Rafael Alba (ALN).- Según la revista Forbes, los productos y los derechos de las canciones del Rey del Pop han generado más de 2.100 millones de dólares desde su fallecimiento en 2009. La productora de televisión emitirá un documental en el que se escuchan testimonios de supuestas víctimas de la presunta pederastia de Jackson.
¿Recuerdan? El prodigioso bailarín, cantante y compositor Michael Jackson, también conocido como el Rey del Pop, se pasó sus últimos días luchando a brazo partido para esquivar la ruina. Había ganado más dinero que nadie en la industria musical, por supuesto, pero también batido todos los récords establecidos en el deporte del derroche. Las anécdotas de su prodigalidad se acumulaban en su entorno. Más allá del dinero invertido en su paraíso particular, el rancho Neverland del que le hablaremos con detalle más adelante, a este genio manirroto se le recuerdan muchas excentricidades relacionadas con su gusto por gastar los dólares que llegaban a su cuenta corriente a una velocidad supersónica. Se cuenta, por ejemplo, que de cuando en cuando se pasaba por Regis Galerie, una exclusiva tienda de antigüedades de Las Vegas, y se gastaba un par de millones de dólares en menos de un cuarto de hora. Sin inmutarse ni torcer el gesto, además. Es obvio que los propietarios de este comercio sintieron una enorme pérdida cuando se confirmó el fallecimiento del divo.
Según los datos de la revista Forbes, desde el año de su fallecimiento hasta el final de 2018, los negocios relacionados con el difunto Rey del Pop han generado la espectacular cifra de 2.100 millones de dólares (1.844,77 millones de euros), tras ajustar el impacto de la inflación al guarismo
Con este tren de vida, la situación llegó a tal extremo que a Michael no le quedó más remedio que tomar una decisión tan épica e histórica como todas las suyas para volver a ingresar una buena cantidad de millones, pagar sus deudas y salir a flote. Era 2009 y la crisis económica global se encontraba en pleno apogeo. Jackson firmó un contrato con la promotora AEG para regresar a los escenarios después de seis años de ausencia con una tanda de conciertos en el auditorio O2 de Londres, un local de tamaño asequible con capacidad para sólo 20.000 espectadores. Casi algo íntimo para sus estándares habituales. En principio se acordaron 10 actuaciones, que iban a tener lugar a partir de febrero de 2010. Pero las entradas que Ticketmaster puso a la venta en internet volaron en pocos minutos. Y eso que no eran baratas. Costaban entre 50 y 80 euros, aunque a los pocos días, en la reventa ya se pagaban más de 10.000. De modo que, finalmente, la cifra de shows quedó fijada en 50. Jackson se lo tomó en serio y se encerró con su troupe de músicos y bailarines en el Staples Center de Los Angeles para ensayar a tope, como quedó plasmado en el documental This is it, dirigido por Kenny Ortega, un cineasta y coreógrafo que fue autorizado a grabar los prolegómenos del retorno de la estrella.
Pero Jackson no estaba en su mejor momento y necesitaba cada noche una buena dosis de barbitúricos inyectados por vía intravenosa. Una costumbre que le provocaría la muerte, en circunstancias no del todo aclaradas, el aciago 25 de junio de 2009. Aquel suceso fue doblemente triste para sus fans porque Michael por fin había decidido volver a cantar cuatro años después de superar la peor pesadilla de su vida. Las acusaciones de presunta pederastia que le perseguían desde las primeras denuncias en 1993 y de las que no conseguiría librarse hasta el año 2005, tras un durísimo juicio en el que sería absuelto. Aunque la neblina nunca se disipó del todo, como veremos. Pero el triste suceso, sin embargo, trajo la prosperidad y la fortuna a sus herederos, tras la correspondiente disputa salvaje en los tribunales, por supuesto, que se agruparon luego en la compañía Michael Jackson State. Desde entonces todo ha ido viento en popa. Y los números son apabullantes. Según los datos de la revista Forbes, desde el año de su fallecimiento hasta el final de 2018, los negocios relacionados con el difunto Rey del Pop han generado la espectacular cifra de 2.100 millones de dólares (1.844,77 millones de euros), tras ajustar el impacto de la inflación al guarismo. Y la cifra promedio se sitúa en unos 400 millones de dólares al año (351,3 millones de euros), unos 50 millones de euros más que los que ingresan cada 365 días a cuenta de la explotación de sus derechos los más de 100.000 autores españoles asociados a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), entre quienes figuran músicos megavendedores como Alejandro Sanz, por ejemplo.
El documental de HBO
La voracidad de los gestores del legado es notoria, por cierto. Y les ha acarreado algún que otro problema con el fisco estadounidense, porque el grupo familiar y sus asesores no destacan por la buena disposición a pagar los correspondientes impuestos en tiempo y forma. Su posible falta de rigor a la hora de hacer caja, también les ha traído algún que otro quebradero de cabeza como las acusaciones, nunca desmentidas, de que tres de las supuestas 10 canciones inéditas incluidas en el álbum Michael, publicado en 2010 por Sony, no estaban cantadas, en realidad, por el pequeño de Los Jacksons. O los 30 millones de dólares (26,35 millones de euros) que les reclama el productor Quincy Jones por supuestas deudas impagadas a cuenta de los trabajos que realizó para Michael. Entre ellos la producción de Off the Wall y Thriller, los dos mejores álbumes del divo. Pero, en general, todo ha ido bien hasta ahora para los herederos de la estrella. Y podía ir mejor, porque 2019 se prometía especialmente feliz para todos porque en junio de este año se cumpliría el décimo aniversario de la muerte de Michael. Ya hay preparado un musical conmemorativo, con posible película biográfica asociada, que se estrenará en 2020, pero que tendría que empezar a promocionarse pronto.
HBO produjo un documental sobre los años más oscuros de Michael, titulado Leaving Neverland, que ha vuelto a poner sobre la mesa y de un modo especialmente contundente la posibilidad de que el divo fuera realmente un pederasta, a pesar de que la justicia dictaminara en su día lo contrario
Y, sin embargo, algo se ha torcido en el horizonte por culpa de los ejecutivos de la prestigiosa productora HBO, antiguo imperio de la televisión de pago por cable, que ahora se ha visto un tanto desplazado por el empuje de Netflix y el negocio del streaming. La cadena produjo un documental sobre los años más oscuros de Michael, titulado Leaving Neverland, que ha vuelto a poner sobre la mesa y de un modo especialmente contundente la posibilidad de que el divo fuera realmente un pederasta, a pesar de que la justicia dictaminara en su día lo contrario. El director Dan Reed ha recogido los testimonios de un par de presuntas víctimas y ha dibujado un perfil muy poco amable de Jackson. Una cara oculta ya conocida, a veces obviada, pero que cobra una mayor importancia y genera un gran rechazo en un momento en que el movimiento MeToo, el feminismo y las denuncias de abusos en el entorno de la Iglesia Católica estadounidense han instaurado un caldo de cultivo que puede resultar más que perjudicial para la rentabilización periódica y constante del legado del Rey del Pop.
La polémica pieza audiovisual se estrenó con gran revuelo en el último Festival de Cine de Sundance. Y levantó un gran revuelo. Pero los ecos parecían haberse apagado porque al fin y al cabo la cantidad de público que pudo verla entonces fue bastante limitada. Lo malo ha llegado después, cuando HBO se ha decidido a emitirla en dos trozos y ponerla a disposición de los suscriptores de su plataforma de streaming. La reacción de los herederos de Jackson no se hizo esperar, demandaron a la productora y a su matriz, Time Warner, por incumplimiento de contrato. La cadena había firmado un acuerdo con Michael en 1992 y a cambio de emitir uno de los conciertos de su exitoso Dangerous Tour, se había comprometido a no dañar la imagen del divo en sus emisiones. Para los herederos de Jackson el acuerdo sigue en vigor. Y no sólo eso. También han iniciado una campaña de imagen en los medios, en la que se han involucrado los hermanos de la estrella fallecida en la que recuerdan el veredicto judicial que le declaró inocente y acusan a los promotores del documental de haber producido una película deleznable, amarilla y sensacionalista y que se basa en hechos nunca comprobados. Y lleven o no lleven razón, lo tienen difícil. HBO ha decidido seguir adelante y en camino han encontrado algunos aliados poderosos como la locutora Oprah Winfrey, un icono de la comunidad afroamericana que se ha mostrado favorable a la emisión del documental.
Neverland otra vez en venta
En medio de toda esta polémica que aún va a mantenerse viva un tiempo, los actuales copropietarios de Neverland, que son los herederos de Jackson, y el fondo Colony Capital, cuyo fundador y presidente Tom Barrack es un gran amigo de Donald Trump, han optado por volver a poner a la venta está impresionante mansión situada en el Valle de Sycamore, según una información publicada por Forbes. Y esta vez se lo han tomado tan en serio, o tienen tanta necesidad de deshacerse de ella, que han aplicado una rebaja de 69 millones de dólares (60,6 millones de euros) al precio con el que inicialmente la sacaron al mercado hace ahora cuatro años. El mantenimiento y las reparaciones necesarias para conservar todo el complejo en un estado óptimo empiezan a salir demasiado caros, por lo visto. En 2015, los dueños del rancho aspiraban a ganar 100 millones de dólares (87,8 millones de euros). Dos años después, ante el desinterés detectado en los compradores potenciales, los vendedores se conformaban con sólo 67 millones de dólares (58,8 millones de euros). Pero tampoco consiguieron colocarla.
En medio de toda esta polémica, los actuales copropietarios de Neverland, que son los herederos de Jackson, y el fondo Colony Capital, cuyo fundador y presidente Tom Barrack es un gran amigo de Donald Trump, han optado por volver a poner a la venta está impresionante mansión
Ahora cualquier magnate interesado en este palacete diseñado por el prestigioso arquitecto Robert Altevers en 1982 cerraría el trato por mucho menos dinero. Basta abonar la módica cantidad de 31 millones de dólares (27,2 millones de euros) para pasar a la historia y convertirse en el nuevo propietario de Neverland. La cifra parece razonable por mucho que las últimas noticias estén a punto de convertir a esta impresionante propiedad ubicada en un maravilloso paraje de la soleada California en el exclusivo condado de Santa Bárbara, en una especie de paraíso tocado por una maldición, donde una estrella enloquecida se dedicó a saciar sus apetitos sexuales malsanos. Con la polvareda que se atisba en el horizonte, quizá lo más sensato sea deshacerse cuanto antes de la casa de los sueños de Michael. Y ese podría ser el motivo por el que los actuales propietarios se hayan decidido a recortar sustancialmente las pretensiones iniciales, bien aconsejados por Suzanne Perkins y Kyle Forsyth, los agentes de la inmobiliaria Compass que han recibido el mandato de venta.
Con este nuevo precio, ni siquiera se cubriría la inversión inicial de Jackson que pagó 19,5 millones de dólares (17,1 millones de euros) por ella en 1989. Una cantidad que, considerando la inflación acumulada desde entonces, ascendería ahora a 40,5 millones de dólares (35,5 millones de euros). Y ahí no estarían incluidos los gastos en que incurrió Michael para construir en la finca anexa, de más de 1.000 hectáreas, instalaciones adicionales como un lago de 16.000 metros cuadrados, una estación de bomberos o un teatro. Así que tal vez haya más prisa por vender de la que quiere reconocerse en público. Aunque los portavoces de los herederos de Jackson han negado a The Wall Street Journal que la decisión de volver a introducir en el mercado la mítica mansión no tiene relación alguna ni con el documental del que hemos hablado aquí, ni con las posibles consecuencias que su próxima emisión pueda tener. Y si ellos lo dicen será verdad. ¿O no?