(EFE).- A poco más de 24 horas para que concluya el Festival de San Sebastián, esta 72 edición será recordada por la visita del autentico Jack Sparrow a los niños de un hospital y por el encendido elogio del premio Donostia Pedro Almodovar al presidenre del Gobierno español, Pedro Sánchez, a quien llamó ‘Míster Handsome’.
Johnny Depp, estrella donde las haya, llegó tarde a todas sus convocatorias, eso sí, con un buen humor increíble regado de txacolí, vino típico de la región del País Vasco, a la que pertenece San Sebastián, y toneladas de agradecimiento a un Festival que le apoyó en sus horas más bajas, otorgándole un premio Donostia en 2021.
“Siempre sentiré una conexión muy especial con Donostia (San Sebastián en lengua vasca)”, dijo el capitán pirata, al que dieron plantón los periodistas internacionales, hartos de retrasos para poder charlar con él, aún cuando Depp presentaba su segunda película como director, un ‘biopic’ sobre el pintor Amadeo Modigliani, ‘Modi’, que no fue recibido con mucho entusiasmo.
Pero fue capaz de ponerse su traje de Jack Sparrow y aparecer por las plantas oncológicas infantiles del Hospital público de Donostia para hacerse fotos y contar historias a los niños. Un amor.
Amor (o algo así) fue la declaración que, en plena rueda de prensa, le hizo Pedro Almodóvar a su homónimo Sánchez: “Hay tantas cosas que pedirle a un hombre de esas características, a nivel político y físico….Voy a tener que decidir si me convierto en mitad petarda o en un cineasta que recibe un premio”, dijo el director sobre el detalle del presidente del Gobierno de asistir a la entrega de su premio.
Eso sí, con todo el mundo contando las horas de vuelo que le separaban de Nueva York, donde el mandatario participó en la Asamblea General de las Naciones Unidas y desde donde viajó a San Sebastián, por ver si le daba tiempo a llegar. Era la primera vez que un presidente del Gobierno español de la etapa democrática (desde 1977) acudía al certamen. Un detalle.
Por su parte, Javier Giner -exjefe de prensa de Almodóvar y de Penélope Cruz antes de ser cineasta y autor literario de éxito- ayudó al actor estadounidense Andrew Garfield, al que no dejaban entrar en el mítico hotel María Cristina, donde se junta la crême de la crême del festival.
“Él llegaba con gorra y gafas y los de seguridad no le dejaban pasar. Así que me he acercado y le he dicho: ‘Por favor, déjale pasar, que es Andrew Garfield. Yo respondo por él’. Tuit de Giner, que estos días presentaba su serie ‘Yo, adicto’, con Aitor Gabilondo de showrunner y Oriol Pla como protagonista absoluto, interpretando al propio Giner en una de las obras más emotivas vistas este año.
Oriol Pla se armó con una trompeta para tocar el cumpleaños feliz a Pedro Almodóvar, que cumplía 75 años estos días, aunque seguramente el director prefirió la versión (más afinada y en vasco) que, espontáneamente, le cantaron los fans que le esperaban a su llegada al hotel. Fue muy emotivo.
Y delicioso el baile entre butacas de Nahuel Pérez Biscayart y Úrsula Corberó al son de ‘Un beso y una flor’, de Nino Bravo, tras la proyección -y varios minutos de aplausos- de la surrealista ‘El jockey’, del argentino Luis Ortega, que acudió con una extensa delegación de quince personas a defender el paso de la cinta por la sección Horizontes Latinos, donde es una de las favoritas (junto a ‘El aroma del pasto recién cortado’), de la también argentina Celina Murga.
Y también se disfrutó de la elegancia de Tilda Swinton, del novio de Monica Bellucci -Tim Burton, que también apareció por sorpresa-, de un George Clooney por vídeo felicitando a la premio Donostia Cate Blanchet (a la que le dijo que no asomaba más porque no llevaba pantalones), o de una sobria Pamela Anderson, vestida de negro y con ropas anchas, abandonando su imagen de sexsymbol y haciendo honor a su película “The Last Showgirl’, de Gia Coppola.