Antonio José Chinchetru / Mariana Zapata (ALN).- Álvaro Uribe, Evo Morales, Rafael Correa, Cristina Fernández de Kirchner, Daniel Ortega, Luiz Inácio Lula da Silva, Alan García, Alberto Fujimori, Sebastián Piñera, Andrés Manuel López Obrador y Nicolás Maduro son los más destacados animales de rara especie vivos que han protagonizado la política en América Latina.
En la tierra del realismo mágico literario, la política también crea personajes con características muy especiales. América Latina ofrece una galería de gobernantes, y algún aspirante a serlo, que tan sólo pueden ser calificados de animales de rara especie. Es difícil encontrar en otros puntos de la civilización occidental protagonistas de la res publica en activo, o que lo hayan estado recientemente, con personalidades tan poderosas y peculiares al mismo tiempo.
Álvaro Uribe
El expresidente colombiano Álvaro Uribe ha demostrado ser un animal político de gran aguante, al que su megalomanía le impide aceptar de buen grado estar en un segundo plano. Como el caballo, capaz de llevar a su destino a aquel que se suba a su lomo. Condujo hasta la Presidencia del país a quien fuera su delfín, Juan Manuel Santos, con quien ahora está enemistado. También pudo, en alianza con su antiguo rival y actual socio Andrés Pastrana, lograr que los contrarios a las condiciones pactadas por Santos con las FARC vencieran contra todo pronóstico en el referéndum convocado al respecto. Su mayor derrota es que el actual mandatario se alejara totalmente de sus políticas. El enfrentamiento entre ambos tiene resonancias al otro lado del Atlántico, en España. José María Aznar, amigo y compañero ideológico de Uribe, no ahorra tampoco en duras críticas a Mariano Rajoy.
Evo Morales
Evo Morales es un presidente autoritario, que no ha dudado en violar la Constitución del país para afianzar su poder y mantenerse en él. Ha hecho del indigenismo mucho más que una ideología que se inscribe dentro del magma del llamado socialismo del siglo XXI. Para él supone casi la justificación de su Presidencia, casi se podría decir que es un ‘indígena profesional’. Sería el equivalente al oso frontino, el único animal de la familia de los úrsidos de América del Sur. En más de una ocasión ha sido presentado como el primer indígena en llegar a la Presidencia de un país latinoamericano.
Sin embargo, ese honor le corresponde al mexicano Benito Juárez, quien se le adelantó siglo y medio, puesto que su primer mandato arrancó en 1857. Las periodistas chilenas Elizabeth Subercasseaux y Malú Sierra publicaron en 2007 el libro Evo Morales, primer indígena que gobierna América del Sur. Tampoco esto corresponde a la realidad. Indudablemente, antes de la llegada de los españoles, hubo quien gobernara a los distintos pueblos precolombinos. Pero incluso en fechas recientes ha habido un presidente indígena en un país vecino de Bolivia. Se trata del peruano Alejandro Toledo, orgulloso de ser apodado “el Cholo”.
Rafael Correa
Como Álvaro Uribe, Rafael Correa está en guerra abierta con su sucesor, al que él impulsó como candidato a la Presidencia de Ecuador. Lenín Moreno y el exmandatario mantienen un duro enfrentamiento que no deja de ganar virulencia. Ahora la pugna se mantiene por la voluntad del anterior jefe de Estado ecuatoriano de presentarse de nuevo a la elección. Moreno quiere ponerle freno y ha impulsado una reforma para impedir la reelección presidencial.
Correa, cual pavo real, es muy dado al exhibicionismo. Ahí quedaron las imágenes en las que se le veía, el 30 de septiembre de 2010, abriéndose la camisa y reclamando teatralmente a los policías rebeldes que le dispararan al pecho para matarle. No ha sido el primer mandatario de la tierra en entregarse al histrionismo. En tierras italianas, Benito Mussolini llegó a convertirlo en un auténtico arte a la hora de dirigirse a los ciudadanos. Comparte con este último una pulsión autoritaria y un profundo rechazo a la libertad de expresión, hasta el punto de haber sido denunciado en numerosas ocasiones como el mayor represor de los medios en la región.
Cristina Fernández de Kirchner
La larga sombra de la corrupción y el autoritarismo perseguirá siempre a Cristina Fernández de Kirchner, la última gobernante peronista de Argentina. Astuta como un zorro, supo presentarse ante sus compatriotas como una nueva Isabelita Perón. Como esta última, legitimó tanto su candidatura como sus acciones de gobierno en la idea de ser la albacea de la herencia política de aquellos de los que son viudas.
Este era un reto difícil. Néstor Kirchner no disponía del carisma de Juan Domingo Perón, y en puridad nada podía presentar su esposa como legado de un líder de importancia histórica. Sin embargo, supo convencer a millones de sus compatriotas de todo lo contrario. Irónicamente, ella ha sido una gobernante que ha influido más en la evolución histórica del país que su marido. Es una herencia, eso sí, de corrupción, impunidad y claro alineamiento con los regímenes populistas latinoamericanos encabezados primero por Hugo Chávez y después por Nicolás Maduro.
Daniel Ortega
El presidente de Nicaragua es un superviviente nato, capaz de mantenerse vivo en las condiciones más hostiles. El fin del régimen sandinista en 1990, que siguió al final de la guerra civil, no supuso la muerte política de Daniel Ortega. El hombre que por primera vez llegó al poder de una forma similar a Fidel Castro, mediante una revolución en la que una dictadura de derechas fue sustituida por un régimen tiránico de izquierdas, llegó a la Presidencia de Nicaragua de forma democrática en 2007. Las libertades y las garantías democráticas no dejaron de erosionarse desde entonces de forma creciente en un país cuyo gobierno se sumó de forma entusiasta al bloque chavista. Logró, mediante una serie de trampas, que los jueces permitieran que se presentara de forma indefinida a la reelección. Lo hizo en 2011 y en 2017.
Luiz Inácio Lula da Silva
El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva es la cara amable del populismo latinoamericano, tanto que se retiró de la Presidencia del país gozando de un porcentaje de aprobación del 80%. Tenía una doble cara en varios sentidos. En su acción económica interior actuó como un moderado socialdemócrata que no cayó en las veleidades revolucionarias que hacían prever sus orígenes políticos.
En materia de política exterior fue todo lo contrario, al sumarse de forma entusiasta al bloque del Socialismo del Siglo XXI liderado por Hugo Chávez. En otro terreno, su mandato ocultó altos niveles de corrupción, con escándalos en los que él mismo se vio implicado. La semana pasada un tribunal de apelación confirmó y elevó de nueve a 12 años la condena que se le había impuesto por recibir un apartamento tríplex en la playa a cambio de ayudar a la constructora OAS a recibir contratos de la empresa pública Petrobras. Eso no impide, sin embargo, que siga siendo candidato a la Presidencia.
Alan García
Quien fuera presidente de Perú de 1985 a 1990 y de 2006 a 2011 es un animal político con gran instinto y una fuerte capacidad de aprendizaje. Su primer mandato fue propio de un populista latinoamericano de extrema izquierda. Bajo su Gobierno la economía del país se resintió profundamente. Tras dos primeros años donde las cifras macroeconómicas parecían responder positivamente, las cosas cambiaron radicalmente. Perú entró en una situación que en algunos aspectos parece un anticipo de lo que hoy vive Venezuela. La hiperinflación llegó al 2.775% en 1989, existían dos tipos de cambio (el legal y el del mercado negro) y el desabastecimiento de productos de primera necesidad se convirtió en norma en el país. Abundaron también los escándalos de corrupción. Para rematar, y en eso no se parecía a la Venezuela actual, los grupos terroristas peruanos estuvieron especialmente activos en esos años.
En su segundo mandato demostró haber aprendido las lecciones. Actuó como un gobernante moderado, partidario del libre comercio, obteniendo buenos resultados. Donde sí repitió errores, si bien eso no se supo hasta mucho después, fue en la corrupción. La larga sombra del caso Odebrecht se cierne sobre él.
Alberto Fujimori
La corrupción es posiblemente el menos grave de los males que se puede achacar a Alberto Fujimori. Es una rara avis entre los gorilas latinoamericanos, puesto que no es militar de profesión. Dio su golpe de Estado, y se convirtió así en un sangriento dictador cuando ya estaba en el poder. Impuso un régimen de terror, en el que no faltaron matanzas protagonizadas por paramilitares que actuaban junto a las fuerzas de seguridad. Se convirtió en un autócrata cuyo autoritarismo supone una página negra de Perú, a pesar de que lograra un buen desempeño económico y consiguiera enfrentar con éxito al terrorismo. Como otros gobernantes peruanos recientes, se ha visto salpicado por graves casos de corrupción, que se unen a los crímenes sangrientos cometidos por su régimen.
Sebastián Piñera
Sebastián Piñera se mueve con comodidad tanto en la política como en los negocios. Empresario de altos vuelos, entre sus actividades más destacadas en el sector privado destaca haber presidido LAN, que bajo su batuta pasó de ser una compañía regional chilena a convertirse en la gran aerolínea latinoamericana, con filiales en diversos países. En política, su destino pareciera ser alternarse con Michelle Bachelet en la Presidencia de Chile. Su primer mandato, que se desarrolló de 2010 a 2014, siguió al de la izquierdista. Cuando asuma de nuevo el cargo, en marzo de este año, lo hará de nuevo tras un periodo de gobierno de Bachelet. Piñera apuesta por reformas liberalizadoras y, en política exterior, siempre es un duro opositor al chavismo y sus aliados latinoamericanos.
Andrés Manuel López Obrador
Mientras la mayor parte de América Latina evoluciona hacia la superación del populismo de izquierdas, en México aspira a la Presidencia uno de los últimos representantes de la especie, Andrés Manuel López Obrador. También conocido por sus iniciales, AMLO, ya resultó derrotado en 2006 y 2012. Como el pejelagarto, un pez considerado un ‘fósil viviente’ por no haber evolucionado en los últimos 100 millones de años, su modo de entender la política parece cosa del pasado.
En opinión de los autores del libro El estallido del populismo, “no es un liberal ni un revolucionario, sino un caudillo con un aura religiosa: un redentor”. No sólo tiene paralelismo con Hugo Chávez, también con Donal Trump. Como el estadounidense, es un gran demagogo que se presenta como ajeno al establishment. Su biografía, sin embargo, desmiente tal pretensión. Entró en política en la década de los 70 del siglo pasado, cuando comenzó a militar en las filas del PRI. Pasó al Partido de la Revolución Democrática (PRD), que llegó a presidir a finales de los años 90, y de ahí al también izquierdista Movimiento de Regeneración Nacional, que también ha presidido. Además, ha sido jefe de Gobierno de Distrito Federal, ahora llamado Ciudad de México.
Nicolás Maduro
El actual presidente de Venezuela no es sólo el autoritario guardián de la herencia política de Hugo Chávez. También es heredero de la peor tradición latinoamericana de autócratas sangrientos. La represión de la oposición bajo su mandato se ha cobrado cientos de muertos. Como Alberto Fujimori en Perú, ha recurrido a la acción combinada de militares, policías y paramilitares, los conocidos como ‘colectivos’ chavistas.
Si el cangrejo es un animal que camina hacia atrás, bajo el mandato de Maduro el que retrocede es el conjunto del país. Desde que llegara al poder, se han ido desmantelando los pocos resquicios de democracia y los últimos restos de libertad que quedaban tras los años de su predecesor en el poder. A eso se suma la deteriorada economía. La hiperinflación ya supera la alcanzada por Perú en el primer mandato de Alan García y se acerca peligrosamente al pico del 3.079% del peor año de Argentina, 1989.