Daniel Gómez (ALN).- El Puente Internacional Tienditas representa esperanza. De los venezolanos que ansían ayuda humanitaria. También simboliza crueldad. De un régimen que mira por sí mismo, y no por un pueblo que muere de hambre. Literalmente. Además, el puente se erige como un escenario para la historia. El que decida la pugna Guaidó-Maduro. Ya comienza la cuenta atrás. Ya la ayuda descansa en la frontera.
El puente que separa la ciudad colombiana de Cúcuta del pueblito venezolano de Tienditas es, en este instante, el punto de más tensión política en el planeta. Más incluso que el paralelo 38 que separa las dos Coreas. Más que la Franja de Gaza. Y más que la frontera entre México y Estados Unidos.
Sobre este puente de siete carriles de asfalto desgastado por el sol, 280 metros de largo, un puente que nunca se inauguró, que construyeron dos enemigos, que hasta hace unos días estaba abandonado, se libra toda una guerra de nervios.
Entre hoy, el sábado, el domingo, o quién sabe si más adelante, se decidirá la pugna que libran Juan Guaidó y Nicolás Maduro. El presidente encargado contra el presidente ilegítimo.
Guaidó pidió ayuda humanitaria. Y EEUU respondió al llamado. De hecho, las cajas con alimentos y medicinas ya descansan en la frontera de Colombia con Venezuela. Lo siguiente será que crucen esa línea. ¿Qué pasará entonces? ¿Dejarán los militares pasar la ayuda? ¿Se resistirán? ¿Se creará entonces un conflicto binacional? ¿Internacional si interviene EEUU, del lado de Colombia?
Son preguntas. Preocupaciones. Incertidumbre. Tensión. Una batalla que se libra en los despachos de Caracas, pero que explotará, con un final feliz, o con el comienzo de un relato trágico, en los 280 metros del Puente de Tienditas.
La ayuda humanitaria ya está en la frontera
Dos inmensos camiones de la empresa Coltanques, escoltados por motos policías y coches negros, fueron recibidos en la ciudad colombiana de Cúcuta al grito de “fuerza Venezuela” y “fuera Maduro”. Eran los camiones de la ayuda humanitaria solicitada por el presidente encargado, Juan Guaidó.
Al recibimiento de los vehículos aguardaban decenas de personas. La mayoría de nacionalidad venezolana. Personas, rostros y familias que encarnan el fenómeno migratorio más masivo y triste de Latinoamérica. Masivo porque ha provocado un éxodo de tres millones de venezolanos. Y triste porque Venezuela lo tiene todo para ser la gran potencia latinoamericana. Pero no ha podido ser.
Los vehículos que movilizaron a los ciudadanos se aparcan en el centro de acopio instalado en el Puente Internacional Tienditas, el cual conecta Colombia con Venezuela a través de siete carriles bloqueados con contenedores y gandolas por la Fuerza Armada de Maduro.
Esta acción del régimen convirtió al puente en el más famoso del mundo. El jueves amaneció la prensa mundial –The Wall Street Journal, Folha de Sao Paulo, Clarín de Buenos Aires, El País de Madrid- con la imagen del bloqueo retratada desde el aire.
A la imagen también la acompañó un repudio. A Maduro. Quien lleva un lustro negándose a la ayuda humanitaria en un país donde 11% de la población está pasando hambre, según las Naciones Unidas. Y donde casi 90% de los ciudadanos son pobres, de acuerdo con la Encuesta de Condiciones de Vida, Encovi. Por datos así la gente huye del país.
¿Ante un momento histórico?
Hoy el de Tienditas es el puente más famoso porque representa la crueldad del régimen. Y también, porque puede ser el escenario de un momento histórico. Que puede rellenar literatura. E incluso llegar a la gran pantalla. ¿Se acuerdan de El puente sobre el río Kwai?
La película, dirigida por David Lean, ganadora de siete premios Oscar, se basa en la novela homónima de Pierre Boulle. Una ficción que recoge una historia verdadera. La construcción del puente ferrocarril sobre el río Kwai, en Tailandia, por el que pasaba el llamado “Ferrocarril de la muerte” hasta Birmania.
Lo que se cuenta en la película es ficción. Lo que ocurre en el puente de la ayuda humanitaria no. La realidad en la zona es que reina la incertidumbre. No se sabe qué ocurrirá. Ni siquiera se conoce el momento exacto en el que se entregará la ayuda.
El ansia se ve en la actitud de los venezolanos. Muchos de ellos han sido protagonistas en cadenas de televisión de todo el mundo estos días a raíz del envío de la ayuda humanitaria. Cuando hablan, su expresión favorita es “por favor”. “Por favor, dejen pasar la comida”. Y es un por favor referido a los militares.
Es el puente más famoso porque representa la crueldad del régimen, y también, porque puede ser el escenario de un momento histórico. Que puede rellenar literatura. E incluso llegar a la gran pantalla. ¿Se acuerdan de El puente sobre el río Kwai?
Mientras los venezolanos en la frontera cuentan su relato a las televisiones, muchos son incapaces de contener las lágrimas. Porque la realidad en Venezuela es que la gente llora de desesperación al no tener un futuro claro.
El instante en el que se entregue la ayuda será delicado. Los militares venezolanos tienen que ceder. Si no, el régimen ahondará en su crueldad. Si bien las señales no invitan al optimismo -con los contenedores y las gandolas bloqueando el puente, con las barricadas puestas en otros pasos fronterizos- la gente no pierde la fe.
Ya hay venezolanos que aguardan a las orillas del puente para ser los primeros en recibir la ayuda humanitaria. Otros hasta se pararon frente a los tanques que enviaban a la frontera.
Esta situación se vivió en Ureña, cerca de Tienditas. Unos tanques de Maduro arrollaron dos motos. Eso enfureció al pueblo, que llamó incompetentes a los militares y hasta los rodeó. Mientas los cercaban, un joven, furioso, pero también inconsciente, arrojó una piedra contra el tanque.
Aquel lanzamiento se sintió como cuando una mosca impacta contra el rostro. Para un tanque, ese bloque fue como un golpe leve. Sin embargo, para los militares, al igual que para las personas el zumbido de una mosca, no deja de ser una acción molesta. Sentirse odiado no es agradable para nadie. Ni para un militar de Maduro.
El caso es que la posible imagen, con la Fuerza Armada dejando pasar los alimentos y las medicinas que pidió Guaidó, con el pueblo feliz recibiendo los víveres, se antoja histórica.
Es de esas imágenes que lo cambian todo. Suben la moral, y eso es importante en una batalla. Como la que ahora libra Juan Guaidó, respaldado por los venezolanos y la comunidad internacional para que recupere la democracia, contra Nicolás Maduro, atrincherado en el Palacio de Miraflores y sostenido sólo por la lealtad de aquellos a los que les ha entregado el país.
La guerra fría está en Caracas, pero la caliente realidad se vive en el puente. Que es a su vez símbolo de la crueldad del régimen y de la esperanza que despierta Guaidó, así como escenario de una página para la historia.
¿Por qué no hay otro puente igual?
Ni el puente de 55 kilómetros que conecta las ciudades de Hong Kong, Zhuhai y Macao, tan largo que los sostiene una isla artificial. Ni el Puente de Brooklyn, ni el Golden Gate. Tampoco el Puente Romano de Córdoba. Tampoco el Puente Nuevo de París.
Ninguno es tan famoso como el de Tienditas, porque en estos momentos, ninguno merece un documental. Tampoco una novela. Y es que el paso binacional también esconde una historia de intrigas. De dos enemigos.
Terminado en 2016, el Puente Internacional Tienditas nunca se inauguró porque en 2015 Maduro decretó el cierre de fronteras. A Maduro no le gustaba lo que estaba haciendo el expresidente Juan Manuel Santos contra el régimen. Quién lo diría un año atrás, cuando en 2014 los dos gobiernos se pusieron de acuerdo para construirlo y financiarlo. 17,2 millones de dólares que pagaron Santos y Maduro para un puente que nunca se estrenó.
En este caso la ironía es doble. Porque Maduro construyó la que puede ser su propia tumba política. Y triple, dado que la inauguración puede quedar para la historia como el momento decisivo en la pugna Guaidó-Maduro.
¿Cómo está el ambiente en estos momentos?
Pese al bloqueo, Carlos Holmes Trujillo, canciller de Colombia, está convencido de que la ayuda llegará a los venezolanos. “El anhelo de un pueblo no lo contiene nadie. Menos una dictadura. Nosotros los colombianos, conjuntamente, vamos a ayudar a que llegue. Es el momento de la acción”, dijo este jueves al exministro venezolano Moisés Naím en el programa Efecto Naím.
El caso es que el plan de ayuda humanitaria sigue la ruta prevista. Estados Unidos ya culminó los primeros envíos de alimentos, medicinas y material médico a Colombia. El miércoles llegaron a Bogotá, y el jueves el Gobierno colombiano transportó los paquetes al centro de acopio instalado en el puente.
La comida ya está en la frontera. Falta que se produzca la entrega. El día: no se sabe. Las consecuencias: tampoco. El caso es que se avecina un momento histórico: el de la victoria de Guaidó, o el de la reafirmación de Maduro como un tirano.