Madrid, 26 ago (EFE).- «Estar en Afganistán ha costado a la comunidad internacional vidas y dinero. Abandonarlo no nos va ahorrar ni dinero ni vidas porque acabará siendo refugio, vivero, de los extremistas». Opina así el coronel retirado Luis Herruzo, que fue agregado militar español en ese país dos veces entre 2006 y 2013.
En una entrevista con EFE, califica de «terrible» el paso atrás que ha dado Afganistán después de que los talibanes se hayan hecho con el poder. Y vaticina que, una vez que los periodistas extranjeros se vayan, una vez que el mundo occidental se preocupe por otros asuntos, estará abocado al «olvido».
Acabará, según este experto, en una situación similar a la de Mali y a la de los demás países que han caído bajo el dominio del Estado Islámico, sometidos al radicalismo más extremo. Y serán las mujeres y los niños los peor parados.
Herruzo fue testigo de cómo empezó a esbozarse en Afganistán una política de reconstrucción y desarrollo tras la expulsión de los talibanes del poder (2001), de cómo se incrementó la presencia de las fuerzas internacionales -también la española- y de cómo se fue entregando la responsabilidad de los distritos afganos a un nuevo gobierno desde el convencimiento, o con la excusa, de que estaba en condiciones de afrontarla.
EL GOBIERNO NO ESTABA PREPARADO
Este nuevo Estado «democrático» funcionaba «más o menos», pese a las «corruptelas» que aún persistían. La situación mejoraba, con una administración más eficaz, con un porcentaje ya significativo de niñas en los centros educativos…, continúa este militar español.
Mientras en el medio rural se seguía viviendo casi como en la Edad Media, con un sistema «semitribal», Kabul y otras capitales de provincia se acercaban más al modo de vida occidental. Los matrimonios forzados decaían y las mujeres empezaban a salir a trabajar, por ejemplo.
SE VENDÍA «OTRA COSA»
Pero, ¿estaba el Gobierno afgano preparado en ese momento para hacerse cargo del país?
Herruzo responde con un ‘no’ rotundo. Y no lo dice «a toro pasado». Es la realidad, aunque «se vendiera otra cosa», apostilla.
Y añade: «Si te metes en un fregado así, tienes que saber dónde te metes, conocer bien el país y saber las consecuencias que tendrá. No puedes pensar que puedes transformar en cuatro días un país con un sistema casi tribal que, además, no había dejado de pegar tiros, con una generación perdida en la guerra».
Siempre desde su opinión personal, Herruzo cree que «ha habido un problema de no conocer la realidad del país, de no querer conocerla o de no tener interés en conocerla».
«NO ESPERABA QUE SE FUERA ENTREGAR EL PAÍS A LOS TALIBANES»
Este coronel, ya retirado y estudioso del país asiático, pensaba que Afganistán iría hacia una opción que a él no le gustaba nada: un gobierno de coalición que hiciera algunas concesiones a los talibanes.
Una opción que no compartía, pero lo que no esperaba, confiesa a Efe, es que «se fuera a entregar el país a los talibanes». Y «eso es lo que se ha hecho. ¿Cómo quiere que me sienta?», se lamenta.
Insiste en que habla a título personal cuando expone su propia hipótesis sobre lo que ha pasado. No descarta una especie de pacto «secreto» con los norteamericanos que, «de una manera u otra, habrán convencido al gobierno (del presidente Ashraf Ghani, huido a Emiratos Árabes Unidos) para que entregue el país a los talibanes».
EL «CANSANCIO DE LA GUERRA»
A Estados Unidos, recuerda, la misión en Afganistán le ha costado pérdidas económicas y de vidas. «Tenía ya lo que se conoce como ‘el cansancio de la guerra'».
«No se explica -dice Herruzo- que un grupo talibán muy inferior al ejército y la policía afganos haya ido conquistando en plan guerra relámpago todas las ciudades y haya llegado a Kabul (la capital del país). Si el ejército hubiera resistido… Mi lógica me dice que ese ejército tenía órdenes de no ofrecer resistencia».
Otra de sus hipótesis es que van a dejar entrar en el nuevo gobierno a miembros del anterior para «acallar a los occidentales» y para «dulcificar» y «lavar la cara» a los talibanes. Pero «no será la solución. El tiempo lo dirá».