Mariana Zapata (ALN).- Esta semana, el aclamado director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel rompió nuevamente su silencio para pedirle a Nicolás Maduro que desista de la Asamblea Constituyente. En un artículo publicado en El País, apeló a un símil que bien funciona para una orquesta como para un país. Un mensaje directo para Maduro. Dudamel, siempre en clave musical, considera que urge «afinar un acuerdo que, desde la pluralidad y las divergencias, logre alcanzar una armonía política y social”. Su experiencia le dice que «como director de orquesta, he aprendido que nuestra sociedad, al igual que una orquesta sinfónica, está formada por un gran número de personas, todas ellas diferentes, singulares e irreductibles; todas ellas con sus propias ideas, convicciones y visiones del mundo. Esta maravillosa diversidad conlleva a que en la política, al igual que en la música, no existan las verdades absolutas y que para prosperar como sociedades –al igual que para alcanzar la excelencia musical– debamos crear un marco de referencia común en el que todas las individualidades se sientan incluidas más allá de sus diferencias». En otras palabras, una Venezuela en la que quepan todos los venezolanos. Con «un marco de referencia que contribuya a evitar el ruido y la cacofonía del desencuentro». Maduro no se ha dado por aludido.