Juan Carlos Zapata (ALN).- Los analistas lo vienen señalando. No es el mismo López Obrador que criticaba a la Fuerza Armada. No puede serlo. Ya no es el candidato. Ahora es el Presidente de México. Por tanto, Andrés Manuel López Obrador cambia el discurso. Se distancia de los juicios polémicos. Y envía otro tipo de señales. Algunas que pueden interpretarse como un alerta.
Se ha dicho. Es la primera vez que la izquierda llega al poder en México. Andrés Manuel López Obrador lo ha logrado. Y lo primero que ha dejado en claro es que el suyo no será un gobierno nada más, sino un cambio de régimen, radical y profundo, que pretende relanzar México, terminar con la corrupción, y darle comienzo a una nueva etapa histórica. La que ha llamado la IV Transformación.
Bajo esta óptica, todo entra en revisión. La política. La gestión pública. La relación entre funcionarios y empresarios. Los niveles de participación democrática. La seguridad pública. La política exterior, porque López Obrador hará frente común con la izquierda latinoamericana. ¿Y qué de la Fuerza Armada?
No hay duda. Hay un cambio en el discurso. Un discurso que recalca una tradición de lealtad, y un discurso que al mismo tiempo pretende ganar la voluntad de la Fuerza Armada en la lucha contra la inseguridad
En el discurso de toma de posesión, envió un mensaje directo. Casi como una advertencia. Parece una extraña advertencia simulada en una precisión histórica. Y no es otra nada más y nada menos que este recordatorio. Que nunca el Ejército en México ha dado un golpe de Estado. ¿A cuenta de qué decirlo? ¿Por qué en el acto de investidura? Recalcó el mandatario la lealtad del Ejército al poder civil. De hecho, en el recorrido histórico que hizo, habló de las tres transformaciones anteriores, de donde la segunda, la Reforma, tiene que ver con el predominio del poder civil.
En el mismo orden de ideas, López Obrador señaló que el Ejército no es un agrupamiento elitista. Y es como si pretendiera apostillar que quienes llegan al poder, tampoco lo son. Vienen de abajo. Del pueblo. Como ese Ejército que se ha “alimentado”, señaló, del pueblo raso. Aquí hay una comparación. Y la intención es directa. Lo mismo decía Hugo Chávez del Ejército en Venezuela. De modo que la Fuerza Armada terminó siendo llamada antimperialista, socialista y chavista.
López Obrador, enfático en que la corrupción cundió en el poder político y empresarial, en cambio libra del flagelo al Ejército. “En nuestra institución castrense no se han formado unidades corrompidas”. Un alivio para la Fuerza Armada. Un alivio que derive en apoyo, y respaldo, y confirme la tendencia histórica de lealtad al poder civil.
Señaló López Obrador que el Ejército cuenta con el respaldo de la opinión pública. Que el Ejército destaca por su profesionalismo eficaz, que ha sabido acudir en auxilio de la población cuando esta lo ha necesitado, que la Fuerza Armada ha hecho escuelas y universidades. De vocación es nacionalista, “nunca ha estado subordinada a ninguna hegemonía o fuerza extranjera”.
Un análisis de El País de Madrid destaca también esta línea política del nuevo mandatario. Señala el diario que López Obrador “ha desterrado toda crítica a las Fuerzas Armadas de su discurso, a partir de su aplastante victoria electoral en julio. Y más desde que jurara el cargo este sábado. Triunfador en las urnas, ungido en el Congreso, el nuevo mandatario enaltece a los ejércitos, dedicándoles grandes halagos. El sábado, al dirigirse a sus seguidores por primera vez como comandante en jefe, decía: ‘Las Fuerzas Armadas están entre las mejores instituciones de México (…) Se trata de un Ejército revolucionario, surgido del pueblo y que ha experimentado pocos quiebres en su unidad y disciplina’”.
¿Por qué López Obrador no perseguirá a los corruptos del pasado en México?
No hay duda. Hay un cambio en el discurso. Un discurso que recalca una tradición de lealtad, y un discurso que al mismo tiempo pretende ganar la voluntad de la Fuerza Armada en la lucha contra la inseguridad. López Obrador está empeñado en crear un nuevo componente militar, la Guardia Nacional.