Daniel Gómez (ALN).- De aquí a 2030 el éxodo venezolano acelerará el crecimiento económico de Colombia, Panamá, Perú, Ecuador y Chile, asegura el FMI. Pero antes, apunta, tienen que dar respuestas a las demandas inmediatas de estos migrantes. No sólo en materia de salud y educación, sino en términos de inclusión laboral.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que el éxodo venezolano impulsará el crecimiento de los países en América Latina entre 0,1% y 0,3% de aquí a 2030. Aunque advierte: “El impacto sobre el crecimiento podría ser mayor y más inmediato si los migrantes encuentran trabajo acorde con su nivel de educación, lo cual podría ser facilitado mediante la adopción de políticas”.
Quienes firman el estudio, publicado este viernes en el blog digital del FMI, son Emilio Fernández-Corugedo, economista principal del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo, y Jaime Guajardo, subjefe de la división de Estudios Regionales de este mismo departamento.
Ambos explican cómo el éxodo venezolano supone una oportunidad de crecimiento a largo plazo, siempre y cuando sepan afrontarlo ahora. Son conscientes de que la migración es masiva. De que las economías de Latinoamérica no están en su mejor momento. Pero también apuntan que, si se adoptan las medidas de acogida correctas, el futuro de los países receptores podrá ser mucho mejor.
¿Y cuáles son estas medidas?
– Integrar a los venezolanos en el mercado laboral.
– Garantizar los servicios sociales.
– Coordinar la ayuda internacional.
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“Un reto clave para las autoridades de la región es cómo manejar la transición en momentos en que sus economías se han desacelerado y muchos países necesitan reducir su déficit fiscal”, se lee en el estudio.
El FMI divide estos retos por fases. A corto plazo explica que lo importante es “facilitar la integración de los migrantes en el mercado laboral y agilizar los procesos de convalidación de títulos profesionales”. También dar facilidades para crear empresas “maximizará el efecto sobre el crecimiento y minimizará la necesidad de ayuda pública”.
Hacia el futuro apunta el Fondo que “proporcionar acceso a la educación y la atención de la salud a los migrantes será fundamental para asegurar que tengan vidas largas y productivas, en beneficio no sólo de ellos mismos sino también de las economías en las que residen”.
Por último, hacen mención a la comunidad internacional y las ayudas que vienen del extranjero. “Se deberá considerar la cooperación internacional para ayudar a los principales países receptores a costear la asistencia que les brinden a los migrantes venezolanos. Las medidas que los países adopten individualmente para hacer frente a la migración, tales como la imposición de restricciones fronterizas, pueden complicar la situación para otros socios, lo cual apunta a la necesidad de un enfoque más regional”.
¿Por qué los venezolanos impulsan la economía?
Si lo anterior no se cumple, los países de Latinoamérica no podrán sacar partido del éxodo venezolano. Y no son pocas las ventajas:
– Muchos migrantes venezolanos poseen calificaciones y niveles de educación relativamente altos.
– Factores como el idioma y la cultura facilitan la integración de los venezolanos en las economías regionales.
– La expansión de la fuerza laboral también llevaría a una mayor inversión.
El FMI espera que en 2023 el éxodo venezolano supere los 10 millones de personas. Por el momento, Colombia es el país que ha recibido la mayor proporción, seguido por Perú, Ecuador, Chile y Brasil. El organismo proyecta que así seguirá ocurriendo en el futuro.
La migración será una oportunidad para todos estos países. Pero si quieren que realmente sea un motor de desarrollo, hay que facilitar los trabajos adecuados. Hoy “la mayor parte de ellos han aceptado empleos de baja calificación en el sector informal”, recuerda el Fondo
¿Por qué se marchan los venezolanos?
El FMI también explica los motivos que empujan a los venezolanos a migrar:
– La extrema pobreza aumentó desde 10% en 2014 a 85% en 2018.
– La grave escasez de alimentos y medicinas sigue afectando a la población.
– La fuerte caída de la actividad económica, que se contrajo 65% entre 2013 y 2019.
– La pérdida de productividad es consecuencia de la aguda caída de la producción petrolera, el deterioro de las condiciones en otros sectores y los cortes generalizados de electricidad.
– La hiperinflación sigue desenfrenada, con alzas de precios de cerca de 100% por mes.