(EFE).- Un estudio internacional con participación del Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO) de Barcelona (España) ha comprobado que un tratamiento de inmunoterapia para inhibir la proteína PD-1 en el cáncer de cuello uterino avanzado mejora la supervivencia global en comparación con la quimioterapia.
Las pacientes diagnosticadas en estadios iniciales tienen un pronóstico excelente, con un índice de supervivencia global por encima del 90 %, pero si la enfermedad está avanzada, la probabilidad de seguir con vida a los cinco años es del 15 %.
Para las mujeres que padecen cáncer de cuello uterino recurrente o metastásico y que ya han hecho quimioterapia en la primera fase sin éxito, los tratamientos sistémicos de segunda línea disponibles no muestran ningún beneficio en cuanto a la supervivencia.
Los resultados del estudio internacional en fase III EMPOWER del Grupo de Oncología Ginecológica de los EEUU (GOG) y la Red Europea de Grupos de Ensayos de Oncología Ginecológica (ENGOT), publicados en The New England Journal of Medicine, son esperanzadores en cuanto a la mejora de la supervivencia con la diana terapéutica del PD-1.
Se trata de una proteína que puede mermar la capacidad de las células T (protagonistas de la respuesta inmunitaria del cuerpo) para atacar las cancerígenas, lo que se puede corregir con un medicamento inhibidor de esa acción bloqueadora, el cemiplimab.
Este estudio, codirigido en nombre del ENGOT por la investigadora del VHIO Ana Oaknin, se diseñó para evaluar la eficacia de este fármaco inhibidor en comparación con la quimioterapia, para ver si mejoraba la supervivencia.
En el ensayo, 608 mujeres con cáncer de cuello uterino recurrente o metastásico recibieron aleatoriamente cemiplimab o la quimioterapia elegida por el investigador.
Los investigadores observaron que la supervivencia fue más larga en el grupo de cemiplimab que en el de quimioterapia: 12 meses frente a 8,5 meses.
«Nuestros resultados apuntan a la promesa del cemiplimab como nueva y muy necesaria opción de tratamiento para algunas de estas pacientes», que habitualmente son jóvenes, de entre 35 y 44 años, ha destacado Oaknin.