Daniel Gómez (ALN).- En Bogotá se vio a un Juan Guaidó más duro contra el régimen y a un Grupo de Lima con más determinación. Los 11 gobiernos que firmaron la declaración, incluido el de Guaidó, aumentaron la presión diplomática y redoblaron el poder de la Asamblea Nacional.
Rogelio Núñez, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá de Henares, define el pulso entre Juan Guaidó y Nicolás Maduro como “una guerra de desgaste”, y esta es como una batalla entre una ballena y un elefante.
“Es una batalla entre dos colosos que no se pueden enfrentar. Porque uno tiene las armas en tierra, y otro tiene las armas en mar. Guaidó tiene un masivo apoyo interno, así como el de la comunidad internacional, y Maduro tiene a la Fuerza Armada”, explica a ALnavío.
Este lunes las armas de Maduro se intensificaron. Aunque hay que aclarar que el Grupo de Lima no es Estados Unidos. Por eso la declaración que firmaron 11 gobiernos americanos en Bogotá no coincide, no al menos todavía, en tres de las cuatro de las medidas concretas anunciadas en ese mismo foro por el vicepresidente, Mike Pence.
El Grupo de Lima no dijo nada sobre congelar los activos de PDVSA, la petrolera estatal, en Latinoamérica. Ni de traspasar los activos venezolanos del gobierno de Maduro al gobierno de Guaidó. Ni de restringir la entrega de visas al círculo de Maduro.
Lo que sí acordaron esos 11 gobiernos es convocar una conferencia para votar e incluir a la Asamblea Nacional en los planes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que no presta dinero a Venezuela a causa de las deudas con el chavismo.
En Bogotá también quedó claro que el cambio en Venezuela tiene que ser pacífico. Eso también lo dijo EEUU, aunque aclaró que todas las opciones, incluida la militar, están sobre la mesa. Y es que no era el momento de hablar de armas. Había más opciones sobre la mesa.
Cómo es esta guerra de desgate
Como explica Núñez, una de las características de la guerra de desgaste es que es “larga” para que poco a poco vaya “mermando las fortalezas del enemigo”. Se refiere a acontecimientos como el del sábado, que si bien no tuvo un resultado contundente, sirvió, por ejemplo, para debilitar a Maduro con el abandono de más de 100 de sus efectivos militares.
“A simple vista vemos que eso ha tenido poco efecto en el régimen, pero ha tenido más repercusión a un nivel que nosotros no vemos. Dentro del Ejército seguro que hay peleas, se comentan cosas, y esto son fracturas que pueden agrandar en un momento concreto”, explica Núñez.
Si uno se guía por las redes sociales, la Fuerza Armada está más unida que nunca en torno a Maduro. Con el ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino López, reiterándole su apoyo, llamándolo presidente. Con efectivos militares posando junto al mandatario, sonrientes, felices. Como si con ellos no fuera la cosa. Cuando en realidad la situación, según Guaidó, es la de una Fuerza Armada, que al menos en 80%, está a disgusto con Maduro.
En esta guerra de desgaste, hay que considerar la amenaza de la opción militar, que al final no se planteó, como un arma para meter miedo. “Pudo ser una jugada para atemorizar. Poner esta carta sobre la mesa y que de esa forma las diferencias del régimen salieran a la luz”.
Las armas de Maduro
Núñez recuerda que esta guerra de desgaste también la está jugando Maduro. ¿Cuáles son sus cartas? “Le interesa que el conflicto se alargue. Es a lo que ha jugado siempre el chavismo: a que la oposición se divida. Y lo ha venido consiguiendo. Por lo menos ahora se muestra una idea de unidad”, puntualiza el analista.
Esta unidad quedó confirmada en el Grupo de Lima. Sobre todo, en los discursos. Se vio a un Guaidó más contundente que nunca. “El régimen usurpador amenaza la estabilidad del continente. Es culpable de la crisis humanitaria que se transformó en millones de inmigrantes y refugiados en la región y ha demostrado su complacencia con grupos irregulares, redes de narcotráfico y crimen organizado”.
El comunicado de los 11 gobiernos también lo fue. Como la denuncia “ante la comunidad internacional al régimen ilegítimo de Nicolás Maduro por estar sometiendo intencionalmente a los venezolanos, y en particular a la población más vulnerable, a una sistemática privación de alimentos y medicinas, y de acceso a servicios básicos, para asegurar su permanencia en el poder”.