Antonio José Chinchetru (ALN).- Con la excusa de buscar soluciones contra la corrupción, el presidente de Colombia logró sentar en una misma mesa a sus socios más próximos y a sus peores enemigos, incluyendo a Gustavo Petro y ‘Timochenko’. Algo así hubiera sido impensable con Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, y tampoco se da en otros países de América Latina.
Iván Duque está forjando un nuevo estilo en el Gobierno de Colombia. Cuando lleva tan sólo 23 días en el cargo, hizo algo que hubiera resultado imposible por parte de sus predecesores: reunir en una misma sala a todos los partidos presentes en las dos Cámaras del Congreso. El presidente colombiano se sentó con sus aliados, pero también con sus máximos detractores. Incluso sus más enconados enemigos políticos acudieron al encuentro celebrado este miércoles por la noche en la Casa de Nariño, sede de la Presidencia del país.
Duque encontró en la lucha contra la corrupción una causa que podía unir a todos los partidos políticos colombianos. En un país hastiado de ese problema, a ninguna organización le gustaría quedarse fuera de la foto y ser acusada de no querer acabar con ella. El presidente no estaba obligado a convocar el encuentro.
El programa electoral con el que se presentó a las presidenciales ya contemplaba medidas concretas contra la corrupción. Algunas coincidían, además, con parte de las que fueron sometidas a votación en la consulta celebrada el pasado fin de semana (Ver más: La consulta anticorrupción en Colombia se queda a un punto de ser aprobada), que contaba entre sus principales promotores a senadoras de la oposición. Duque tenía, por lo tanto, legitimidad y fuerza política y no necesitaba escenificar un gran pacto nacional. Sin embargo, lo hizo.
Su comportamiento es la antítesis de las formas de su predecesor, Juan Manuel Santos. Este último se empeñó en sacar adelante su acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia sin buscar un acuerdo con todas las formaciones políticas. Dos fuerzas relevantes en el Congreso como el Centro Democrático de Álvaro Uribe y el Partido Conservador de Andrés Pastrana estaban en contra. Pero más importante que eso es que el acuerdo fue rechazado en referéndum por la población colombiana en 2016.
Con esta reunión, Duque también marca distancias con su mentor político, Álvaro Uribe. Uno de los presentes en el encuentro fue el líder de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), Rodrigo Londoño (alias Timochenko). Al terrorista reconvertido en político le acompañaba otro dirigente de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, el senador Julián Gallo (alias ‘Carlos Antonio Losada’). Uribe jamás habría aceptado compartir mesa con ninguno de ellos.
La presencia de Londoño y Gallo no implica que Duque haya renunciado a modificar las condiciones de los acuerdos de paz
La presencia de Londoño y Gallo no implica que Duque haya renunciado a modificar las condiciones de los acuerdos de paz. La senadora Paloma Valencia, de Centro Democrático, dijo a los medios: “Eso significa que este gobierno, contrariamente a lo que decían ellos, no iba a volver trizas los acuerdos, pero sí está comprometido a unos ajustes”.
Aparte de Timochenko, hubo otros asistentes al encuentro cuya presencia resulta significativa. Es el caso del senador populista Gustavo Petro, que se enfrentó a Duque en la segunda vuelta de las presidenciales. Uribe, cuando era jefe de Estado, no se reunió con él jamás en la Casa de Nariño.
También estuvo en la reunión el expresidente de Colombia, exsecretario general de la OEA y líder del Partido Liberal, César Gaviria. Otros máximos dirigentes de formaciones políticas que acudieron a la Casa de Nariño fueron los del Partido de la U de Santos, Aurelia Iragorri; la Alianza Verde, Jorge Iván Ospina; y el Partido Conservador, Hernán Andrade, según informó la revista Semana.
Duque camina junto a la oposición
Un protagonismo especial lo tuvieron dos miembros del centroizquierdista Alianza Verde: la exsenadora Claudia López y la senadora Angélica Lozano. Ellas fueron las más destacadas impulsoras de la consulta popular contra la corrupción celebrada la semana pasada. Duque demostró, al participar en la votación y al asumir como propias las propuestas que se llevaron a las urnas, que es capaz de caminar junto a la oposición en vez de practicar el frentismo. Que invitara a ambas al encuentro reafirma esta visión de la política.
En una breve intervención posterior al encuentro, Duque anunció que “se va a dar impulso a los proyectos anticorrupción que han sido presentados por el Gobierno nacional, por el señor fiscal general de la nación, por el señor procurador general de la nación”. Añadió que “adicionalmente, se van a presentar otros cuatro proyectos que corresponden a lo que fue incluido en la consulta anticorrupción del pasado domingo”.
Duque también se desmarca de las formas de gobernar de otros mandatarios latinoamericanos
Anunció la constitución de una mesa técnica en la que todos los partidos tendrán un representante. “La idea que tenemos es que en los próximos días, trabajando con mucha velocidad, tengamos consensuados los textos de todas las iniciativas, sobre todo las que entran a la mesa técnica. Y que podamos darle un trámite de urgencia a todo este gran paquete anticorrupción, y que podamos, en los próximos meses y de cara al fin de este período legislativo en el mes de diciembre, darles a los colombianos la noticia de haber sacado adelante todos estos proyectos de ley”, explicó.
Con esta reunión, Duque no sólo imprime un estilo nuevo a la política colombiana. También se desmarca de las formas de gobernar de otros mandatarios latinoamericanos. El caso más extremo es el del autócrata venezolano. Nicolás Maduro no se limita a no sentarse en la misma mesa que representantes de la oposición. Llega al extremo de no reconocer su legitimidad y crear una ilegal Asamblea Nacional Constituyente controlada por sus seguidores con la que usurpa las funciones de la legítima Asamblea Nacional.