(EFE).- El violento retrato de un grupo de jóvenes ricos y perversos que construye el filme «Jezabel» refleja una «crisis moral» patrocinada por un «estado corrupto» que es la «madre» de todos los problemas en Venezuela, según dijo en una entrevista con Efe su director, Hernán Jabes Águila.
Es esa crisis moral la que da pie a la crisis del sistema político venezolano «de los últimos 60 años, donde hemos sido violados, agredidos y asesinados», afirmó Jabes.
«Jezabel», un «thriller» coproducido entre Venezuela y México, es objeto de una proyección especial este jueves en el Festival de Cine de Miami, que se inauguró el 3 de marzo y concluye el día 13.
El filme tiene como protagonistas a cuatro estudiantes de secundaria de clase alta que, en medio del caos político y social en la Venezuela de 2017, viven despreocupados entre sesiones de sexo, drogas y juegos psicológicos hasta que una de las chicas, Eli, es brutalmente asesinada.
Varios años después el recuerdo del crimen atormenta a Alain, otro integrante del grupo.
La película tiene que ver con «los caprichos de la memoria reprogramada, que es el caso de Alain», explicó Jabes sobre el tercer largometraje de su filmografía, que es como «una alfombra muy bonita que levantas y ves toda la basura que no se ha sacado».
«Me encanta que la película te emocione, que se quede en el espíritu y en el alma, porque de ahí nace la reflexión», defendió el realizador, director de una veintena de cortometrajes, y quien reconoce que «Jezabel» «no es luminosa, sino todo lo contrario».
«Creo que en la oscuridad más espesa una mínima chispa ilumina mucho», resaltó.
Cameo de María Conchita Alonso
El resultado final de este proyecto independiente que al director le costó años sacar adelante guarda correspondencia con sus dos primeros largos, «Macuro» (2007) y «Piedra, papel o tijera» (2012), los cuales ubica lejos de los márgenes de la «corrección política».
«En un mundo tan encadilado y correcto, de tanta locura moral, creo que una película como esta cae bien para decir que también hay cosas que no están bien», manifestó el realizador, quien considera que con «Jezabel» alcanzó «el clímax» en lo que se refiere a su propia exposición como autor.
La película cuenta con la participación especial de la actriz y cantante María Conchita Alonso, icono popular de las décadas de 1980 y 1990, y que hizo toda su carrera artística en Venezuela, país al que emigró con su familia cubana cuando tenía cinco años y desde el que luego daría el salto a producciones de Hollywood.
Jabes relata que siempre soñó contar con la actriz, que en 1996 llegó a estar nominada a un premio Spirit del cine independiente por su trabajo en la película «Caught», y no ocultó la satisfacción de que se sumara al proyecto con un pequeño papel como la madre de Alain.
La brevedad del rol de María Conchita Alonso enroca con la ausencia o la lejanía de las figuras paternas incrustadas en la historia, una de las claves para entender las acciones de los personajes.
«Son hijos abandonados», ahonda el realizador sobre sus cuatro protagonistas, encarnados por Gabriel Agüero, Eliane Chipia, Shakti Maal y Johanna Juliette.
Director y equipo de producción alquilaron una vivienda y convivieron durante parte del rodaje, una decisión que favoreció a la hora de mostrar la camaradería entre los jóvenes y naturalidad en las escenas sexuales, hechas con «mucho respeto», señaló Jabes.
La revolución bolivariana acabada
Basada en la novela del mismo nombre del escritor Eduardo Sánchez Rugeles, la trama de «Jezabel» está ambientada en los años 2017 y 2033. En éste último año la historia propone un futuro ya con la revolución bolivariana acabada, pero con Venezuela unos pasos por detrás del resto en cuanto a modernidad.
Las dos ubicaciones temporales obligaron a detener el rodaje de la película durante seis meses, con las dificultades que eso implicó y en medio de un presupuesto limitado que solo se pudo completar con inversionistas mexicanos.
«El cine está completamente contracturado, las salas solo funcionan al 30 % o 40 %, ¿Qué hacemos?», dijo el director sobre los avatares que afrontan los directores independientes.
En ese sentido, se mostró agradecido de que la organización del Festival de Cine de Miami incluyera su película en la programación, aunque fuera de competición.
Jabes se mostró esperanzado de que su cinta, rodada en parte en Caracas, tenga un recorrido por otros festivales internacionales, para acabar finalmente en manos de un distribuidor internacional y luego en plataformas de streaming.