Elizabeth Fuentes / Maximir Álvarez (ALN).- La diáspora latinoamericana se lleva consigo sus sabores, al extremo de que ya se han abierto varias fábricas de quesos en Estados Unidos y Europa, con miras a satisfacer un mercado gigantesco pero sobre todo leal a sus raíces. Hasta en Nueva Zelanda hay un venezolano enseñando a hacer quesos como en su país. Dietrich Truchsess, un ingeniero venezolano hijo de alemanes, decidió irse del país, como tantos otros, en busca de una mejor calidad de vida. Y terminó en Nueva Zelanda porque fue uno de los pocos países que no pusieron objeción a su edad. Con 50 años, esposa e hijos, comenzó una nueva vida, tan nueva que aprendió a hacer quesos, escribió un libro –Quesos venezolanos y colombianos hechos en casa-, y hoy día se hace llamar El Doctor Quesero, marca que se dedica a vender su libro vía internet, así como las herramientas necesarias para iniciar semejante emprendimiento.
“Hacer queso es más fácil que pelar mandarinas“, es su lema y en su portal lo explica paso a paso en un vídeo donde además hace gala del clásico sentido de humor venezolano.
Truchsess es otro latino más de los millares que han salido de sus respectivos países y añoran sus costumbres, su paisaje, pero sobre todo sus sabores, un mercado gigantesco ávido de probar arepas como en Venezuela o quesos como en México y Colombia.
Hacer queso es más fácil que pelar mandarinas, dice el venezolano Dietrich Truchsess
De hecho, solo en Estados Unidos existen al menos tres grandes empresas fabricantes de los distintos tipos de quesos venezolanos –Paisa, La Palmita y La Pradera-, con presencia en Miami, Tampa, Orlando, Houston, Washington, Minnesota y Nueva York, además de Curazao y Panamá, países donde se localizan muchos de los inmigrantes de Venezuela.
Para suplir al mercado europeo, también Antonina Bálsamo Manfre y Juan Carlos Mori Llaca abrieron 13 años atrás Quesera Los Llanos, en Asturias, empresa que elabora 14 tipos de quesos que son enviados a toda España, un negocio que nació con una pequeña inversión, 66.000 euros, y ya tiene entre sus planes exportar a Francia e Inglaterra varios de sus productos.
Queso mexicano no hecho por mexicanos
Pero no solo los venezolanos han buscado elaborar sus quesos en Europa. En Londres, la californiana Kristen Schnepp abrió Gringa Dairy, para fabricar el clásico queso mexicano. “Después de quemar mi vida corporativa, decidí seguir mi pasión y hacer queso”, señala en su portal. Entonces hizo un curso para aprender a hacer queso artesanal mexicano y en abril de 2013 logró abrir su propio negocio en el sur de Londres, donde fabrica Queso Fresco, Queso Chihuahua y Queso Oaxaca, el último de los cuales se ganó una medalla de oro en 2015 en el British Cheese Awards & International Cheese Awards. Cuando el jurado le preguntó por qué eligió abrir una fábrica de queso mexicano bajo un arco ferroviario en el sureste de Londres, ella respondió: “Bueno, porque nadie necesita otro cheddar”. A Schnepp le favoreció que la cocina mexicana haya aumentado enormemente de popularidad en el Reino Unido, lo que ha incrementado la demanda de los cocineros de la ciudad por el queso fresco mexicano y ha llevado a Gringa Dairy a comenzar a planificar su expansión.
Pero los centroamericanos también tienen sus aliados en Estados Unidos al momento de querer saborear sus quesos. A algunas marcas mexicanas que ya se consiguen en la mayoría de las grandes cadenas de automercados a escala nacional, se sumaron hace poco la de los hermanos Carlos y Marcos Reyes, cuya familia ha estado en el negocio del queso en Honduras desde hace años. Pero los jóvenes Carlos y Marcos Reyes decidieron emigrar a Estados Unidos con la idea de replicar la experiencia de sus padres. “Ya sabíamos que el mercado estaba aquí pero no sabíamos que era tan grande”, dijo Marcos Reyes, hoy dueño de Central American Foods LLC, al Journal Star.
La fábrica de quesos comenzó su producción en 2013 en Columbus, Nebraska, donde el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos los ayudó a seleccionar el sitio de la fábrica, y un representante del Consejo Económico de Columbus los condujo al Centro de Procesamiento de Alimentos de la Universidad de Nebraska-Lincoln. Allí las recetas de queso de la familia Reyes fueron revisadas para trabajar con leche pasteurizada en lugar del producto encontrado en Honduras y, para cerrar, luego de terminar el programa de emprendimiento en el Central Community College-Columbus, la ciudad les prestó 100.000 dólares, que unieron al respaldo financiero de un banco local. Hoy, su empresa produce cuatro tipos de quesos, tales como un parmiggiano llamado “queso seco“ en su país, dos variedades de queso fresco, uno de los más populares en toda Centroamérica, un mozzarella que a menudo rellenan con ingredientes vegetales, más una crema agria un poco más ácida que su contraparte americana, hecha especialmente para los diversos sabores de la comida centroamericana.
Al descubrir su calidad y diversidad, podría decirse que fabricar quesos latinoamericanos es un negocio de ganar-ganar en Europa y EEUU porque los emigrantes se reconcilian con sus sabores y los locales aprenden a degustarlos, una experiencia que difícilmente no repetirán.