(EFE).- El Gobierno del presidente estadounidense, Joe Biden, está barajando endurecer aún más las restricciones actuales al asilo en la frontera con México, según confirmó a EFE un funcionario con conocimiento del asunto.
Una norma que entró en vigor en junio prohíbe que la mayoría de las personas que entren al país de manera irregular puedan solicitar asilo. La polémica restricción fue presentada como una medida «temporal», que se puede levantar cuando los cruces irregulares bajen a un promedio de 1.500 al día durante 7 días.
A dos meses de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, la Administración demócrata está considerando modificar esta regla para que sea más complicado levantar la prohibición: solo se congelaría si los cruces bajan a un promedio de 1.500 diarios durante varias semanas, según adelantó el diario The New York Times.
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De ser adoptada, la medida sería la última de una serie de acciones que el Gobierno demócrata ha tomado para restringir el derecho al asilo en EE.UU., contemplado en la ley desde 1980.
La frontera
Biden, quien llegó a la presidencia con un mensaje pro-inmigración y altamente crítico de las políticas del expresidente republicano Donald Trump (2017-2021) con respecto al asilo, ha endurecido sus políticas en los últimos años.
Su heredera política, la vicepresidenta y candidata demócrata a la Casa Blanca, Kamala Harris, ha indicado que comparte su misma visión y ha prometido revivir un pacto migratorio que inscribiría permanentemente en la ley estas restricciones presentadas como «temporales».
El prospecto de unas ajustadas elecciones en noviembre, junto con el auge del discurso xenófobo en el Partido Republicano, han llevado a los demócratas a cambiar su postura sobre la gestión de la migración, un tema que se coloca como uno de los más importantes para los votantes.
Las restricciones promulgadas en junio han sido ya demandadas por grupos en defensa de los derechos humanos, entre ellos ACLU, asegurando que son «incompatible» con el estatuto de asilo que promulgó el Congreso.
La ley permite que cualquier persona que esté en suelo estadounidense pueda solicitar asilo si teme volver a su país, independientemente de si entró por un puerto oficial de entrada o no.
Cientos de miles de personas han llegado en lo que va del año a la frontera sur de EE.UU., la primera economía del mundo y con una demanda laboral sólida, en busca de mejores oportunidades y huyendo de profundas crisis sociales y políticas en países como Venezuela, Nicaragua o Haití.
Todo el continente americano está registrando cifras elevadas de movimientos de personas, con más de 21 millones de personas actualmente desplazadas, según datos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).