Juan Carlos Zapata (ALN).- No rompieron. No han podido romper. Dicen las fuentes que la Fuerza Armada no quiere que Maduro rompa la negociación. La Fuerza Armada protesta la Orden Ejecutiva de Donald Trump pero se inclina por la continuidad de la negociación. Hoy parten a Barbados los negociadores de Guaidó y Maduro.
La Vicepresidenta Ejecutiva, Delcy Rodríguez, y el comunicado de la Cancillería de Nicolás Maduro, dicen que Donald Trump le da una patada a la negociación y, sin embargo, se mantienen en la mesa, como Juan Guaidó, aunque para este, el bloqueo y las nuevas sanciones son otra cosa, son un apoyo de Trump, son un arma que le agrega fuerza en la mesa que continuará en Barbados. Que continúa ya. Pues confirman las fuentes que los equipos de Guaidó y Maduro parten hoy a Barbados. Van a la sexta ronda. Y vuelven al punto. Elecciones sin Maduro en el poder. Vuelven al punto, pero en otro contexto.
Estados Unidos ya tenía conocimiento de lo que estaba ocurriendo en la mesa. Y lo que pasó el fin de semana es que los delegados de Guaidó le confirmaron la situación a Washington, ante lo cual, lo que estaba en el papel, se hizo realidad en anuncios, firmas y discursos. El lugar y la fecha conveniente era la Conferencia de Lima. Habló John Bolton y abrió la caja de los truenos.
El régimen de Maduro lo sabía. Ya estaba advertido que vendrían más sanciones si seguía jugando a ganar tiempo. Cuando los negociadores del equipo de Guaidó se levantaron el viernes pasado, 2 de agosto, de la mesa de Barbados, el equipo de Maduro conocía por dónde vendría la respuesta a la negativa de negociar las elecciones libres sin Maduro en el poder. Allí se trancó el juego. Pero no se destruyó la mesa. Noruega emitió ese viernes un comunicado de señal positiva, a sabiendas de que las partes no cedían en sus posiciones, que los representantes de Maduro insistían en realizar elecciones parlamentarias a cambio del levantamiento de sanciones. Noruega arriesgó, puso en riesgo el esquema y la ruta, pero, dicen las fuentes, tal vez amarró esta próxima ronda, pasara lo que pasara en la Conferencia Internacional sobre Venezuela que se iba a celebrar –y se celebró- el martes siguiente en Lima, Perú. Tal vez Noruega les dijo: Dense otra oportunidad.
Estados Unidos ya tenía conocimiento de lo que estaba ocurriendo en la mesa. Y lo que pasó el fin de semana es que los delegados de Guaidó le confirmaron la situación a Washington, ante lo cual, lo que estaba en el papel, se hizo realidad en anuncios, firmas y discursos. El lugar y la fecha conveniente era la Conferencia de Lima. Habló John Bolton y abrió la caja de los truenos. Firmó Trump la Orden Ejecutiva que congela los activos de Venezuela y limita las operaciones de terceros –empresas y países- con el régimen de Maduro, y marcó la ruta de los próximos tiempos. Dicen las fuentes que se trata de un coctel letal. Que ni Rusia ni China podrán ayudar a Maduro. Y tampoco Maduro podrá aplicar lo que la Cancillería ha llamado una nueva arquitectura para superar las trabas que derivarán de la Orden Ejecutiva. Y aun con todo ello, Maduro se mantendrá en la negociación. ¿Por qué? ¿Lo desea? Porque la realidad se lo impone.
¿Por qué sigue y no se puede romper la negociación entre Guaidó y Maduro?
Con China y Rusia cuenta con el apoyo verbal. Pero no más allá de esto. Estados Unidos tensa la cuerda y reta a China y a Rusia que poco pueden hacer en el Caribe y América Latina. A Rusia y a China les conviene la resolución del conflicto por la vía de la negociación. Los intereses de largo de plazo se imponen. Tanto Vladímir Putin como Xi Jinping apuestan por el diálogo.
La realidad también le impone a los Estados Unidos apostar por todas las opciones. Bolton sigue hablando de que todas las opciones están sobre la mesa, y lo mismo Guaidó. Hasta el punto de que Bolton atacó a Maduro diciendo que no era serio en la negociación, pero nunca dijo que esa negociación no es seria. Al no atacar la mediación de Noruega ni el esquema, es porque guarda un resquicio de esperanza de que el paquete de sanciones, este casi ultimátum, pueda obligar a que Maduro recapacite y negocie en serio lo que se debe negociar. Que se convenza de que el estorbo es él. Y que le dé una oportunidad al chavismo de seguir siendo una fuerza política importante en Venezuela, siempre y cuando haya garantías de unas elecciones libres y sin el ventajismo del Estado, sin la violencia de los paramilitares armados, sin la parcialidad de la Fuerza Armada y el órgano electoral.