geometría variable. Privilegió, en esta primera etapa, apelar a la mayoría plural que hizo posible la investidura de Pedro Sánchez, incluyendo a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y a Bildu, la izquierda abertxale, lo que levantó fuertes críticas desde la opinión pública, desde las bancadas de oposición, así como también alguna observación crítica de dirigentes socialistas.
El esfuerzo de Inés Arrimadas por recuperar el sentido común
Es importante destacar el gran esfuerzo que está realizando Ciudadanos, con Inés Arrimadas, por darle un mayor sentido común al debate, en su política de desplazamiento al centro político, desprendiéndose de la foto de Colón (con el PP y Vox) que inició el desplazamiento de la tolda naranja por la ultraderecha de Vox.
Inés Arrimadas mostró las mejores disposiciones para negociar los presupuestos al detalle, en la medida en que el gobierno se desprendiera del apoyo de ERC, de Bildu y se alejara de las propuestas de Unidad Podemos (UP) de subir impuestos e incrementar el gasto.
La aritmética parlamentaria no le otorga a Ciudadanos mucho margen de maniobra, dado que apenas cuenta con una decena de diputados, frente a los 13 escaños de ERC, sin hablar de los 35 de Unidas Podemos, que además es partido de gobierno. Sin embargo, el PSOE ha insistido en mantener esa puerta abierta para el resto del debate presupuestario, entre otras cosas para no quedar encerrado dentro de las exigencias de los nacionalismos periféricos y para tener un apoyo que le ayude a moderar las posturas más radicales de UP.
En esa ruta hacia el centro político compite Ciudadanos con el PP, pero en condiciones mucho más difíciles. Ambos quieren moverse del retrato común con Vox. Pero los populares son una organización con fuerte implantación, siendo la segunda fuerza del Parlamento, lo que proyecta naturalmente a Pablo Casado como el jefe de la oposición. En cambio Ciudadanos sufrió una inmensa caída en las últimas elecciones generales, siendo su posición más endeble, y corriendo el riesgo de desaparecer en un próximo futuro.
El fantasma de las elecciones catalanas
Las próximas elecciones catalanas han sido un espectro en el debate presupuestario. En sus intervenciones, tanto Pablo Echenique, de Unidas Podemos, como Gabriel Rufián, de ERC, dedicaron gruesas palabras de ataque contra la posibilidad de negociar los PGE con Ciudadanos.
Para los primeros, constituye una diferenciación con el PSOE, ante su propio nicho político, y parte de la búsqueda de que sus propuestas queden plasmadas en la administración. Sabe bien Echenique, y Pablo Iglesias, que donde avance Ciudadanos en materia presupuestaria, lo más probable es que retrocedan las propuestas de Unidas Podemos.
Pero la intervención de Gabriel Rufián, como vocero de ERC, iba en una dirección muy distinta. A pesar de que daba su discurso en Madrid, su mente y su palabra estaban colocadas en Barcelona, en las posibilidades ciertas de que ERC gane las cercanas elecciones catalanas.
Eso implicó hacer malabares con tres elementos. Primero, proyectar a Ciudadanos como el adversario a vencer en Cataluña, recordemos que en 2017 fue el partido más votado en las autonómicas, y tienen ahora la más importante fracción en el Parlament.
Segundo, marcar una diferencia ideológica con sus otros socios independentistas, como JxCat, proyectándose como defensor de los catalanes en Madrid. Y en tercer lugar, ratificar su perfil de izquierda, para absorber una parte de los votos que pierda En Comú Podem, los Comunes de Ada Colau, en las próximas elecciones catalanas.
Eso explica la dedicatoria del discurso de Rufián, contra la herencia de los Pujol, el catalanismo conservador, y contra Ciudadanos, el españolismo catalán. Pero también nos explica la posición reactiva de JxCat, que no se dejará desplazar en el liderazgo independentista sin dar la pelea, en Barcelona y en Madrid.
Un gobierno que avanza, ampliando su margen de maniobra
Partiendo del apoyo de la mayoría de investidura, el PSOE ha sido cuidadoso en mantener las puertas abiertas, a Ciudadanos primero, pero también al resto de las fuerzas políticas, para las negociaciones que empiezan tras derrotar las enmiendas a la totalidad. Su rechazo a los vetos cruzados, que dificultan el establecimiento de los grandes acuerdos para sortear la crisis, es parte de esa necesidad de mantener un espacio para los acuerdos.
Para el PSOE hay un costo alto, tanto en la opinión pública como ante muchos de sus dirigentes, al pactar con Bildu y ERC, sobre todo si se deja por fuera a Ciudadanos. En la segunda etapa las negociaciones se complejizarán y el abanico se ampliará. Por otro lado, como ocurre con frecuencia, la posición del conservador Partido Nacionalista Vasco (PNV), caracterizada por un pragmatismo transversal y centrista, le permitirá obtener importantes beneficios, sin aspavientos ni espectáculo, a cada paso del debate presupuestario.
Efectivamente, todo presupuesto tiene elementos ideológicos, desde aquel con un perfil más liberal o tecnocrático, hasta el que hace énfasis en la progresividad fiscal y en el incremento de la inversión social. La acusación ideológica es un juego de espejos. Sin embargo, el debate presupuestario es el más serio de una legislatura, porque compromete recursos, tanto financieros como políticos.
Paradójicamente, la estabilización de la presente legislatura, que pasa por la aprobación de los PGE, beneficiaría la estrategia a mediano plazo tanto del PSOE como del Partido Popular, consolidando a ambas organizaciones como ejes centrales de la política española, con miras al 2023.