Nelson Rivera (ALN).- El “ayudador profesional” argentino Jorge Bucay tiene una audiencia numerosa. Se puede constatar en Twitter, no solo por la cantidad de seguidores, sino por la profusión de admiradores que replican sus naderías. Hay una legión de personas que copian sus frases y las ponen en circulación. Entre los numerosos vídeos que el lector puede conseguir de Jorge Bucay en YouTube, me he impuesto escuchar los 30 minutos que dura el titulado “Shimriti”. Sobre un suave fondo de música de cámara, se escucha la voz de Jorge Bucay: “Súbase a bordo, este es el principio del viaje, un viaje que con un poco de suerte, puede conducirnos, a todos, hacia un lugar deseado, hacia un lugar que quizás no conocemos, que quizás nunca lleguemos a conocer, pero que en última instancia es el rumbo final de nuestras vidas, es el sendero que nos conduce hacia la sabiduría”.
A lo largo de media hora el tono se mantiene: una sucesión de frases genéricas y ampulosas que, nada menos, metaforizan el viaje de la ignorancia a la sabiduría. Una prosa saturada de frases ampulosas y genéricas. Impostura. Aburrimiento con pretensiones.
Pero, y esto es medular, el “ayudador profesional” argentino Jorge Bucay -tal como se identifica- tiene una audiencia numerosa. Se puede constatar en Twitter, no solo por la cantidad de seguidores de @BucayQuotes -el uso de la palaba quotes en el nombre de la cuenta ratifica que la de Bucay es una escritura cuyo objetivo es ser citada-, sino por la profusión de admiradores que replican sus naderías. Hay una legión de personas que lo citan, que copian sus frases y las ponen en circulación.
El fan de Bucay no le pone reparos. Hace caso omiso a los cuestionamientos que se le formulan: la devoción es más potente que los reparos. Pero a Bucay sí que le importa lo que digan de él. ¿Una prueba? Un tuit del 23 de febrero:
https://twitter.com/BucayQuotes/status/834872346141925377
Hace uso del truco del espejo, estratagema de cierto freudismo de bisutería, según el cual toda crítica a la eminencia de Bucay, no sería más que una proyección de quien la formula. En este caso, si me atrevo a decir que la historia narrada en “Shimriti” no es más que un collar de frases hechas, irrelevante en términos literarios, entonces ello significa que no me refiero a Bucay sino a mí mismo: a mi irrelevancia y mi incapacidad de ir más allá de las frases hechas.
De la impunidad del plagio
En el año 2005, la española Mónica Cavallé, conocida estudiosa de la cuestión de la sabiduría en las más diversas culturas, denunció a Jorge Bucay de haberle plagiado. La dama, autora de un cuidado ensayo sobre la desesperación en Kierkegaard, hizo público que Bucay había tomado fragmentos de su libro La sabiduría recobrada, y los había incorporado al mencionado “Shimriti. De la ignorancia a la sabiduría”. Todavía de mayor calado fue el otro señalamiento de Cavallé: Bucay habría deformado su obra.
Ducay hace uso del truco del espejo
El caso ocupó un espacio considerable en la gran prensa de España, Argentina, México, Colombia y en otros países de lengua española. La explicación de Bucay es la previsible, corriente en la práctica de los plagiadores: fue un error involuntario. En un reportaje que el diario Clarín, de Argentina, dedica al expediente, Bucay dijo en 2005: “Lo que pasó es que hay citas del libro de una colega que yo cité, aunque no como debería citarlas”. Es decir, que el hombre que escribe para ser citado, no sabe muy bien cómo citar a los demás, cuando le corresponde.
Curioso: en un vídeo que lleva por título “Amarse a uno mismo”, con el mismo tono de letanía, Bucay dice: “Autodepender significa dejar de colgarte del cuello de otros”. Con la adormidera musical del fondo, habla de responsabilidad. Y de evitar las excusas. Justo lo que el autor no hizo cuando, con absoluta conciencia, de modo voluntario, copió aquellos fragmentos y olvidó señalar de dónde provenían. Más adelante, Bucay publicó otra vez el libro objeto de la disputa, pero con nombre distinto: “El camino de Shimriti”.
Pero este episodio rápidamente cayó en el abismo de los olvidos. No menos de otros 10 títulos se han incorporado a su bibliografía desde entonces, lo que habla de su condición de autor de éxito. Da conferencias y escribe tuits como éste, que hacen suspirar a las almas sedientas de palabras que los guíen:
https://twitter.com/BucayQuotes/status/837725299483770881
Y es así como Bucay avanza y se multiplica: fraseología desprovista, clichés que se copian y se tuitean, bobería que se corta y pega. Ramplonería sintomática de nuestro tiempo.