Zenaida Amador (ALN).- En las últimas dos semanas la crisis política e institucional de Venezuela entró en un nuevo estadio. Algunos pudieran creer que el país se encuentra en un aletargamiento porque bajó la intensidad de la activación política de los ciudadanos en manifestaciones de calle, pero en realidad los acontecimientos recientes indican que se están produciendo movimientos cruciales dentro de las capas tectónicas del poder en Venezuela.
No hay una unidad monolítica en torno a Nicolás Maduro, ni siquiera la hay en torno al chavismo, y esto se ha hecho más evidente desde el 30 de abril, cuando Juan Guaidó se presentó en las calles junto a un grupo de militares exigiendo el cese de la usurpación de la Presidencia. Más allá de las consideraciones de si hubo o no una actuación precipitada ese día por parte de la oposición, lo cierto es que tales hechos imprimieron un ritmo distinto dentro de los cuadros de poder que rodean a Maduro.
Una muestra clara del quiebre interno de las fuerzas que lo acompañan fue la liberación ese 30 de abril de Leopoldo López, el principal preso político de Maduro. Este hecho ocurrió tras un indulto emitido por Guaidó, que fue acatado por efectivos del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), incluyendo a su director, el general Manuel Cristopher Figuera.
Si bien el régimen de Maduro respondió a los hechos del 30 de abril haciendo cambios estratégicos en varios cuerpos de seguridad, incluyendo al Sebin, donde nombró director al general Gustavo González López, pieza clave de Diosdado Cabello, el germen parece persistir en la institución y la liberación de Simonovis lo reafirma.
Luego de lo ocurrido, el régimen de Maduro trasladó a una cárcel de alta seguridad a otro preso político de influencia dentro de la Fuerza Armada: el general Miguel Rodríguez Torres, quien estuvo al frente de los servicios de inteligencia del Estado y tuvo una alta conexión con Hugo Chávez.
Vale destacar que a Rodríguez Torres lo detuvieron en marzo de 2018 por presuntamente tener participación en “acciones contra la paz y la tranquilidad públicas, y en conjuras y complots que perseguían la intención aviesa de atentar contra la unidad monolítica de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana”, según afirmaba el gobierno de Maduro en su momento.
El nuevo lugar de detención es una cárcel construida en el Fuerte Tiuna, principal instalación militar de la capital del país, como si no hubiera sido posible garantizar su permanencia en las celdas de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) donde lo mantenían recluido.
Los hechos hacen pensar que tal vez tales temores tenían fundamento, ya que este 16 de mayo se conoció que fue liberado Iván Simonovis, un preso político emblemático de Hugo Chávez.
“Iván Simonovis no se escapó, lo liberamos. Como parte de la Operación Libertad, firmamos un indulto al comisario Iván Simonovis que fue ejecutado hoy (16/05/19) por fuerzas democráticas leales a nuestra Constitución tanto del Sebin como de nuestra Fuerza Armada”, informó al país Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela.
Iván Simonovis no se escapó, lo liberamos. Como parte de la #OperaciónLibertad, firmamos un indulto al comisario Iván Simonovis que fue ejecutado hoy por fuerzas democráticas leales a nuestra constitución tanto del Sebin como de nuestra Fuerza Armada.
— Juan Guaidó (@jguaido) 16 de mayo de 2019
El comisario Simonovis cumplía una condena de 30 años dictada en tribunales tras el juicio por los hechos violentos del 11 de abril de 2002, luego de los cuales ocurrió la breve salida de Hugo Chávez del poder. El foco de la justicia fue la actuación de los policías dependientes del gobierno local de Caracas – para el momento en manos de la oposición- y no la participación de los llamados “pistoleros de Puente Llaguno”, que eran civiles armados adeptos al Gobierno de Chávez.
El germen queda
Si bien el régimen de Maduro respondió a los hechos del 30 de abril haciendo cambios estratégicos en varios cuerpos de seguridad, incluyendo al Sebin, donde nombró como director al general Gustavo González López, pieza clave de Diosdado Cabello, el germen parece persistir en la institución y la liberación de Simonovis lo reafirma.
A esto se suma otro hecho que puede desencadenar diversas reacciones dentro de la Fuerza Armada, como es el hallazgo en la mañana de este jueves del mayor del Ejército, Jesús Alberto García Hernández, sin vida y con un tiro en la cabeza. El efectivo era mano derecha del exdirector del Sebin, Cristopher Figuera, quien escapó a Estados Unidos luego de apoyar las acciones del 30 de abril, a propósito de lo cual el Gobierno de EEUU le levantó las sanciones que previamente le había impuesto.
Cristopher Figuera expresó su indignación por la muerte de García Hernández a través de un comunicado dirigido a los “soldados de mi patria y comandantes a todos los niveles”, donde dijo estar “seguro que ese hecho obedece a un asesinato selectivo y por encargo y lo harán ver como un hecho aislado, creando historias macabras a su alrededor”. Según escribió, “ese muchacho había manejado información sensible de los casos de corrupción más espantosos y aberrantes que se investigaron durante mi gestión en Sebin”.
Este fin de semana ya se había hecho público el pronunciamiento desde Estados Unidos de otro militar de peso denunciando al régimen de Maduro y su sometimiento a La Habana. El general de división Ramón Rangel, participante en la intentona golpista del 27 de noviembre de 1992, miembro de los círculos de confianza de Hugo Chávez y con ascendencia en cuadros de mando de la Fuerza Armada, incluso se atrevió a dudar del rol de los cubanos en la muerte de Chávez.
“No más castro-comunismo para Venezuela”, señaló el general, quien dijo haber vivido en Cuba y conocer la realidad de la isla, desde donde “han llevado esa condición política del Estado cubano al Estado venezolano y nos han sembrado ese psico-terror, que es lo que ha dado el miedo a la participación del pueblo y de la parte militar en buscar los cambios necesarios para no tener las condiciones de vida que tenemos hoy”.
¿Podrán Guaidó y la Asamblea Nacional resistir la última embestida del régimen de Maduro?
Balance de poder
El contrataque del régimen luego del 30 de abril ha implicado violencia y persecución, principalmente contra los diputados de la Asamblea Nacional. Las acciones recientes, más las que se vienen acumulando desde 2016, dejan un saldo de tres diputados presos, 13 en el exilio forzado, cinco refugiados en embajadas y ocho contra los cuales se han iniciado acciones de diversa índole. Sin embargo, la oposición está resistiendo e intentando que la Asamblea Nacional se mantenga activa. Incluso esta semana sumó a sus filas a un diputado chavista.
Aunque esta arremetida del régimen ha generado repudio mundial y un incremento de las sanciones, desde el 30 de abril también se nota un cambio en las gestiones que se adelantan desde varios frentes internacionales para solventar el conflicto venezolano, donde destacan las rondas de diálogo de las grandes potencias, la mediación de Noruega entre el chavismo y la oposición, y la visita a Caracas de representantes del Grupo Internacional de Contacto de la Unión Europea.
“No más castro-comunismo para Venezuela”, señaló el general Ramón Rangel, quien dijo haber vivido en Cuba y conocer la realidad de la isla, desde donde “han llevado esa condición política del Estado cubano al Estado venezolano y nos han sembrado ese psico-terror, que es lo que ha dado el miedo a la participación del pueblo y de la parte militar en buscar los cambios necesarios para no tener las condiciones de vida que tenemos hoy”.
En todo caso, en las últimas semanas la figura de Nicolás Maduro se ha resentido. Atrincherado, rodeado de su círculo más próximo en actos públicos limitados o en algunos encuentros con pelotones que le juran lealtad, Maduro trata de mostrar solidez y de transmitir que está gobernando. Sin embargo, todo pone en evidencia que no tiene margen de acción, ni capacidad para sorprender, ni músculo para ofrecer opciones porque la economía colapsa y el país entero es un polvorín a punto de estallar. Ni siquiera hizo el anuncio del aumento del salario mínimo que entró en vigor el 1 de mayo, una medida que en el pasado siempre trató de capitalizar políticamente.
Maduro cada día luce más como la ficha sacrificable por parte de cualquiera de los grupos que han estado a su lado y le han dado piso a su gobierno, pero que aspiran a sobrevivirle como el líder que puede remontar la crisis y darle continuidad al chavismo.
De hecho, las informaciones que han circulado a propósito del 30 de abril -revelando las gestiones hechas antes de esa fecha con figuras clave de su entorno para acelerar su salida del poder- exponen a Maduro como pieza de negociación para quienes buscan unas garantías mínimas con el fin de minimizar sus costos personales tras un cambio de régimen o que, incluso, buscan sostenerse en una posición de poder en una nueva etapa política en Venezuela.
En este sentido, no hay que perder de vista que el lunes 20 de mayo tendrá lugar la reunión del representante de Guaidó en Washington, Carlos Vecchio, con el Comando Sur de Estados Unidos. El jefe de ese cuerpo, el almirante Craig Faller, ya dijo estar dispuesto “a discutir cómo podemos apoyar el futuro rol de aquellos líderes de las Fuerzas Armadas que tomen la decisión correcta de poner en primer lugar al pueblo de Venezuela y restaurar el orden constitucional”.