Mariveni Rodríguez (ALN).- Tener una librería en Venezuela es una odisea; mantenerla actualmente, un milagro. Pero abrir una editorial latinoamericana en España, con acento en poesía y ensayo político venezolano es, acaso, una quimera que Artemis Nader y David Malavé han realizado haciéndose un hueco en el mercado editorial español con Kalathos ediciones, conservando su librería en Caracas y promoviendo las letras venezolanas en Europa.
Tener una librería en Venezuela es una odisea; mantenerla actualmente, un milagro. Pero abrir una editorial latinoamericana en España, con acento en poesía y ensayo político venezolano es, acaso, una quimera que Artemis Nader y David Malavé han realizado haciéndose un hueco en el mercado editorial español con Kalathos ediciones, conservando su librería en Caracas y promoviendo las letras venezolanas en Europa. Esto se dice fácil pero mientras el chavismo-madurismo ha cerrado librerías y puertas al desarrollo, este grupo editorial ha creado un sello mediante el cual se lee a un país que fue referencia de progreso y hoy es modelo de miseria, crisis humanitaria e incertidumbre. Su fundador, David Malavé, cuenta esta experiencia al diario ALnavío.
– Son tiempos duros para las librerías y editores. Si al principio tener una librería y llevar libros a Venezuela era viable, ahora tendría que ser prácticamente una tarea para contrabandistas; esto por el perfil del régimen político y la estanflación que hace imposible nutrir los anaqueles de títulos con novedades inquietantes. ¿Cómo ha sido este periplo?
– Veníamos a España a ver a nuestros hijos y nietos. Y cada vez que viajábamos nos llevábamos libros y novedades a la librería en Venezuela. Esto, más todas las actividades y programación que nos montamos con artistas, teatreros, pintores, y no sólo autores, nos dio un prestigio importante. Al principio, los distribuidores españoles nos daban algo de crédito. También cargábamos libros de Argentina. Los argentinos son muy exóticos en este tema, son formales e irreverentes. Pero siempre hemos pagado los impuestos requeridos. Aquí, en Europa, sería además imposible no hacerlo. El problema se complica en Venezuela porque la dolarización del país hace inviable tanto la compra como obtener ganancias por las ventas.
– ¿Qué solución han encontrado para mantener en Venezuela la librería abierta frente a esa economía tan depreciada como impredecible? ¿La creación del sello editorial en España ha sido una respuesta lógica y premeditada de cara a la crisis venezolana?
– En realidad era difícil visualizar que Venezuela llegara a tener una crisis como la de ahora, donde sólo se sobrevive. ¡Inimaginable! Los libros usados y todas aquellas bibliotecas que dejaron los venezolanos al emigrar a otros países fueron la salvación de algunas librerías; de la nuestra, al menos sí. Empezamos a vender libros usados y no sólo novedades. Esos viajes nos hicieron ver que en España no había libros de autores venezolanos. Y esto, unido a todo el deterioro político-económico de Venezuela, al cierre de una de las instituciones más icónicas como el Ateneo de Caracas, a los dos intentos de secuestro, robos y asaltos que vivimos antes de venirnos a España, nos hizo pensar que nuestro futuro iba a estar fuera de nuestro país.
– El mando a distancia debe permitir que, al menos, la librería sobreviva. Pero en España, ¿cómo ha sido la experiencia de abrirse en este mercado tan competitivo?
– Sí. Mantenemos la librería abierta en Caracas con nuestro socio, José Ramón Gutiérrez, que es dueño de la única distribuidora que queda en Venezuela (Edicven) y con el apoyo de los empleados que hacen maravillas cada día para mantener su fuente de trabajo. Pero hay que recordar que en 2014 se fueron Santillana, Random House, Océano, Ediciones B y ediciones Alfaguara, junto al cierre de todas sus librerías, y ya no hay catálogos ni ferias. El chavismo acabó con la industria editorial en Venezuela. La espiral inflacionaria ha hecho imposible la reposición de libros y las ventas han caído al mínimo. Pero esto no nos ha detenido, al contrario.
Venezuela es un tema que genera urticaria
– Ustedes son una dupla a toda prueba, contra viento y marea. Y darse a conocer en España como una editorial especializada en poesía y ensayo político venezolano es un doble reto. ¿Esta carrera tiene una retribución en este escenario binacional con esta nueva crisis en puertas?
– Aquí todo es durísimo. Todos te dicen no, al inicio. Después, ya veremos. Al principio se nos cerraron muchas puertas. Pero o muere el toro o mueres tú. Sentimos que nos jugábamos la vida. Aquí son muy duros porque el mercado está muy saturado. Venezuela, además, es un tema que genera urticaria, tiene simpatizantes y detractores. A unos los molestamos; otros nos quieren ayudar. Todo depende del espectro político. Empezar por editar poesía ha sido un acierto. Dar a conocer poetas notables y autores venezolanos en la Feria del Libro de Madrid, como Patricia Guzmán, Carmelo Chillida, Laura Cracco, Ida Gramcko, Federico Vegas, Edda Armas, Sonia Chocrón, Pedro Plaza Salvati, Eduardo Sánchez Rugeles, fue importante. Se agotaron sus ejemplares y esto nos abrió las puertas de la Feria de Guadalajara, en México. Creo que los españoles querían ver si veníamos en serio. Artemis trabajó en la industria automotriz en Venezuela. Yo soy médico psiquiatra y la experiencia de ambos nos ha ayudado para entrar a este mercado y apostar por la poesía. Por ejemplo, a través de ediciones sobrias y delicadas de autores con amplia trayectoria nacional e internacional. Posteriormente abarcamos el ensayo político (Carol Prunhuber, Tomás Páez, Fernando Gerbasi, Gisela Kozak), género que permite al lector español despejar dudas y tener información sobre la realidad venezolana.
Crear un nicho de la literatura venezolana en España
– Estos nuevos tiempos de cambio en la industria editorial van en detrimento de las publicaciones impresas sobre las digitales. ¿Qué han hecho ustedes?
– Tenemos un cupo limitado en las librerías, nos hemos reducido, y nos hemos tenido que ir a las plataformas digitales como Amazon on demand para vender a América o e-book. No vivimos de los libros. Tratamos de pagar los gastos de una imprenta, lo cual conseguimos con algunas obras y con otras no. Pero nuestro interés es crear un nicho de la literatura venezolana en España. Actualmente, con las restricciones de aforo en las librerías y sin ferias de libros, es más difícil vender. Pero venimos de un país en crisis y si bien la depresión que sobrevino al sector editorial es enorme, nos ha ayudado mucho esa capacidad de sobrevivencia que hemos desarrollado los venezolanos. A nosotros nunca se nos ocurrió parar la producción, sino mercadear de otra manera. Así que apoyamos a las librerías que son el pan nuestro de cada día. Vendemos por internet y convencimos a editores para vender por estos medios digitales. El sector ha entendido que hay que mantener a las editoriales vivas y vender por Amazon es una manera de no morir. Atrincherarte en una parcela de orgullo sólo te lleva a desaparecer.
– Paradoja de por medio, aquí su editorial puede crecer, y en Venezuela se estanca.
– Lo que nos está pasando a los venezolanos es un gran aprendizaje. Profesionales y estudiantes trabajando de camareros y taxistas… Eso nos va a preparar para el futuro. Nos ha hecho más flexibles, más solidarios. El que tenga su autoestima fuerte estará mejor preparado para reconstruir el país.
Es así como Kalathos les ha abierto espacio a los autores venezolanos en España. Trabajando con tenacidad, aunque pueda pensarse que en general los editores viven de los libros en un mundo feliz y relajado. Eso es un sueño. Ellos distinguen que entrar a este mercado, tan competitivo como hermético, implica saber leer un capítulo tras otro de la industria editorial para morder un poco de esta. Vamos, que se trata del oficio de editores, no del oficio de vivir o escribir, que ya de eso se encargó Cesare Pavese.