Daniel Gómez (ALN).- Madrid se convirtió en un escenario de protesta en marzo. Primero con la reivindicación feminista del 8-M. Una semana después con la marcha por el clima y luego con la del movimiento independentista. Para clausurar el mes de las protestas, este domingo, día 31, tuvo lugar la última manifestación. La de las zonas rurales de España, desde donde acudieron a Madrid para exigir medidas contra la despoblación.
Pueblos que no superan los 10 habitantes. Que no tienen bancos, ni hospitales, ni trenes. Pueblos a los que el panadero llega, con suerte, dos veces por semana. Es la España vacía, “vaciada” como clamaba este domingo en Madrid una multitudinaria marcha que exigió medidas contra la despoblación.
Los datos están ahí. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, mientras provincias como Soria perdieron 23% de la población en cuatro décadas, otras como Madrid han crecido 73%. El motivo es simple: las oportunidades. En un territorio las hay, en el otro no, y en ambos se pagan los mismos impuestos. Por eso la protesta.
Si bien el número de habitantes de los pueblos vacíos de España invita a pensar en una minoría -como Illán de las vacas en Toledo, donde sólo son tres vecinos, o Salcedillo en Teruel, donde conviven ocho-, en conjunto demostraron ser una multitud.
100.000 personas de la España rural acudieron a Madrid, según las plataformas organizadoras, Soria ¡Ya! y Teruel Existe. 50.000, de acuerdo con los cálculos de la Delegación del Gobierno. En cualquier caso, una concentración multitudinaria a la que no detuvo ni la lluvia.
Madrid como capital del movimiento feminista
La despoblación moviliza a los españoles, como también lo hace el feminismo, “la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en tanto que somos seres humanos”, según la definición de la filósofa española Clara Amorós.
El 8 de marzo de 2018, España sorprendió al mundo -y así lo reseñó The New York Times con una noticia en portada- al colapsar Madrid con una manifestación feminista a la que acudieron 170.000 personas, según la Delegación del Gobierno.
Si aquello fue sorprendente, lo de 2019 lo fue aún más. 375.000 ciudadanos acudieron a la capital para reivindicar el papel de la mujer en la sociedad, y que no se sienta minusvalorada por su sexo.
En esta ocasión no fue sólo la capital. Las movilizaciones se dejaron sentir por toda España. También por Barcelona. Allí acudieron 200.000 manifestantes, un número mayor que en Madrid hace un año.
Al contrario de lo que se piensa, la lucha feminista no solamente reivindica la igualdad. Pide elevar el papel de la mujer, considerada hace apenas un siglo como una menor de edad, pues no podía votar, ni participar en política. Por poder, no podía ni llevar pantalones.
Las cosas han cambiado mucho desde entonces, pero todavía queda camino por recorrer. Como la igualdad salarial: las mujeres ganan 23% menos que los hombres, y la seguridad: desde 2003 en España han sido asesinadas 980 mujeres.
Los estudiantes marchan por el clima
Los españoles también se sumaron a la ola ecologista que despertó la estudiante sueca Greta Thunberg hace un año. Thunberg, de 16 años, se puso en huelga un 20 de agosto de 2018 y dejó de ir a clase para exigir a los políticos medidas reales contra el cambio climático.
Lo que pareció una ocurrencia de una adolescente se convirtió en un movimiento global. Thunberg se sentó todos los días de la semana en las afueras del Parlamento sueco con un cartel que ponía “huelga escolar por el clima”.
Thunberg pasó de estar sola, a sentir el calor de sus compañeros de clase y de otros institutos del país. Eso en Suecia supuso una revolución y los políticos se pusieron a tomar medidas reales contra el cambio climático.
Pero esto no detuvo la lucha de esta estudiante, sino que la animó a seguir con más. Thunberg decidió no ir a clase ningún viernes para que los políticos de todo el mundo se pusieran manos a la obra y así, desde Sídney hasta Nueva York, cada viernes miles de estudiantes en todo el planeta se ponen en huelga por el clima.
Greta Thunberg se convirtió en icono de masas. Ha comparecido ante las Naciones Unidas y este enero dio una conferencia en el Foro Económico Mundial en la que regañó a todos los hombres y mujeres de poder que acuden al evento en la ciudad suiza de Davos.
La protesta de Thunberg tuvo una explosión mundial. Y el viernes, 15 de marzo, todo el mundo al unísono gritó contra el calentamiento global, la extinción de los humedales y por el fin del plástico. Un grito que también cobró fuerza en Madrid. 4.500 estudiantes según la Policía Nacional, y 50.000, de acuerdo con los organizadores, paralizaron la capital en la gran marcha por el clima.
El movimiento independentista en Madrid
Después del viernes por el clima, Madrid se convirtió en la capital del movimiento independentista. Más de 60 colectivos en contra del juicio del procés convocaron una manifestación que llegó a Madrid.
El juicio del procés, que comenzó el 12 de febrero, aborda el proceso independentista catalán, y en concreto, los actos del 1 de octubre de 2017. Día en que se celebró el referéndum ilegal y en el que se produjeron los supuesto delitos de sedición y desobediencia contra el Estado.
Delitos que llevaron a líderes independentistas como Oriol Junqueras a la cárcel, y a otros como Carles Puigdemont a fugarse a Bélgica. Por la liberación de los presos, por la independencia del juicio del procés y por la libertad de expresión de los catalanes, 18.000 personas, según la Delegación del Gobierno, protestaron en Madrid.
La manifestación, que se saldó sin ningún altercado, movilizó 500 autobuses desde Cataluña y unos 15 trenes AVE, precisa El Periódico. El diario también añade que llegaron ciudadanos de Galicia, Castilla y León, Andalucía, Euskadi y Asturias a apoyar la protesta.