Redacción (ALN).- La agencia crediticia Fitch cree que con Joe Biden en la Casa Blanca, Estados Unidos “apoyaría a muchos países de América Latina a recuperarse del coronavirus”. Estos podrán beneficiarse de una mayor demanda interna, de facilidades para pedir financiación y de una diplomacia más amable y predecible por parte de Washington.
“La reconstrucción de alianzas, la búsqueda de la cooperación multilateral y la mejora de la previsibilidad de la política estadounidense ayudaría a muchos países de América Latina a recuperarse del coronavirus”.
Eso piensa la agencia de calificación Fitch sobre las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica bajo el gobierno de Joe Biden. Aunque el presidente Donald Trump sigue sin admitir su derrota, ha dado luz verde a la transición de poderes de cara al 20 de enero de 2021, cuando Biden tomaría posesión salvo que los tribunales digan lo contrario.
Fitch augura una relación más próspera entre EEUU y Latinoamérica, aunque no en el corto plazo. “El enfoque del nuevo presidente hacia la región puede tardar en verse a medida que reúne a su Administración y se enfoca inicialmente en los desafíos derivados de la pandemia y su impacto en la economía de Estados Unidos”.
¿Pero por qué la agencia es optimista con Biden y Latinoamérica?
Apoyar las exportaciones de Latinoamérica. Para Fitch el apoyo a las exportaciones de América Latina es una consecuencia de las medidas de estímulo interno que impulsará Biden para recuperar a EEUU del coronavirus. “Suponemos que se aprobará una nueva ronda de gastos de estímulo en el primer trimestre de 2021 después de la transición presidencial, que se limitará a alrededor de un billón de dólares, asumiendo el control republicano del Senado. Cimentar la recuperación económica de Estados Unidos respaldaría las exportaciones latinoamericanas, así como los flujos de remesas a México y América Central. Muchos bonos soberanos latinoamericanos se beneficiarán de la continua política monetaria flexible de Estados Unidos, lo que permitirá a quienes tienen acceso al mercado externo obtener préstamos a un precio relativamente bajo”.
La competencia con China. Con Biden, la batalla entre Washington y Pekín continuará. Esta, no obstante, se medirá en términos de influencia más que en términos comerciales, aunque ambas cosas vayan de la mano. Por eso Fitch apuntó: “Si bien los intentos de contrarrestar la influencia china podrían implicar un mayor despliegue de fondos de desarrollo estadounidenses e inversión privada, puede haber tensiones, por ejemplo, con respecto a los intereses comerciales chinos y la inversión en la región, como en el sector de las telecomunicaciones. América Latina podría seguir beneficiándose de un reapuntalamiento, ya que Estados Unidos busca reducir la dependencia comercial de sus proveedores chinos. La propia recuperación económica de China será un determinante significativo de los precios de las materias primas”.
Nuevo enfoque migratorio. Una de las promesas de Biden es la de cambiar la mano dura en las fronteras y apostar por el desarrollo económico de los países emisores. De ahí que prometiera un plan de 4.000 millones de dólares para el Triángulo Norte que conforman Honduras, El Salvador y Guatemala. “Esto busca abordar las causas profundas de la migración, movilizar la inversión privada, reducir la corrupción, mejorar la seguridad y el Estado de derecho, reducir la pobreza e impulsar el desarrollo económico. El progreso hacia estos objetivos podría respaldar la calidad del crédito soberano a lo largo del tiempo, pero los desafíos de implementación son importantes”, señaló Fitch.
Otro enfoque hacia México y Brasil. La agencia espera “una retórica menos agresiva” de Biden hacia México con respecto a la migración, pero no cambios significativos en el plano comercial con el país vecino. El punto más delicado, el acuerdo de libre comercio entre EEUU, México y Canadá actualizado por Donald Trump, fue apoyado por Biden en su momento, por lo que todo seguirá su curso. Con Brasil es diferente. Este país podría ser “una fuente de fricción”, dijo Fitch, por asuntos como el cambio climático y el choque de posturas entre Biden, un defensor de la economía verde, y el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, declarado negacionista.