Mariana Zapata (ALN).- Con una sonrisa de oreja a oreja, Kim Jong-un anunció que el misil lanzado por Corea del Norte y que sobrevoló Japón será el primero de muchos. No le amedrantan las amenazas de Estados Unidos. Él quiere probar la capacidad “de guerra real” del Ejército de Corea del Norte. Y todo, a golpe de carcajada.
Corea del Norte lanzó esta semana un misil balístico de alcance intermedio que sobrevoló Japón y cayó en el Pacífico Norte. El dictador norcoreano, Kim Jong-un, presenció y ordenó el lanzamiento con su sonrisa habitual. En todo momento aparece riéndose. Sentado en torno a una mesa con un mapa del Pacífico, las carcajadas brotan. No solo las suyas, también las de los seis militares que le acompañan. Todos se ríen. Nadie perdona el alborozo. Y eso que se trata de la enésima prueba de armamento realizada por Pyongyang, que en los últimos años ha acelerado el desarrollo de su programa nuclear a pesar de la presión que ejerce la comunidad internacional.
El rechazo unánime del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas no amedrentó a Kim Jong-un, quien aseguró que este misil será el primero de muchos. Japón y Corea del Sur acordaron incrementar la presión sobre Corea del Norte hasta “un nivel extremo” y el dictador norcoreano ni se inmutó. Con la sonrisa inalterable que muestra en cada aparición pública y, sobre todo, en cada ensayo militar con los que desafía la paz mundial, Kim Jong-un hizo hincapié en sus planes de disparar misiles que caigan en aguas cercanas a Guam, donde Estados Unidos tiene dos bases militares.
Fiel a su estilo provocador, Kim Jong-un aprovechó una vez más para enviar su propio mensaje a la comunidad internacional: el misil fue una forma, según recogió la agencia KCNA, de probar la capacidad operativa “de guerra real” del Ejército de Corea del Norte. Como en una escena de la película ‘El gran dictador’, de Charles Chaplin, Kim Jong-un tomó la bola del mundo y anunció que “es necesario seguir adelante con los trabajos que pongan nuestra fuerza estratégica sobre una base moderna mediante más ejercicios de lanzamiento de cohetes balísticos con el Pacífico como objetivo”. Como si la guerra fuera, en definitiva, un simple juego de niños.
Por su parte, el presidente de EEUU, Donald Trump, descartó la vía diplomática con Pyongyang. “Hablar no es la respuesta”, dijo. Tras el ensayo militar de Corea del Norte avisó que “todas las opciones están encima de la mesa” y poco después concretó en Twitter que la negociación diplomática no es la solución puesto que “EEU lleva hablando con Corea del Norte y pagándoles extorsiones durante 25 años”.
Aunque Trump no detalló qué está considerando la Casa Blanca, en agosto ya avisó de que “las soluciones militares están completamente preparadas, listas para el combate, por si Corea del Norte actúa de forma imprudente”.
Finalmente, el Gobierno español convocó este jueves al embajador de Corea del Norte en España, Kim Hyok Chol, para comunicarle la decisión de reducir de tres a dos el número del personal diplomático de dicha representación en Madrid, en respuesta al programa nuclear y balístico de Kim Jong-un. Tras señalar que el lanzamiento de misiles es una “violación de las resoluciones relevantes” del Consejo de Seguridad, el Gobierno recalcó su petición de una “desnuclearización completa, irreversible y verificable” del arsenal norcoreano, al constituir “un serio riesgo de conflicto”.
No obstante, hay quienes en vez de sonreír les da por bailar. Es el caso del mandatario venezolano, Nicolás Maduro. El pasado mayo, mientras el régimen reprimía a los manifestantes en la calle, Maduro danzó para celebrar el respaldo que obtuvo del Consejo Nacional Electoral, controlado por el chavismo, a la Asamblea Nacional Constituyente convocada por él mismo para perpetuarse en el poder.
América Latina tiene la desgracia de contar con una larga tradición de dictadores y caudillos, que han oprimido y reprimido con crueldad a sus pueblos. Una lista a la que Maduro acaba de unirse.