Ysrrael Camero (ALN).- El presidente Pedro Sánchez fue recibido, en la Puerta del Sol, por Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid. Esto parece anunciar alguna forma de tregua en lo que muchos definen como una escalada de enfrentamientos entre el gobierno autonómico y el Ejecutivo nacional.
En el marco de la reunión de este lunes, Pedro Sánchez ha reconocido que vienen más tiempos difíciles para Madrid, que se encuentra cruzada por tensiones que no son fáciles de resolver. Si el gobierno de coalición que preside Sánchez es endeble, no lo es menos el de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad Autónoma de Madrid.
A las puertas de la reunión manifestantes insultaban a Sánchez y pedían “resistencia” a Ayuso. Entre los protestantes se encontraban varios miembros del nuevo sindicato Solidaridad, creado por el partido Vox, que busca abrirse un espacio propio entre los trabajadores.
Antes de esta reunión, el domingo 20, movilizaciones populares cruzaban varios barrios del sur de la comunidad, rechazando las medidas de confinamiento impuestas por la presidencia autonómica, por presentar estas zonas una tasa de contagio superior a la media. Acusaban a Díaz Ayuso de establecer un cordón profiláctico de carácter clasista y racista sobre barrios trabajadores de la capital, como Carabanchel, Villaverde y Vallecas. Los movilizados exigían su dimisión.
Detrás de estas movilizaciones no sólo estaban las medidas, sino también un grave desliz comunicacional de la presidenta, quien, el 15 de septiembre, al tratar de explicar las razones por las que las cifras de contagiados en Madrid superaban al resto de las Autonomías, señaló entre sus causas el tipo de vida que llevaban los migrantes.
Este error encendió alarmas, incluso en el seno del Partido Popular (PP), porque puso gasolina en las históricas tensiones existentes entre el sur y el norte de Madrid. El territorio nos habla de tradiciones políticas. En las elecciones de 2019 el Partido Popular había ganado en el norte y noroeste de la capital, mientras que el Partido Socialista (PSOE) triunfaba en el centro y Unidas Podemos (UP) crecía en el sur. En Vallecas, Villaverde, Usera y Carabanchel ganaron los socialistas, mientras Chamberí, Ciudad Lineal, Salamanca y Chamartín respaldaron a los populares. En la Comunidad el “cinturón rojo” volvía a respaldar al PSOE, que ganó Parla, Fuenlabrada y Leganés. Norte y sur, una tensión que Ayuso podía estar alimentando.
Madrid, vitrina nacional del PP
El Partido Popular ha convertido a Madrid en un bastión a defender, así como en un mostrador para proclamar las virtudes de su gestión, tratando de contrastar con las incapacidades de la izquierda en el poder. Tras posicionar a dos de sus jóvenes promesas a la cabeza de la Comunidad y de la Alcaldía, con la ayuda de Ciudadanos (Cs), han usado su perfil para retar recurrentemente a Moncloa.
No fue fácil ese logro. En 2015 el Partido Popular había obtenido un tercio de los votos autonómicos, siendo primera fuerza con 48 diputados. Cuatro años más tarde cayó a 30 escaños retrocediendo en 300.000 votos. En el Ayuntamiento tampoco le había ido mejor, pasó de tener 21 escaños a 15, descendiendo de más de 500.000 votos a cerca de 400.000. El PP obtiene Comunidad y Ayuntamiento tras perder votos y escaños en ambos espacios, sin ser primera fuerza en ninguno de los dos. Todo gracias a la decisión de Ciudadanos.
Isabel Díaz Ayuso, quien había trabajado junto a Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes dentro del PP, se había caracterizado por un manejo cuidadoso de su imagen pública, pero su comunicación política ha venido presentando recurrentes fallas durante los últimos meses.
A diferencia de la presidenta de la Comunidad, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha mantenido una política de conciliación con todas las fuerzas políticas que hacen presencia en el Ayuntamiento. Incluso, luego de ser nombrado como vocero del PP, ha mantenido un perfil armónico, proyectando una imagen de funcionario eficiente.
En contraste, Ayuso ha escogido una postura que mezcla beligerancia con victimización. Se enfrenta con vehemencia contra el gobierno nacional, presentando a Madrid como víctima de las decisiones del Ejecutivo, como lo hizo al polemizar sobre las fases de la desescalada en mayo. Lleva esa beligerancia al seno del Parlamento Autonómico, donde ha chocado con los distintos grupos.
Las relaciones con sus socios de coalición tampoco son sencillas. En uno de los momentos más álgidos de la pandemia, durante el mes de mayo, un escándalo generado al conocerse el contrato de arrendamiento de un apartamento, quebró la confianza existente con Ciudadanos, de donde se sospechaba venía la delación. De allí en adelante, las relaciones entre las dos fuerzas políticas, que son también las relaciones con su vicepresidente Ignacio Aguado, han presentado varios momentos tensos.
El 15 de septiembre, tras escándalos y conflictos, las tensiones que cruzan la coalición gobernante llevaron al diputado autonómico socialista Ángel Gabilondo, portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, a solicitar el apoyo de Ciudadanos para una moción de censura que hiciera caer a Ayuso. Ignacio Aguado rechazó la iniciativa, al considerarla inoportuna e impertinente, ratificando su apoyo a la presidenta de la Comunidad.
Madrid, la oportunidad perdida de Ciudadanos
Esta tensión entre el Partido Popular y Ciudadanos se incrementa en el momento en que el partido naranja ha decidido volver al centro del espectro, tendiendo la mano al PSOE para aprobar unos presupuestos imprescindibles para que España haga frente, de manera efectiva, tanto a la segunda ola de la pandemia, como a sus consecuencias económicas.
No está de más recordar que esa voluntad política de ser un partido bisagra, que garantizara, con sentido común, una gobernabilidad moderada, con capacidad de pactar a ambos lados del espectro, le faltó a Ciudadanos tras las elecciones autonómicas del 26 de mayo de 2019.
Luego de esas elecciones autonómicas Ciudadanos tuvo en sus manos la gobernabilidad, tanto de la Comunidad como del municipio capital. La lista más votada en las autonómicas fue la del PSOE, así como en el Ayuntamiento fue la de Más Madrid, abriéndose la posibilidad de una negociación donde los votos naranjas adquirieron un peso decisivo. Ciudadanos podría haber escogido como socio a Ángel Gabilondo en esa ocasión, equilibrando cargas en la capital. Pero escogió jugar cuadro cerrado con el PP. Una oportunidad perdida.