Daniel Gómez (ALN).- El presidente de Brasil no quiere a la izquierda en la región. No quiere a otro Luiz Inácio Lula da Silva. No quiere a otro Hugo Chávez. No quiere a otro Rafael Correa. Así lo dejó saber en el Foro de Davos con una sola frase.
“No queremos una América bolivariana como la que había antes en Brasil”. Nunca una sola frase dijo tanto. Es del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, y la pronunció en el auditorio central del Foro Económico Mundial, en Davos, en el evento de política, negocios y liderazgo más importante del planeta.
Con esa frase Bolsonaro enunció su idea de Suramérica y resumió todo lo demás: No quiere a la izquierda en la región. No quiere el legado de los líderes bolivarianos del siglo XXI como el brasileño Luiz Inácio Lula da Sila, el venezolano Hugo Chávez y el ecuatoriano Rafael Correa.
El presidente de Brasil reconoce que su zona del mundo es Suramérica. Por eso, dice, está hablando con líderes como el argentino Mauricio Macri, el chileno Sebastián Piñera y el paraguayo Mario Abdo, una camada de políticos que demuestra “que la izquierda no va a prevalecer en la región”.
Con la llegada de Bolsonaro, Brasil da un vuelco de 180 grados al mapa geopolítico de Suramérica. Y es que su llegada a la Presidencia este enero puso punto final al legado de Lula, interrumpido tras la destitución de Dilma Rouseff por dos años de débil liderazgo de Michel Temer.
Bolsonaro ejemplifica el nuevo rumbo de Brasil, un país, como se vendió en el Foro de Davos, más abierto al mundo. “Todos nos necesitamos mutuamente. Necesitamos a Brasil, y Brasil necesita al mundo”.
Un Brasil abierto al mundo
Es cierto que el presidente brasileño guarda muchas similitudes con el estadounidense, Donald Trump. Discurso incendiario, afán por las armas, mensajes racistas… No obstante, si en algo discrepan ambos líderes es en su visión del planeta.
Bolsonaro, pese a ese historial de declaraciones que le ubican como un nostálgico de la dictadura, homófobo y racista, apuesta por un mundo globalizado, y una economía libre.
“Quiero abrir Brasil al mundo”, reiteró. “Quiero disminuir el tamaño del Estado. Quitar el peso del Estado sobre las personas que invierten. Eliminar cualquier sesgo ideológico en los negocios”.
El presidente de Brasil está hablando con líderes como el argentino Mauricio Macri, el chileno Sebastián Piñera y el paraguayo Mario Abdo, una camada de políticos que demuestra “que la izquierda no va a prevalecer en la región”
Bolsonaro, acompañado del ministro de Justicia, Sergio Moro, y el de Economía, Paulo Guedes, dos estrellas de su gobierno, y quienes gozan de mejor imagen en el contexto internacional, quiso venderse como un líder liberal y, sobre todo, muy respetuoso.
“Me siento honrado y emocionado”, dijo al saludar. “Pido libertad y democracia. Dios por encima de todo”, apuntó al despedirse.
Con este talante enunció mensajes como que Brasil “es el país que más protege al medio ambiente”. Y la prueba, apuntó, es que la agricultura sólo ocupa 9% del territorio nacional, y aun así, “son capaces de alimentar a una gran parte del mundo”.
El país que más protege al medio ambiente, pero que también apuesta por “el desarrollo económico”. Una apuesta que hará, reiteró, respetando la naturaleza, su gran terreno forestal, al tiempo que abrirá -eso no lo dijo- los terrenos del Amazonas, ricos en recursos, para que las empresas los exploten.