Pedro Benítez (ALN).- El líder de la izquierda colombiana Gustavo Petro sigue al frente de los principales sondeos de opinión pública de cara a las elecciones presidenciales a realizarse este año en ese país. Pero su victoria, que hasta fines del año pasado parecía probable, ahora luce casi inevitable.
Incluso, es posible que Petro se imponga en la primera vuelta que se efectuará el próximo 29 de mayo, algo que, desde que se promulgara la actual constitución en 1991, sólo ha conseguido el ex presidente Álvaro Uribe.
Durante casi dos años, Petro ha liderado en solitario la intención de voto. Entre un 25 y 28% de las preferencias, solo seguido por el voto en blanco con un 18%. Dando como un hecho que se impondría en la primera vuelta, parecía suficiente armar una coalición que lo derrotara en la segunda y definitiva vuelta electoral prevista para el 19 de junio.
En este sistema de dos vueltas para ganar se necesita sumar más de la mitad de los votos en la primera. De lo contrario, los dos candidatos más votados disputarán una segunda ronda.
Según la mayoría de los analistas, el candidato que pase a competir con él en la segunda instancia tendría altísimas probabilidades de recibir el voto anti Petro y así derrotarlo. De modo que todas las estrategias de sus rivales se han desarrollado bajo esa premisa.
Previo a la elección presidencial, Colombia elegirá este domingo 13 de marzo a los miembros de su Congreso, Cámara de Representantes y Senado. Ese mismo día los colombianos también podrán escoger a los candidatos que representarán a cada coalición en las elecciones presidenciales.
Las tres coaliciones principales
Existen tres en las que participan 15 de los 19 precandidatos a la primera magistratura del país. De modo que el próximo domingo será una serie preliminar donde un buen lote de aspirantes quede eliminado y en teoría “sus votos” pasarían a sumarse al ganador de cada coalición:
El Pacto Histórico de izquierda, donde se da por descontado que ganara Petro.
Por la centroderecha el denominado Equipo por Colombia, cuyo favorito es el exalcalde de Medellín, Federico Gutiérrez.
Y por la centroizquierda la Coalición Centro Esperanza, con el también ex alcalde de Medellín, Sergio Fajardo, como su candidato más probable según los últimos sondeos.
La estrategia consiste en que el proceso de este próximo domingo sea suficiente impulso para que cada uno de estos dos últimos pasen a la segunda vuelta y luego derroten a Petro, tal como lo hizo el actual mandatario Iván Duque hace cuatro años.
Petro sigue ganando terreno
Sin embargo, las cosas en esta oportunidad podrían ser muy diferentes. Una encuesta del pasado mes de febrero patrocinada por Noticias Caracol, El Espectador y Blu Radio, indica que Petro se sitúa en el 44,6% de la intención de voto, muy por encima del segundo de la contienda, Sergio Fajardo con 15%.
No solo eso, según ese estudio de opinión pública el líder de la izquierda colombiana es el único de los candidatos que no ha perdido votos y por el contrario viene ganando terreno: 2,5 % desde noviembre.
Si como afirman los expertos en la materia, lo importante de las encuestas no es la foto del día sino la película, el desarrollo de la misma señala una clara tendencia. Además, siempre según esos datos, su coalición, Pacto Histórico, se impondrá con comodidad en las legislativas de este domingo con el 38% de los sufragios y en una segunda vuelta Petro ganaría con facilidad en todos los escenarios sin importar quién sea su competidor.
Un cambio como consecuencia de la paz
Por fuera de las coaliciones corren el independiente Rodolfo Hernández, exalcalde de Bucaramanga, cuyo ascenso se ha detenido en 13,1%, y el exministro Óscar Iván Zuluaga del Centro Democrático (del expresidente Uribe) cuyo apoyo habría disminuido del 12,7% de las preferencias en noviembre a solo el 8,4% en y en febrero.
Este último es un dato fundamental. Por primera vez desde 2002, cuando rompió con el centenario dominio bipartidista, el uribismo no determinará una elección presidencial en Colombia. O por lo menos hay fuertes indicios en ese sentido.
Más allá del juicio que se haga sobre el Gobierno del actual presidente Iván Duque, siempre bajo la inevitable sombra de Uribe, este cambio político en Colombia es una consecuencia paradójica del proceso de Paz que impulsó el expresidente Juan Manuel Santos (2010-2018). La guerra y el conflicto armado ya no son el interés principal del electorado colombiano.
La caída del uribismo
El uribismo ya no tiene el arrastre de otros tiempos para mover el electorado. Su bandera sobre la seguridad democrática, el miedo a la guerrilla, o ser una nueva Venezuela, no parecen tener el mismo efecto de hace cuatro años. Obviamente, también están pesando todas las dificultades que el actual mandatario Iván Duque ha tenido que ir enfrentando durante su mandato, aunque es posible que con el paso de tiempo el juicio sobre su administración sea mucho más benigno que en el presente.
Por otra parte, Petro recoge los frutos de una largo trabajo político nacional que empezó, por lo menos, desde su primera aspiración presidencial en 2010 donde apenas recogió el 9,1% de los sufragios, 1.3 millones de votos. Como suele ocurrir en algún momento las circunstancias terminan recompensando a la persistencia. Ha conseguido penetrar el mismo electorado que durante dos décadas votaba por “quien dijera Uribe”, los más pobres.
De su mano, la izquierda colombiana parece destinada a por fin alcanzar por los votos lo que nunca consiguió por las armas.