Redacción (ALN).- La preocupación por un aumento en personas con hígado graso está en alza. A menudo, es una condición sin síntomas evidentes, lo que hace que muchas personas desconozcan que la padecen. Si no se trata a tiempo, puede evolucionar, desencadenando en enfermedades más complejas como la cirrosis o incluso el cáncer hepático.
Es considerada la enfermedad hepática más común en países occidentales y se reconoce como la causa más frecuente de alteración de las pruebas hepáticas de laboratorio.
Aunque el hígado graso es una condición seria, su naturaleza reversible en etapas iniciales ofrece una oportunidad de mejora. Para Magdalena Galarce, especialista en medicina familiar de la Universidad Católica de Chile, “con cambios en el estilo de vida y seguimiento médico adecuado, es posible revertir el hígado graso y prevenir complicaciones futuras. La clave está en la prevención y en tomar acciones proactivas hacia nuestra salud”.
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Qué es el hígado graso
El hígado graso, o esteatosis hepática, se caracteriza por la acumulación excesiva de grasa en las células hepáticas, cuyo origen puede ser no alcohólico (EHGNA) o relacionado con el consumo de este, provocando inflamación y daño hepático.
Esta afección está estrechamente vinculada al síndrome metabólico, que incluye obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión y dislipidemia.
“Una parte importante de la población relaciona las enfermedades al hígado con el consumo excesivo o prolongado de alcohol, aunque no es el principal responsable de los daños a este órgano”, indica la especialista. Según explica, condiciones como la diabetes, la obesidad y el sedentarismo son las principales responsables (sin olvidar otros componentes genéticos).
Estrategias de prevención y manejo
La doctora Galarce enfatizó que el hígado graso no da síntomas evidentes en sus fases tempranas y el diagnóstico suele realizarse por hallazgos casuales en una ecografía abdominal o en los exámenes de sangre.
“Por esto, la detección temprana es fundamental, lo que permitirá intervenciones oportunas que eviten su progresión. Hoy no existen medicamentos efectivos aprobados específicamente para esta enfermedad, siendo el cambio en el estilo de vida clave para lograrlo”, señaló.
Uno de los puntos esenciales es la alimentación, a través de una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras, reduciendo la ingesta de productos procesados y bebidas azucaradas.
“También la pérdida de peso es clave, considerando que bajar un 5% o más del peso lograría disminuir de forma significativa la esteatosis y los niveles de enzimas hepáticas. No podemos olvidar la práctica de ejercicios —sobre todo aeróbicos—, suspender el consumo de alcohol y poder tratarse con un equipo multidisciplinario, cuyas orientaciones serán más efectivas a la hora de lograr el objetivo que sólo la indicación médica”, destacó la doctora.
Los expertos recomiendan que todas las personas, durante sus chequeos médicos, consulten sobre la posible presencia de hígado graso, particularmente si tienen factores de riesgo como sobrepeso, obesidad, diabetes, hipertensión, resistencia a la insulina, niveles altos de colesterol o triglicéridos o mayores de 50 años.
Con información de Bio Bio Chile