Pedro Benítez (ALN).- Maduro pone a prueba la determinación de Juan Guaidó. Crecido por su gira internacional, Guaidó viene a agitar la bandera de elecciones presidenciales libres para movilizar la calle y sostener la presión externa. Paradójicamente Nicolás Maduro puede ser su principal aliado en este propósito. Prisionero de su estilo, el chavismo parece empeñado en convertir cada movimiento del joven presidente interino en todo un acontecimiento.
La comunicación es una de las graves limitaciones que tiene la oposición democrática en Venezuela. Entre las fallas de servicio de internet y electricidad (uno de los peores del mundo) y la censura aplicada a los medios de comunicación críticos al régimen, se le hace muy difícil hacer llegar su mensaje a toda la población. Sin embargo, si alguien en Venezuela no sabía del regreso de Juan Guaidó el chavismo se encargó de que lo supiera.
El inesperado retorno del presidente interino por el aeropuerto internacional de Maiquetía pudo haber pasado como una noticia más para rápidamente ser olvidada. Pero el chavismo es una vez más prisionero de su estilo. Se encargó de transformarla en un acontecimiento con agresiones a diputados y periodistas. Todo aquello por lo cual el régimen de Nicolás Maduro es criticado dentro y fuera de Venezuela quedó retratado ayer.
A diferencia de lo ocurrido el 5 de enero pasado, Maduro no hizo uso de los funcionarios de la Guardia Nacional (GNB) para enfrentar directamente a Guaidó, aunque estos sí intentaron sin mucha convicción obstaculizar la movilización de los diputados que se dirigían a recibirlo.
Aunque el régimen de Maduro tiene muchos flancos vulnerables podría sobrevivir otro año más, solo que en esta oportunidad está frente a un líder opositor que parece dispuesto a venderse muy caro.
En esa ocasión, y como lo había puesto en práctica el 7 de enero, el encargado del hostigamiento fue un grupo de choque compuesto por civiles. Otra táctica del castrismo. Turbas que en nombre del “pueblo” se dedicaron a agredir, insultar, golpear a periodistas, diputados y al propio Guaidó. Mientras, los funcionarios militares encabezados por el comandante de la Zodi Vargas, vicealmirante Gustavo Romero Matamoros, se limitaron a observar sin intervenir.
Esto es revelador del papel que cumplirá la Fuerza Armada Nacional (FAN); no será la primera vez, en la previsible ola de represión que se avecina. Sostener al régimen pero que sean otros lo hagan el trabajo sucio.
El régimen de Maduro no va a quedar impasible ante el anunciado recrudecimiento de la presión internacional.
A cada sanción externa el régimen chavista responderá con más represión interna castigando a figuras del bloque opositor. Esta es la línea de Diosdado Cabello que se ha impuesto. Es el aviso que se mandó ayer.
El objetivo es desmovilizar y neutralizar el liderazgo de Guaidó a como dé lugar. En ese propósito va a tener el apoyo concertado o tácito de sectores provenientes de la propia oposición. Desde el ala supuestamente más radical como de la más dialogante que recibieron al canciller ruso Serguéi Lavrov en su reciente paso por Caracas. Estos confían en que el cocodrilo no les comerá; lo importante para ellos es reemplazar a la oposición actual congregada en la Asamblea Nacional (AN).
Mientras tanto, y entre otras cosas, Maduro va a pretender traspasar la responsabilidad de todo cuanto vaya mal en Venezuela a las sanciones norteamericanas y por lo tanto a Guaidó. Todo. Otra vieja táctica del castrismo en Cuba.
No obstante, Guaidó prosigue en su línea de desafío abierto, dispuesto a hacerle pagar el costo más alto que pueda a Maduro si lo llegan a detener. Es la misma actitud que tuvo el día de la instalación de la AN, la misma cuando salió del país.
Es esa determinación la que puede desbaratar los planes del madurismo y sus aliados abiertos o solapados.
Sus dos cartas fuertes son el apoyo internacional y el respaldo de la amplia base antichavista que con cada evento como el de ayer se siente estimulada a seguir dándole su respaldo.
Aquí el mensaje político de esta fotografía en la que GUAIDÓ demuestra que no es el mismo Guaidó de 3 semanas atrás
Su problema ahora es cómo transformar eso en una política efectiva que acorrale al régimen de Maduro y lleve al país a una transición política.
No es una tarea fácil ni sencilla. Guaidó ayer superó otro obstáculo. Maduro le pondrá más. Pero ayer también hubo otra señal poco disimulada del escaso entusiasmo de los militares por defender la revolución.
Aunque el régimen de Maduro tiene muchos flancos vulnerables podría sobrevivir otro año más, sólo que en esta oportunidad está frente a un líder opositor que parece dispuesto a venderse muy caro. Tal vez más de lo que la coalición cívico-militar esté dispuesta a pagar.