Juan Carlos Zapata.- Guaidó dice que la lucha sigue. Que el balance de la lucha no puede medirse con el hecho de que Maduro se mantenga en el poder “ejerciendo como dictador” sino porque “la esperanza de cambio se mantiene”. Guaidó sigue convencido de que el chavismo está en su peor momento. Su peor momento histórico que ya abarca 20 años en el poder. ¿Pero en qué se equivocó? ¿Por qué Maduro sigue en el Palacio de Miraflores?
El periodista le pregunta: “¿En qué se ha equivocado?”. Y la respuesta de Guaidó no se hace esperar. “Probablemente subestimamos la capacidad de hacer daño de la dictadura”. La respuesta se la da al diario El País. ¿Es original? Ya otros han reconocido en el pasado que subestimaron a Maduro. Lo hizo también Henry Ramos Allup, secretario General del partido Acción Democrática, y quien fue el primer presidente de la Asamblea Nacional en 2016; esta Asamblea Nacional con mayoría opositora.
Pero Juan Guaidó aporta otros detalles. Considera que para conseguir el objetivo “faltó el factor Fuerza Armada”. Que la estrategia de lucha “no ha sido suficiente para lograr vencer el miedo, no solamente de la población sino de la coalición dominante, del círculo interno de la dictadura que se pudiera creer que por momentos están dispuestos a una salida negociada”.
Guaidó apostaba, y sigue apostando, por el quiebre de la Fuerza Armada. Guaidó sabe que Maduro no confía en la Fuerza Armada y que la Fuerza Armada tampoco confía en la oposición, tal como bien analizó el escenario para el diario ALnavío, Pedro Benítez. Por ejemplo, al ser preguntado sobre de qué sirvió la conspiración del 30 de abril, responde que para que “hablemos de esto hoy, que el mundo sepa que hay un descontento en las Fuerzas Armadas, de que no son monolíticas, de que el director de inteligencia del mismo Maduro está en contra de él. También de que no es suficiente, de que hay que buscar un mayor respaldo para poder producir la transición”.
Guaidó admite que “pensamos que podrían haberlo abandonado más rápido”. Y allí está la Fuerza Armada, sigue respaldando a Maduro. Guaidó no lo dice. Pero es una Fuerza Armada que no sólo tiene el control de las armas sino que gobierna, involucrada en las principales operaciones del país, en petróleo, en minerales. Es una Fuerza Armada que ejerce y arropa, que actúa como un partido político, involucrada en negocios, y como dice el exjefe de contrainteligencia de Hugo Chávez, el general Hugo el Pollo Carvajal, penetrada por el narcotráfico.
Tiene razón Guaidó cuando afirma que “por momentos” factores de la dictadura parecieran inclinarse por una solución negociada. Hasta la cúpula de la Fuerza Armada, en voz del general Vladimir Padrino López, llegó a decir que los militares se alegraban cuando las partes se sentaban a negociar. Esto en el marco de la negociación en la que mediaba el gobierno de Noruega. Pero uno de los negociadores de Guaidó dijo al diario ALnavío: ¿Qué podemos ofrecerle a la Fuerza Armada? ¿Qué podemos ofrecerle a los militares? Tienen el poder. Tienen los negocios. Los lícitos e ilícitos. ¿Cómo se puede negociar así?
Sin embargo, Guaidó apunta entre los logros las fisuras manifiestas que ha sufrido “la coalición dominante”. Dice que “no sido tampoco menor”. Y hace una lista de personajes que abandonaron al régimen:
La fiscal General Luisa Ortega.
El expresidente de PDVSA, Rafael Ramírez.
El general Hugo Carvajal.
El general Cristopher Figuera, exjefe del Sebin, la policía política.
Los militares que se sumaron al movimiento del 30 de abril.
Reconoce esas fisuras y también reconoce que “el resquebrajamiento de la coalición dominante ha sido mucho más lento de lo que quisiéramos”.
De modo que, afirma, “el reto es ver cómo generamos la presión suficiente para la transición a la democracia en Venezuela”. Y se trata de “alinear todas las variables”. Ello incluye:
Presión social.
Forzar definiciones.
Extender puentes con quienes “pudieran dar un paso”.
Mejorar el mensaje hacia las Fuerzas Armadas
“Extender alternativas”.
En esas alternativas incluye a Maduro. “Incluso al dictador”, dice.
Más unidad de la oposición, pues “la percepción de división puede generar daños”.
Un “mejor esquema comunicacional”.
“Una mejor narrativa”
Una mejor “justificación histórica de cara al futuro”.
Cuando el periodista le pide que defina en una palabra lo alcanzado en 2019, señala: “Lucha, insurgencia pudiéramos decir. Veníamos de un 2018 inexistente e insurgió un movimiento que pone en jaque en repetidas ocasiones a una dictadura”.
El libro Los Machetes de Juan Carlos Zapata ya está disponible en Amazon y Kindle