Ernesto J. Tovar (ALN).- Un mercado con millones de clientes potenciales es lo que identifica en Perú y una decena de países latinoamericanos la app de taxis Cabify. El startup nacido en Madrid en 2011 aterrizó en Perú, México y Chile en 2012, y ya ha ampliado sus operaciones a 38 ciudades de la región. Con la seguridad de los pasajeros, y la eficiencia y calidad del servicio como principales premisas, el startup Cabify aspira a seguir ampliando su participación en el negocio de las aplicaciones móviles para taxis, en un mercado donde compite con otros grandes jugadores como lo son Uber, Easy Taxi y Taxi Beat, pero donde aún ve muchas posibilidades de crecimiento.
Cabify, fundada en Madrid en el año 2011 por su CEO Juan de Antonio, llegó a Perú, Chile y México casi simultáneamente en 2012, tras un corto período en el mercado español.
Jorge Romero, country manager de Cabify Perú, explica al diario ALnavío que en los inicios de la empresa “con muy poco funding se pudo demostrar que el modelo de negocios tenía un valor potente. Se analizaron diferentes mercados y lógicamente las variables más importantes eran donde realmente se puede mejorar el transporte urbano”.
Esto los llevó a fijarse en Latinoamérica, “donde hay problemas de seguridad (ciudadana), de transporte, y tenían un nicho que era favorable para este concepto de las aplicaciones móviles”, afirma.
La primera ciudad donde se internacionaliza el servicio fue Lima. Según Romero, “era muy atractiva porque tiene una cantidad tal de vehículos registrados formalmente para el servicio de taxi, comparado con otras ciudades más grandes, que tenía mucho sentido empezar acá”.
Tenemos un know how para lanzar ciudades y lograr crecimientos rápidos, acelerados”
En la capital peruana, que en su zona metropolitana tiene 10 millones de habitantes, algunas estimaciones apuntan a por lo menos 90.000 vehículos registrados para operar como taxis, aunque prestando servicio pueden llegar hasta 200.000 unidades. Esta alta informalidad, la falta de estándares de servicio o tarifas, y el deseo de mayor seguridad por parte de los pasajeros, ha impulsado el negocio.
En el startup también aprovechan las similitudes culturales latinoamericanas. “La idiosincrasia es muy similar y por ello nuestro producto es muy homogéneo. Sin embargo, el desarrollo y cómo se desenvuelve la empresa es muy local, entonces tenemos ciertos lineamientos globales que respetamos, pero tenemos mucha flexibilidad para la toma de decisiones localmente”.
Romero relata que “empezamos a darnos cuenta de que tenemos un know how para poder lanzar ciudades y lograr crecimientos rápidos, acelerados, y esto también porque Cabify empieza a hacerse una marca global y conocida”.
Negocio imparable
Cabify se inició con el servicio conocido ahora como Executive, que fue percibido como elitesco. Como ellos mismos reconocen, “entramos con un estándar un poco alto”, con precios muy competitivos para un producto que catalogan de responsable, seguro y de calidad, pero que para el grueso del mercado de taxis eran elevados.
Entre 2014 y 2015 la aplicación de un modelo de cobro más óptimo -según distancia recorrida- y la creación del servicio Lite -con vehículos más pequeños y menos lujosos- mejoraron el negocio de Cabify en Perú “de forma exponencial”, sobre todo en el área de transporte corporativo.
La startup madrileña compite con Uber, Easy Taxi y Taxi Beat / Foto: Cabify
“Lima es una de las ciudades donde se experimentaron o cambiaron muchas cosas. Siempre tuvimos como objetivo ser una solución para el transporte, sobre todo el corporativo, nicho en el que nos volvimos la mejor alternativa porque reuníamos características diferenciadas” de otras apps, indica el country manager de Cabify.
Tras el lanzamiento de otros servicios como Express -transporte de artículos personales y que fue replicado en otros países, incluso España– o Pets -para mascotas en vehículos acondicionados-, el crecimiento ha sido hasta de dos dígitos mensuales en ingresos y en número de usuarios nuevos, señalan, aunque sin revelar el número de viajes mensuales que están realizando.
Entre las principales aplicaciones para servicio de taxi en Perú, Easy Taxi y Taxi Beat son las que cuentan con mayor número de unidades a disposición, en cifras alrededor de 25.000 y 13.000 vehículos, respectivamente. Y la competencia es feroz, puesto que desde el segundo semestre de 2016 se han reducido tarifas e incorporado modalidades como viajes compartidos o pago con medios electrónicos.
Pero Romero, quien está en Cabify Perú desde 2012, es optimista. “Este año se puede seguir manteniendo sin ningún problema un crecimiento potente, esperamos cerrarlo en 350% más respecto a 2016. Y creo que esto puede durar al menos un año y medio más, con estos crecimientos tan buenos”.
Los resultados también se han reflejado en exitosas rondas de financiamiento, en las que el gigante chino del comercio electrónico Rakuten ha entrado como inversionista con más de 100 millones de dólares para la actividad global.
No solo ejecutivos
En el usuario particular está la mayor porción del mercado. Y por eso Cabify cambió su imagen hace algunas semanas, pasando del color negro a un morado, con un logo casi en forma de corazón. Un cambio de piel -como dicen ellos- para no ser percibidos como “una solución de transporte exclusiva”.
Según Romero, “nuestros valores son sumamente humanos y cercanos al cliente. Somos una marca superpreocupada, superamena y divertida y bastante cercana”.
Y con esos lineamientos, este año atacarán con mayor potencia el nicho de usuarios particulares. “Lógicamente no vamos a descuidar nuestro sector corporativo donde somos líderes, ni significa que haya ningún cambio en lo que nos distingue, que es por ejemplo el cuidado en la selección de los conductores y los vehículos, y la calidad y seguridad del servicio”.
Este año esperamos cerrarlo en 350% más respecto a 2016”
La estrategia, detalla Romero, será acercarse al público con esta nueva imagen, dar a conocer sus valores y resaltar sus rasgos distintivos.
Otro aspecto que no descuida Cabify es el de la regulación. En los distintos países donde opera afronta distintos marcos legales -como en Chile, donde a partir de marzo deben transportar a los niños menores de 12 años en sillas especiales- y se adapta a las normas.
En el caso peruano, Romero subraya que “estamos en un marco legal donde no encaja un poco el modelo para las aplicaciones. Sin embargo, la actividad no es ilegal. Y en ese sentido, lo que deberíamos hacer y hemos hablado con las autoridades limeñas, es tratar de poner una ley que permita la coexistencia de las apps. Todas tienen algo muy positivo y es que estandarizan el servicio, de mayor calidad”.