Ernesto J. Tovar (ALN).- Nueve votos de diferencia libraron a Pedro Pablo Kuczynski de la destitución por parte del Congreso peruano, de mayoría fujimorista, por sus presuntos vínculos con Odebrecht. El resultado, sorpresivo pero agradecido por las voces más moderadas del ámbito político, y por la casi totalidad del sector empresarial, revela una seria derrota para un fujimorismo que resultó dividido.
Contra todo pronóstico Pedro Pablo Kuczynski seguirá siendo el presidente de los peruanos, después de que el fujimorismo de Fuerza Popular y la izquierda del Frente Amplio fracasaran en el intento de alcanzar los 87 votos requeridos en el Congreso para declarar la “permanente incapacidad moral” de PPK y su consiguiente destitución, por supuestos vínculos en pagos hechos por Odebrecht cuando fue ministro de Alejandro Toledo entre 2004 y 2007.
La derrota del fujimorismo -que solo logró 79 votos a favor tras una sesión parlamentaria de 14 horas de duración que se inició con el propio Kuczynski ejerciendo su defensa- se consumó con las 10 abstenciones de un grupo de congresistas de Fuerza Popular encabezado por Kenji Fujimori, hijo del encarcelado expresidente Alberto Fujimori y rival político de su hermana Keiko, la cabeza del partido.
Minutos después de terminado el debate, PPK envió un mensaje conciliador en Twitter, señalando que “mañana empieza un nuevo capítulo en nuestra historia: reconciliación y reconstrucción de nuestro país. Una sola fuerza, un solo Perú”.
Peruanos. Mañana empieza un nuevo capítulo en nuestra historia: reconciliación y reconstrucción de nuestro país. Una sola fuerza, un solo Perú.
— PedroPablo Kuczynski (@ppkamigo) 22 de diciembre de 2017
En similares términos se manifestó la segunda vicepresidenta y presidenta del Consejo de Ministros, Mercedes Araoz, quien afirmó tras la votación que “se debe empezar a vivir en reconciliación nacional, en paz”, al tiempo que descartaba cualquier “acto de soberbia, siempre hay apertura al diálogo”.
Araoz subrayó su “agradecimiento a los diferentes miembros del Parlamento que han votado de acuerdo a su conciencia”.
Y en este sentido, Kenji Fujimori, quien no pudo participar en el debate por hallarse suspendido por su propio partido por no seguir la línea política, divulgó un mensaje en redes sociales afirmando que “optamos en no apoyar la vacancia votando en abstención”, al dudar si “la declaración de vacancia contribuirá a la gobernabilidad. Esto proyectaría un periodo de turbulencia política con efectos negativos al desarrollo económico”.
Estimad@s amig@s nada impedirá que pueda expresarme y comunicarme con ustedes. Mi opinión sobre el debate de la vacancia presidencial. https://t.co/F63nvro9eS
— Kenji Fujimori (@KenjiFujimoriH) 21 de diciembre de 2017
La decisión de Kenji pesó en el fujimorismo y se reflejó en su ánimo poco antes de la votación: casi al final del debate se pudo observar a varios congresistas de distintas fuerzas políticas conversando en un clima de tensión por lo estrecho de la votación, destacando los gestos de recriminación de legisladores opositores hacia el propio Kenji Fujimori.
El momento político
PPK partió en esta moción con las apuestas en contra y con la popularidad en su peor registro en año y medio de gestión. Según la encuestadora Ipsos Perú, en datos divulgados por el periódico El Comercio, la aprobación del presidente pasó de 27% en noviembre a 18% en diciembre, tras conocerse su presunta implicación con Odebrecht. Y el rechazo a la gestión del mandatario alcanzó un máximo de 75%.
Sobre el fracasado pedido de destitución, la firma GFK Perú reveló, según el diario La República, que 53% de los peruanos consideraba que debía ser destituido, mientras que 43% optaba por dejarlo en el cargo.
También resalta que 71% de los consultados respondió que “debía investigarse más” antes de proceder a una destitución. Entre la presentación de la moción de vacancia y la votación tan sólo transcurrieron seis días.
Kenji Fujimori: “La declaración de vacancia proyectaría un periodo de turbulencia política con efectos negativos al desarrollo económico”
Como alivio para PPK cabe destacar que la percepción política del Congreso tampoco es buena, puesto que el 70% de los encuestados consideró que, si PPK salía del poder y asumía alguno de sus vicepresidentes, el Legislativo fujimorista presionaría y obstruiría su labor.
Ahora con esta victoria que le deja aire fresco, PPK debe lidiar con dos frentes: la confrontación de un Congreso fujimorista que todavía tiene la comisión especial Lava Jato, que investiga las actuaciones de Odebrecht en Perú, y transmitir confianza y seguridad en el terreno económico, para que el esperado crecimiento económico robusto, superior a cuatro puntos del Producto Interior Bruto (PIB), ocurra en 2018.
Kuczynski, tradicionalmente de tono conciliador, debió ser más firme y agresivo en su discurso en las horas previas a la sesión parlamentaria. Este cambio de actitud hacia una menos pasiva fue reconocido por analistas como un movimiento de supervivencia, que para un sector de la población es necesario para contrarrestar al denostado fujimorismo.
La consultora peruana Apoyo opina que tras lograr mantener el cargo, Kuczynski tendrá que emprender una negociación política con las otras fuerzas representadas en el Congreso, distintas al fujimorismo, con el que ya tuvo una “negociación” hace un par de meses al reunirse con Keiko Fujimori, pero que a los efectos no sirvió para reducir la confrontación.
En el aspecto económico debe demostrarse la estabilidad del gobierno, el marco legal y las reformas esperadas, pese a que la crisis política ya ha causado que haya expectativas negativas en el corto plazo y neutras en el mediano plazo, según la reputada consultora Eurasia Group.
Esta firma considera que las probabilidades de supervivencia de PPK crecieron tras su amenaza de que habría que convocar elecciones por la renuncia de los vicepresidentes que debían sucederlo si era destituido, lo que podía desestabilizar el piso electoral del fujimorismo.
También apunta Eurasia que aún si PPK lograba evitar la destitución, su disminuida influencia política y las tensiones con el Congreso obstaculizarían los esfuerzos de su gobierno por impulsar el crecimiento de la economía y también evitaría la aprobación de importantes reformas.
Por su parte, Apoyo estima que “una crisis política prolongada puede afectar las perspectivas de crecimiento del escenario base (alza de 3,5% del PIB) a la baja. El crecimiento mundial y de los términos de intercambio (sobre todo en metales) podría ayudar a amortiguar este impacto”.