Pedro Benítez (ALN).- Para un candidato presidencial es fundamental permanecer en el centro del debate público, y si le es posible romper su propio techo de rechazo, pues mucho mejor. Eso es lo que el candidato izquierdista a la presidencia de Colombia por el Pacto Histórico, Gustavo Petro, está logrando, pero no en torno a él sino de su candidata a vicepresidenta.
En los próximos días y semanas el nombre de Francia Márquez se hará muy común en los medios internacionales cada vez que se hable de la elección presidencial colombiana, cuya primera vuelta se efectuará el 29 de mayo.
Abogada, de 40 años, mujer, negra, oriunda de una de las zonas más pobres, abandonadas y marcadas por la violencia y el narcotráfico en Colombia, Márquez ha sido distinguida por su activismo como feminista, defensora de derechos humanos y del medioambiente con el Premio Nacional de Derechos Humanos en el 2015 y el Premio Goldman en 2018, lo que ha hecho de ella una de líderes sociales más importantes de su país.
Con el apoyo de su movimiento Soy porque somos y del Polo Democrático Alternativo se presentó como precandidata dentro la coalición Pacto Histórico, compitiendo contra Gustavo Petro, Arelis Uriana, Camilo Romero y Alfredo Saade.
Sus inesperados 780 mil votos le dieron la segunda votación dentro de esa coalición y la tercera más alta de todas las consultas a nivel nacional. Un desempeño notable si toma en cuenta que en 2018 no logró ser elegida a la Cámara de Representantes del Congreso y apenas en diciembre pasado ni siquiera había conseguido recoger las firmas necesarias para inscribir su precandidatura presidencial. Es la sorpresa de esta campaña electoral.
Tiene un discurso progresista muy bien estructurado, con todos elementos característico de la nueva izquierda occidental; feminista, defensa a ultranza del medio ambiente, de las minorías excluidas, con una crítica solapada al capitalismo, pero que combinado con su estilo candoroso, su evidente buena fe y su origen, la hacen una contrincante difícil de atacar. Esa es su arma secreta. O mejor dicho, ella es el arma secreta de Gustavo Petro.
Además, le aporta un valor agregado que a Petro le interesa en particular, se supone que les habla a los más pobres. Ese sector que durante tres lustros siguió mayoritariamente el liderazgo del ex presidente Alvaro Uribe.
Por otro lado, aunque sigue siendo el candidato favorito en los sondeos de opinión, Petro es consciente de que también es un candidato que genera rechazo y miedo. Como ningún otro en esta carrera.
El uribismo, fuera de competencia
Con el uribismo fuera de competencia, por más que quieran endilgarle ese mote al ex alcalde de Medellín, Fico Gutierrez, Petro no tiene la ventaja de polarizar con otro candidato…por ahora. Esto podría cambiar si sus adversarios cometen un grave error.
Por lo pronto el ex alcalde de Bogotá y actual Senador, va jugando bien sus cartas.
Así, ha decidido que sea su compañera de fórmula y no él la imagen de la campaña en el departamento de Antioquia, el bastión tradicional del uribismo, donde hace cuatro años el actual presidente Iván Duque le sacó una ventaja de más de 1. 2 millones votos en segunda vuelta.
“En Antioquia es más fácil vender a Francia que a Petro”, se ha dicho de las mismas filas del petrismo. Esta es parte de la estrategia.
La otra parte consiste en presentarles una carnada a sus adversarios. Que la ataquen a ella por lo que representa y no por lo que dice. Esto último es el punto débil de la flamante candidata.
La torpeza de los rivales
En el debate de vicepresidentes que se dio esta semana, Francia Márquez cometió un desliz, al repetir una de las críticas constantes de Petro a los fondos privados de pensiones, confundiendo (deliberadamente o no) las cifras de los que aportan con los que ya cobran sus respectivos retiros, al compararlos con el sistema público de seguridad social. Este es un tema que la izquierda del continente ha asumido como caballo de batalla, empezando por Chile, país pionero en la creación de los famosos y polémicos fondos privados de retiro. Para Petro parece ser un tema irrenunciable.
Sin embargo, también implica un riesgo porque no hay nada que movilice más que el temor a perder el patrimonio. Y son millones los colombianos que tienen sus retiros en esos fondos. El flanco débil de la fórmula Petro/Francia Márquez es su postura fuertemente ideológica sobre este y otros temas. Mucho más que las que en su momento tuvieron los ex presidentes Hugo Chávez (1998) y Lula Da Silva (2002).
Pero la otra cara de la moneda es la torpeza en la que sus competidores pueden incurrir al atacar a su candidata a vicepresidenta por el tema racial. La discriminación que debajo de una delgada capa esconden las sociedades latinoamericanas no le cuesta mucho aflorar. Es en ese terreno, los derechos humanos y el medioambiente, donde Francia Márquez se desenvuelve con soltura, por encima de los complejos temas de políticas públicas, el manejo administrativo del Estado, la economía, la seguridad ciudadana o la seguridad social.
Petro sigue arriba
La izquierda siempre se mueve mejor en lo simbólico. Tal vez influido por la exitosa campaña de Gabriel Boric en Chile, Petro apuesta a moverse hacia ese terreno.
Y puede haber sido por eso que tomó una decisión que será determinante en esta campaña electoral: no pactar la fórmula vicepresidencial con el Partido Liberal y su jefe, el ex presidente César Gaviria. En vez de intentar amarrar la maquinaria electoral del más antiguo de los partidos latinoamericanos, se la juega con Francia Márquez.
Después de todo ella mostró que tiene su propio apoyo popular en la votación en las consultas interpartidistas, llegando, incluso, a retar a Petro antes de esas votaciones, cuando le dijo que él: “iba a ser su vicepresidente”.
El frío cálculo combinado con el fino olfato. Petro sigue arriba, aunque no por mucho. Necesita imponerse en la primera vuelta del 29 de mayo, o ganar con tal ventaja que su elección se dé como inevitable en la segunda vuelta del 19 de junio. Sus principales aliados son sus contrincantes. Cualquier pequeño error lo cambiará todo.