Moisés Naím (ALN).- Ante la pregunta de si Juan Guaidó le pide ayuda, asesoría, ¿qué le diría?, Jeffrey Sachs, uno de los economistas más influyentes del mundo, responde: “La idea de exigir que Nicolás Maduro debe irse no me parece correcta, ni viable ni que vaya a funcionar. No creo que sea necesario que Maduro se vaya para que Venezuela logre el objetivo de superar esta crisis. Lo que sí creo necesario es que la oposición tome control de los ministerios económicos como parte de un acuerdo y que haya nuevas elecciones libres y justas, supervisadas por entes internacionales, sin el control del régimen ni de ningún otro actor político venezolano”.
Jeffrey Sachs es reconocido como uno de los economistas más influyentes del mundo. Graduado en la Universidad de Harvard, donde también fue profesor, Sachs ha asesorado a los gobiernos de más de 125 países, organizaciones multilaterales y hasta a las Naciones Unidas, y es uno de los líderes más visibles de la lucha contra la pobreza. También es sinónimo de controversia.
Uno de los problemas más complejos en los últimos años es el del cambio climático. ¿Cómo manejarlo?
El mundo ha sabido de este problema desde antes de 1992. Ahora, 27 años más tarde, tenemos líderes en Estados Unidos y Brasil que son completamente incapaces, no tienen el interés o la disposición, son corruptos o cualquiera que sea la razón, pero no logran ver la verdad más básica: que debemos cambiar de dirección. Ni la ciencia ni la economía de mercado pueden resolver la crisis climática sin la ayuda de los políticos. Pero si tenemos políticos terribles, nos hundiremos más y más en la crisis.
¿La humanidad encontrará una manera de evitar esta catástrofe climática?
Lo que he aprendido asesorando gobiernos durante los últimos 35 años es que, incluso, los mejores políticos necesitan un plan. Está claro que debemos eliminar el uso de combustibles fósiles para 2050. Debemos detener la deforestación del Amazonas y de otros bosques lluviosos del mundo. Pero son los expertos quienes deben proponer cómo lograrlo. No necesitamos a legisladores o a jefes de Estado como Jair Bolsonaro, que proponen acciones completamente incoherentes con el conocimiento de los ecologistas, guardabosques, hidrólogos y climatólogos, quienes nos pueden guiar y decir qué hacer.
¿Qué debe hacer el gobierno de EEUU para que el país vuelva a tener el liderazgo que poseía en el pasado?
Estados Unidos tiene, en primer lugar, que volver a ser un cooperador en el mundo, porque ahora mismo es una fuerza desestabilizadora. Las cosas que están pasando me dan escalofríos. La llamada guerra comercial con China, que en realidad es una guerra contra China, no se originó en el Congreso de EEUU, no se llevó a votación ni se debatió entre el público estadounidense.
La salida de EEUU del tratado nuclear con Irán es otro gran golpe a la seguridad global y una gran amenaza a la paz, que también se llevó a cabo sin ninguna legislación. Fue la acción de una persona, Donald Trump, en contra de todo el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Trump, además, está tratando de quebrantar el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, pero en este caso también estamos viendo a una persona actuar sin el apoyo de ninguna legislación.
Así que lo primero que me sorprende es cómo una persona dentro del orden constitucional que existe en EEUU logra hacer tanto daño. En estos dos años he consultado a personas entrenadas para entender qué explica el tipo de narcisismo, las mentiras constantes y el sadismo absoluto de hacer mal a otros que caracterizan a Donald Trump. Y creo que se trata de un individuo con un desorden mental, un psicópata que ganó la presidencia y es un peligro para el mundo.
Creo que se trata de un individuo con un desorden mental, un psicópata que ganó la presidencia y es un peligro.
Usted acusa a Trump de cometer muchos errores. ¿Cuál es el peor?
Nada es irreversible, siempre y cuando no entremos en una guerra, no abandonemos la Constitución y Trump deje la presidencia. Es que los daños que ya ha causado son profundos. En EEUU hay un tiroteo masivo casi a diario, pues hombres jóvenes con problemas mentales tienen acceso fácil a armas de fuego y están respondiendo al odio y la tensión que ha generado Trump, y a sus ataques contra los inmigrantes, los judíos y las minorías.
Trump hace lo posible para acabar con un orden mundial que, si bien es frágil, fue creado hace varias décadas. Estoy hablando del sistema de comercio internacional, regulado por la Organización Mundial del Comercio; de la Carta de las Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el cual, por ejemplo, avaló anónimamente el tratado nuclear con Irán.
Trump está tratando de crear una nueva guerra fría. Y está perdiendo tiempo con el medio ambiente. No sólo está avivando la crisis medioambiental, oponiéndose a la ciencia y tratando de incrementar el uso de combustibles fósiles, sino que está dejando completamente expuesto a EEUU.
Hay un debate entre los economistas y los expertos sobre la posibilidad de una crisis económica global. ¿Usted cómo ve eso?
Trump está echándole leña al fuego. Sus movidas en materia de comercio internacional están llevando a una disminución de la inversión en el sector de manufactura y en el sector industrial en todo el mundo. Y esto podría ocasionar una disminución de la actividad económica mundial.
Trump no podría ni siquiera comenzar a pensar en una estrategia de inversión para la economía estadounidense que abarque los próximos 20 años. Y esa es la razón por la cual no construirá nada de infraestructura, aunque llegó a la presidencia diciendo: “Soy un constructor y voy a construir”. Trump lo único que puede construir son tuits.
Hasta ahora no hemos visto ni un ladrillo puesto ni un kilómetro de carretera bajo su administración. Eso requiere pensar hacia el futuro, y ese tipo de planificación es lo que el mundo necesita. Se necesita dirección, pero no sólo para la economía, sino para los próximos 20 años.
Trump y sus defensores dicen que la economía estadounidense está mejor que nunca.
Esto es chavismo puro. En los primeros años del mandato de Chávez, la economía venezolana creció. Con los populistas es siempre la misma historia. Los primeros años se ven muy bien. Pero lo que nos debemos preguntar es si esta persona hace lo correcto respecto de una estrategia a largo plazo y a la inversión. Y en el caso de Trump, no hay estrategia a largo plazo: no está haciendo lo correcto.
Usted ha tomado una posición muy controversial sobre el rol de Trump hacia Venezuela…
Conocí a Hugo Chávez al inicio de su gobierno y recuerdo que le dije: ‘Le aconsejo que no deje que la tasa de cambio se sobrevalúe, que diversifique la economía y que intente construir una economía que no dependa únicamente de los ingresos petroleros’. Creo que debió de haber escuchado todo lo contrario: sobrevaluó la moneda nacional negligentemente, gastó las ganancias petroleras, y así llegó al fin del ciclo populista.
Nicolás Maduro, por su parte, es absolutamente irresponsable e incapaz de manejar tal crisis, así que las cosas empeoraron. Este régimen le ha hecho un profundo daño a la economía venezolana. Pero la administración Trump comenzó a hacer algo que otros gobiernos no habían hecho antes: usar todo el peso del sistema financiero estadounidense para imponer un bloqueo.
Esto comenzó en el verano de 2017, con las primeras sanciones a funcionarios del gobierno y a PDVSA. Lo único que eso consiguió fue dejar a Venezuela en caída libre y desatar una de las hiperinflaciones más aceleradas de la historia. Así que, a principios de 2019, Trump, en coordinación con la oposición, dijo: ‘Sacaremos a Maduro por otra vía’.
Y uno de los resultados es un bloqueo económico absoluto contra Venezuela. Eso es ilegal. Es un crimen de lesa humanidad porque las víctimas son los 32 millones de venezolanos que no pueden conseguir medicinas ni alimentos. Hay niños pequeños que no están recibiendo la educación apropiada. Y no es la responsabilidad de EEUU derrocar a Maduro.
¿Qué piensa de las conversaciones gobierno-oposición?
Yo estuve involucrado en una crisis muy seria, profunda y peligrosa entre 1989 y 1991, que tiene muchas semejanzas con la crisis venezolana: la crisis polaca. La economía de Polonia estaba colapsada, sumida en la hiperinflación; el gobierno liderado por el dictador comunista Wojciech Jaruzelski era despreciado, y el país estaba en una especie de revolución. En el verano de 1989, los brillantes estrategas de la oposición llegaron a un momento crítico y decidieron negociar un acuerdo de poder compartido, con una eventual transición a elecciones.
Desde ese verano de 1989 hasta 1991, Jaruzelski se mantuvo en el poder y los ministerios fueron tomados por la oposición. Esta transformación permitió estabilizar el país, y funcionó sin contratiempos. Hubo elecciones generales un par de años más tarde, ganó la oposición, y Wojciech Jaruzelski se retiró. No quiero decir que sea el precedente para Venezuela.
Lo que sí puedo decir es que puede que haya otras maneras de hacer las cosas que no se han intentado en el caso venezolano. La estrategia de Trump no está basada en ninguna visión de libertad, sino que está influenciada por el senador Marco Rubio y por la política de Florida, un estado clave para las elecciones de 2020.
Si Guaidó le pide ayuda, asesoría, ¿qué le diría?
La idea de exigir que Nicolás Maduro debe irse no me parece correcta, ni viable ni que vaya a funcionar. No creo que sea necesario que Maduro se vaya para que Venezuela logre el objetivo de superar esta crisis. Lo que sí creo necesario es que la oposición tome control de los ministerios económicos como parte de un acuerdo y que haya nuevas elecciones libres y justas, supervisadas por entes internacionales, sin el control del régimen ni de ningún otro actor político venezolano.
Esto con el apoyo de EEUU, la Unión Europea y los vecinos latinoamericanos, y de Rusia, China y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La meta es una vía pacífica hacia elecciones para permitir que Venezuela respire y viva nuevamente, y que logre una oportunidad firme para realizar elecciones libres. Uno debe comenzar diciendo: ‘Aquí hay un acuerdo que nos va a llevar a donde debemos ir’.
(El País, El Tiempo, Efecto Naím)