Pedro Benítez (ALN).- El anuncio del exnúmero dos de las disueltas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Iván Márquez, de retomar las armas con otros jefes rebeldes pone las relaciones entre Colombia y Venezuela en un curso peligroso, y mete más presión al proceso de negociación que auspicia el gobierno de Noruega sobre Venezuela.
Todas las condiciones para que el norte de Suramérica se convierta en un polvorín están dadas. La respuesta del presidente de Colombia, Iván Duque, al anuncio de Iván Márquez y otros exjefes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de retomar la lucha armada plantea un casus belli.
Para resumir, el grupo disidente de las FARC le acaba de declarar la guerra al Estado colombiano en alianza con otro grupo, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que no se ha pacificado, y lo harán, además, desde el territorio de Venezuela y con el apoyo nada disimulado del régimen de Nicolás Maduro.
Por este camino no serán Juan Guaidó y la Asamblea Nacional (AN) venezolana los que invoquen el TIAR, sino el presidente Duque para defender a su país de una agresión externa. En Moscú Vladímir Putin debe sacar muy bien las cuentas de donde se está metiendo.
En el vídeo grabado donde hace el anuncio, Márquez aparece acompañado entre otros de Jesús Santrich (prófugo por reincidir en narcotráfico después de la desmovilización), alias El Paisa (responsable del atentado contra el club El Nogal en febrero de 2003 que dejó 36 personas asesinadas, entre otros crímenes de lesa humanidad) y de Henry Castellanos Garzón, alias Romaña (cerebro de las pescas milagrosas donde centenares de civiles fueron secuestrados en las carreteras del centro de Colombia en los años 90).
La actitud desafiante de estos personajes, que impunemente reniegan de la justicia y de los indultos concedidos por el proceso de paz, ha indignado a la sociedad colombiana.
Por otro lado, es fácil adivinar dónde Iván Márquez grabó el vídeo: en Venezuela. Al menos eso es lo que cree el gobierno de Duque, y razón no le falta. Si alguien quería una guerra, aquí tiene el pretexto.
Por este camino no serán Juan Guaidó y la Asamblea Nacional (AN) venezolana quienes invoquen el TIAR, sino el presidente Duque para defender a su país de una agresión externa. En Moscú, Vladímir Putin debe sacar muy bien las cuentas de dónde se está metiendo.
En Washington, mientras tanto, esto puede precipitar la hoja de ruta que los asesores de Donald Trump se han trazado para lidiar con Nicolás Maduro, puesto que ningún presidente de los Estados Unidos va a descartar nunca la opción militar.
Para completar el cuadro, del otro lado de la frontera Maduro no pierde ocasión para recordarle al mundo entero que él y su régimen son una fuente inagotable de problemas, no sólo para los venezolanos sino para la región latinoamericana. En ocasión de una de las reuniones del Foro de Sao Paulo, realizada el pasado 29 de julio en Caracas, Maduro le daba una calurosa bienvenida Márquez y Jesús Santrich.
Los mismos que dentro de las FARC fueron refractarios a los acuerdos de paz que se dieron con el expresidente Juan Manuel Santos. Los mismos cuyos paraderos se desconocían por apartarse del proceso al continuar con actividades relaciones con el narco.
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No es que este grupo disidente de las FARC sea una amenaza para el gobierno de Colombia. Carece del apoyo social que en algún lejano momento tuvo el movimiento original y su capacidad operativa no es en nada comparable a la que dispuso en los años 90 del siglo pasado.
Su auténtica peligrosidad viene del apoyo que encuentra en Venezuela. En su anuncio Márquez habló de una “nueva Marquetalia” y de una supuesta unidad con el ELN para retomar la lucha armada.
Como ha sido denunciado y documentado el ELN (último grupo alzado en armas en Colombia) opera con anuencia del régimen de Maduro en 12 estados de Venezuela, por lo general a lo largo de los caudalosos ríos Apure y Orinoco, donde ejerce el narcotráfico, controla el contrabando de gasolina y explota minas de oro y coltán. Ni en sus más delirantes sueños Manuel Marulanda Vélez (fundador de las FARC) soñó con tener acceso a tal cantidad de recursos y con tanta libertad para operar.
En la práctica el ELN, y los grupos disidentes de las FARC que no se acogieron al último proceso de paz, son en Venezuela bandas delincuenciales para las que la política es una coartada que encubre la naturaleza de sus actividades. Pero no por eso dejan de ser un factor de perturbación.
Esta es la verdadera razón por la cual Márquez y Santrich continuarán dando guerra. No porque se les haya incumplido el acuerdo de paz. Lo hacen porque no saben hacer otra cosa.
Maduro promueve la masiva migración venezolana para desestabilizar a sus vecinos
En Venezuela hace dos décadas el expresidente Hugo Chávez les dio puerta franca por razones ideológicas. Hoy vemos las consecuencias.
Por lo tanto, el principal enemigo de Iván Duque no es Iván Márquez, sino Nicolás Maduro, quien no sólo le ha lanzado (hasta ahora) 1,3 millones de refugiados, sino que además apoya grupos armados que amenazan a su gobierno.
Según una conocida teoría el aleteo de una mariposa puede desatar una tormenta. Guerras terribles se han dado por menos de lo que hoy ocurre entre Colombia y Venezuela.
Si hay un momento en el cual es urgente que el proceso de negociación auspiciado por el gobierno de Noruega tenga resultados concretos es en este.
Sin embargo, desde Caracas la respuesta de Diosdado Cabello, número dos del chavismo y vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), fue negar las acusaciones de apoyo a los disidentes de las FARC. Muy alejado de su estilo desafiante, y probablemente consciente de la debilidad del régimen, formuló la retórica pregunta: ¿Qué tiene que ver Venezuela?
Todo y nada.