Antonio José Chinchetru (ALN).- A lo largo de varias décadas se dijo que en España había muchos ‘juancarlistas’ pero pocos monárquicos. Felipe VI llegó al trono cuando la monarquía estaba en el punto más bajo de popularidad en 40 años. Ha sabido dar la vuelta a la situación y se ha convertido en un monarca popular y querido, en gran medida por su firmeza ante el reto independentista catalán. Hoy abundan los ‘felipesextistas’, muchos de los cuales no fueron antes ni ‘juancarlistas’ ni monárquicos.
Durante décadas, fue un lugar común en España decir que había “pocos monárquicos y muchos juancarlistas”. Y algunos daban por hecho que la Corona tendría los días contados cuando Felipe VI sucedió a Juan Carlos I en la jefatura del Estado en 2014. Sin embargo, el actual monarca goza de una amplia popularidad y la institución real parece más afianzada de lo que ha estado jamás en los dos últimos siglos. La firmeza que ha mostrado el Rey ante el desafío independentista catalán ha reforzado su figura ante la mayor parte de los ciudadanos. Los desplantes y ataques por parte de los separatistas y sus aliados de Podemos no le erosionan, sino que le favorecen.
Desde la derrota de las tropas napoleónicas en la Guerra de Independencia y la restauración en el trono de Fernando VII, en 1814, una maldición parece haber perseguido a la dinastía de la familia Borbón en España. Nunca han reinado de forma consecutiva más de dos de sus miembros. A Fernando VII ‘el Deseado’, quien también pasó a la historia como ‘el Rey Felón’ por traicionar la Constitución de Cádiz y reinstaurar el absolutismo, le sucedió Isabel II. Conocida como ‘la Reina Castiza’ y ‘la de los Tristes Destinos’, terminó sus días en el exilio, al que marchó en 1868. En los tres años siguientes se sucedieron en la regencia el general Francisco Serrano, el reinado del italiano Amadeo I de Saboya y la I República.
Los españoles dieron al Rey una nota de 6,3 por su gestión de la crisis catalana
En diciembre de 1874 un Borbón, Alfonso XII, volvió a ocupar el trono. Le sucedió Alfonso XIII, quien marchó al exilio en abril de 1931. A continuación llegó la II República, la Guerra Civil y la larga dictadura de Francisco Franco. España volvió a ser una monarquía el 22 de noviembre de 1978, tras la proclamación de Juan Carlos I. Se abría así el reinado más prolongado desde el de Felipe IV (que duró de 1621 a 1665) y, muy poco después, también el más largo periodo democrático de la Historia de España.
En junio de 2014, cuando abdicó Juan Carlos I, la popularidad del monarca (los españoles le daban una nota de 3,7, según la encuestadora SocioMétrica) y la aceptación de la monarquía en España estaban en mínimos históricos. Hoy, sin embargo, la institución goza de muy buena salud.
La firmeza real
Desde el primer momento, Felipe VI supo mejorar la conexión de la monarquía con los ciudadanos. Los llamamientos a la firmeza contra la corrupción fueron acompañados de gestos de gran calado. Entre ellos, destaca el haber apartado de la Familia Real y cualquier acto público a su hermana la infanta Cristina y su marido Iñaki Urdangarin, protagonistas del caso de corrupción Nóos. Pero la verdadera prueba de fuego para el Rey ha sido el desafío independentista catalán. En España no faltan quienes creen que Juan Carlos I fue siempre demasiado tibio con el nacionalismo. A su hijo no se le puede atribuir tal característica.
Tras la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre, tomó la histórica decisión de dirigir un mensaje televisado a la nación española. Fue contundente en defensa de la unidad de España y el orden constitucional (Ver más: El mensaje del Rey es un llamado de atención a los partidos nacionales).
Su firmeza contrastó con lo que muchos consideraban una actitud timorata por parte del presidente Mariano Rajoy, que no se animaba todavía a activar el artículo 155 de la Constitución para intervenir la autonomía de Cataluña, cuyo gobierno regional actuaba abiertamente contra la Carta Magna. En la intervención en la cumbre del Foro Económico Mundial en Davos el pasado 24 de enero, Felipe VI volvió a enviar un menaje en defensa de “las normas y los valores democráticos recogidos en la Constitución” (Ver más: El rey Felipe VI reivindica el orgullo de ser español frente al desafío independentista).
Esta actitud ha sido muy bien valorada por la mayor parte de los españoles, con la excepción de los separatistas y los votantes de Podemos. Un sondeo de SocioMétrica para El Español publicado el 6 de enero reflejó que los españoles daban al Rey una nota de 6,3 por su gestión de la crisis catalana. Era superior al 5,8 otorgado a Albert Rivera y el 5,1 a Inés Arrimadas. Superaba por mucho más al socialista Pedro Sánchez (4,1), a Rajoy (3,7) y a Pablo Iglesias (2).
Felipe VI dispara la popularidad de la monarquía
Felipe VI goza de una amplia popularidad en España. También según un estudio de SocioMétrica para El Español, publicado a principios de noviembre, obtuvo una nota media de 7,2 (más del doble que la que consiguió su padre en el momento de la abdicación). En 2015, el primer año en el trono, logró apenas 4,3 y 6,4 en enero de 2017. Una encuesta de NC Report publicada por La Razón a principios de enero reflejó un estado de opinión similar. Los españoles otorgaron a la monarquía 7,2, que subió a 7,4 al ser preguntados por el Rey.
Desde 1814, nunca han reinado de forma consecutiva más de dos monarcas de la dinastía de los Borbón
La contrapartida es el rechazo que genera entre el independentismo y Podemos, aliado con este último, que se ha traducido en diversos desplantes. Al discurso del Rey el 3 de octubre, Carles Puigdemont replicó al día siguiente con otro en el que le espetó: “Majestad, así no”. Este domingo, el presidente del Parlamento de Cataluña, Roger Torrent (de Esquerra Republicana de Catalunya), y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (socia de Podemos), se negaron a asistir a la recepción que ofreció Felipe VI con motivo del Mobile World Congress. Eso sí, estuvieron presentes en la posterior cena. Ahí se pudo ver cómo Torrent fue el único comensal que no aplaudió tras el discurso del monarca.
Estos desplantes del separatismo y sus aliados no dañan al Rey. Al contrario, refuerzan su popularidad entre los españoles, que ven en ellos la ratificación de esta firmeza ante el desafío independentista. La popularidad de Felipe VI es tal que, si no ocurre nada grave, posiblemente rompa la maldición de la familia Borbón y la actual Princesa de Asturias llegue a reinar como Leonor I, encadenando tres monarcas consecutivos de la dinastía. Por el momento, ya ha conseguido que muchos que nunca fueron juancarlistas sí sean felipesextistas y, en muchos casos, hasta monárquicos.