Redacción (ALN).- Alejandro* ingresó en octubre de 2024 al Hospital Dr. Miguel Pérez Carreño tras sufrir un grave accidente de tránsito en el distribuidor La Paz, cuando se dirigía a su trabajo.
Debido a sus múltiples lesiones, fue trasladado de inmediato a la sala de emergencias. Tras tres horas de angustiosa espera, su padre recibió el diagnóstico: fractura expuesta de tibia y peroné.
La gravedad de las heridas requería atención inmediata. El equipo médico solicitó al padre diversos insumos: gasas, alcohol, gerdex, solución salina 0.9 %, parches para quemaduras e inyectadoras necesarias para atender las graves lesiones de Alejandro.
“Le hicieron el ingreso a mi hijo, el doctor me dio una lista de insumos y los clavos que debía comprar para la intervención, pues el hospital no contaba con eso”, dijo Miguel*, padre de Alejandro.
Miguel recorrió varias tiendas de insumos médicos buscando desde batas quirúrgicas hasta ampollas de anestesia. El costo total de los implementos ascendió a 900 dólares.
La cirugía programada para el 28 de noviembre en el Hospital Pérez Carreño nunca se realizó. A las 6:00 p. m., informaron a Miguel que todas las operaciones quedaban suspendidas hasta junio de 2025 por falta de insumos y quirófanos disponibles.
El traumatólogo explicó que el único quirófano operativo estaba reservado para emergencias críticas, y que Alejandro debía esperar más de cuatro meses en lista de espera.
El día de la operación
En enero, el especialista informó a la familia que la única manera de acelerar la intervención era mediante un pago directo de 1500 dólares al personal médico.
Desesperado ante el sufrimiento de su hijo, Miguel aceptó. Una semana después, logró reunir el dinero e hizo el pago en efectivo con el médico tratante.
“El pago se realizó en efectivo, supongo que para que no haya una evidencia física y me citó fuera del hospital”, detalló Miguel.
Finalmente, el 15 de enero, pasadas las 9:00 p. m., Alejandro ingresó al quirófano. Luego de varias horas de intervención, los médicos lograron estabilizar la fractura y asegurar la extremidad afectada.
La Constitución venezolana establece en su artículo 84 que el sistema público de salud debe ser gratuito. Sin embargo, según la Encuesta Nacional de Hospitales (ENH), en 46 % de los centros monitoreados se exigen pagos a los pacientes para recibir atención médica.
Entre las razones por las que se piden pagos, hasta julio de 2024, es para recibir una cirugía y la mayor cantidad de denuncias es hacia el personal médico. “Los montos oscilan entre 100 y más de 300 dólares”, detalló la encuesta.
Cada vez es más frecuente
Julio Castro, infectólogo e integrante de la Red de Médicos por la Salud, alertó sobre el incremento de esta práctica hacia finales de año, donde se exigen sumas considerables para realizar intervenciones quirúrgicas.
“Cada vez se hace más notorio que los hospitales exigen pagos para realizar la operación. En algunos sitios recibe la colaboración un médico, una enfermera o personal administrativo; esto es absolutamente irregular y pasa mucho más frecuente de lo que uno se imagina”, dijo en una entrevista para Román Lozinski, el pasado 30 de enero.
Castro destacó que esta tendencia prioriza la atención a personas con mayor poder adquisitivo. “Al revisar los registros hospitalarios, encontramos más cirugías plásticas que cirugías reconstructivas fundamentales como reemplazos de cadera”.
Pagos de consultas
Nancy* vivió una experiencia similar cuando llevó a su madre al Seguro Social de Guarenas tras sufrir una fractura de cadera en un accidente de autobús.
Al ingresar, solicitaron dos consultas con el internista por un total de 80 dólares en efectivo.
“El médico la examinó y la refirió con el traumatólogo del mismo seguro social. El pago se hizo en efectivo”, recalcó Nancy.
El traumatólogo solicitó una lista completa de insumos, desde materiales básicos hasta el kit quirúrgico completo, debido a la falta de recursos en el IVSS.
Una semana después, realizaron la intervención. La familia gastó aproximadamente 3000 dólares en insumos médicos y un aparato ortopédico.
“El mismo doctor que la operó nos vendió un kit de clavos que mi mamá necesitaba en 1500 dólares. El pago fue en efectivo y no tenemos facturas”, aseguró Nancy.
Salas saturadas
La saturación del área de traumatología obligó a mantener a Alejandro en la sala de yeso, con la pierna inmovilizada y suspendida por pesas, lo que intensificaba su dolor.
El equipo médico administraba calmantes y antibióticos intravenosos para prevenir infecciones, mientras Alejandro observaba cómo nuevos pacientes con lesiones similares aumentaban la ya extensa lista de espera.
Estas historias reflejan la realidad del sistema de salud venezolano, donde la escasez de recursos y la precariedad de los hospitales públicos convierten la atención médica en un privilegio accesible solo para quienes pueden costearlo económicamente.
Tomada de CU.
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