Leticia Núñez (ALN).- Bodegas Muntra, en pleno corazón de la Ribera del Duero (Burgos), vende el 30% de la producción a América Latina, fundamentalmente a Venezuela. Y todo, dicen, a pesar de “múltiples problemas burocráticos”. También están presentes en México y mantienen contactos para llegar a Brasil.
Muntra significa felicidad y alegría en sueco. Dos sentimientos que Ángel y María, padre e hija, pretenden evocar en cada una de las botellas de vino que salen de la pequeña bodega familiar que dirigen mano a mano. Ubicada en el municipio burgalés de Santa Cruz de la Salceda, de apenas 130 habitantes, este pueblo ha visto crecer a todas las generaciones de una familia dedicada a la viticultura que ha pasado de la tradición a la internacionalización en apenas unos años.
“En la casa se ha hecho vino toda la vida. Con la llegada de la Denominación de Origen Ribera del Duero se empezaron a poner viñas. Adaptamos la nave que ya teníamos y pusimos en funcionamiento la bodega”, señala Ángel Burgos, en una entrevista con el diario ALnavío. Su primera cosecha fue en 2006, tras una “pequeña inversión que luego se disparó”. Poco después, decidieron que había llegado el momento de crecer. Por ello, en 2009, entraron en juego las aportaciones de capital externo. Concretamente, las de un grupo de inversores procedentes de América Latina. Ángel y su familia aportan la uva, el capital humano y las instalaciones, y los socios latinoamericanos, el capital económico. La participación “es prácticamente igualitaria”, dice, aunque no concreta cifras.
Fruto de este esfuerzo y de las múltiples ferias a las que no dejan de acudir bajo el paraguas de la Ribera del Duero, Bodegas Muntra hoy exporta sus vinos (reserva, crianza y roble) a República Dominicana y Costa Rica “sin ningún problema”. Burgos asegura que “es igual que enviar el vino a Barcelona. Sin trámite absoluto”. Recuerda que fue un conocido el que les facilitó el aterrizaje y que lo único que tuvieron que hacer fue una declaración de cesión de marca para el país. “Habló con sus importadores y les interesó nuestro vino. A veces surge donde menos te lo esperas”.
Muntra está presente en Venezuela, República Dominicana, Costa Rica y México
Preguntado por los trámites que afrontaron, enumera: “Empezamos enviando muestras, llevándolas a sus laboratorios, te van pidiendo más información, te asignan un número de importador y empiezas a vender vino”. Allí trabajan con la principal cadena de supermercados, dirigida por españoles, y valoran la seriedad que les caracteriza: “Te dicen que el día 23 te hacen un pedido y así es”.
Sin embargo, Venezuela es en la actualidad el país al que se dirige la mayor parte de sus exportaciones. Gracias a las relaciones de sus socios latinoamericanos con un importador, los caldos de Muntra llegaron allí en 2011. Antes ya habían estado en Alemania (2008), México, Nueva York y Costa Rica. Pese a tener ese contacto, el proceso no fue sencillo. “Los trámites nos llevaron más de un año. Cuando ya lo teníamos, surgió un problema y hubo que cambiar el nombre del importador puesto que en las etiquetas tiene que figurar el nombre”, señala Burgos. Unas circunstancias que retrasaron los permisos alrededor de tres meses.
Al margen de cuestiones burocráticas, Burgos asegura que no hubo “ningún problema”. “Enviábamos las analíticas, los certificados de libre venta, la documentación del importador… Allí van paso a paso”, dice. Además, el hecho de que sus vinos se vendan en el duty free del Aeropuerto Internacional de Maiquetía Simón Bolívar les ha permitido experimentar un “importante” impulso.
Esperan llegar a Brasil
En total, Bodegas Muntra exporta el 30% de su producción, alrededor de 19.200 botellas, fundamentalmente de vino roble y crianza, y reserva en menor medida. La “inmensa mayoría” se dirige a América Latina. Aunque Venezuela es su mercado talismán, también está presente en las citadas República Dominicana y Costa Rica, y en México, donde los controles aduaneros “son más estrictos”.
Al margen de Latinoamérica, Muntra apenas tiene presencia en Europa, ya que su importador alemán cerró hace unos meses. Eso sí, venden a Rusia y están en conversaciones con Israel y China. “Está muy avanzado, pero no cerrado”, señala cauto. En la misma situación se encuentra Brasil, donde ya han contactado con un español que trabaja con brasileños. El 70% restante, unas 44.800 botellas, se queda en España, que se venden, sobre todo, en Madrid, Andalucía y Cataluña.
Por ahora, donde no ha prosperado la relación ha sido en Colombia y Perú. Fue hace cuatro años y Burgos recuerda que “las cosas no estaban como ahora”, tras la firma de los acuerdos de paz con las FARC. “Hubo interés mutuo, pero no se llegó a cerrar. También hubo una oportunidad para Lima, pero tampoco se materializó”, dice. No obstante, no se da por vencido: “Esto es algo que lleva mucho tiempo”. Donde, sin embargo, no se plantean llegar es a Chile. “Por Mercosur, entre ellos no se hacen competencia, están exentos de aranceles. Cuando nuestros vinos llegan allí [Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay] soportan unos aranceles importantes y, como mínimo, se duplica el precio de origen”.
El relevo generacional ya está en marcha
Ahora sus planes son “abrir más mercados internacionales” porque el español, según asegura, “está saturado”. “Hay una competencia tremenda. Recibimos vinos de todo el mundo, más todos los que tenemos, que somos el primer viñedo mundial”, agrega María. Por sus manos pasa, precisamente, el futuro de Bodegas Muntra.
En 2009, se produjo la entrada de capital externo en Muntra procedente de América Latina
Aunque ha formado parte del negocio desde que nació, se implicó más activamente hace tres años y medio. Tiene 29 y se ocupa tanto de ayudar con las catas a las enólogas, como de gestionar la vendimia y el campo, incluyendo los tipos de poda, el análisis de la uva y la selección de racimos. “Siempre me recuerdo en la bodega vieja con el abuelo”, menciona. María lo tiene claro: se ve al frente del negocio, pero no todavía. “Hay muchas cosas que, aunque quisiera, no podría hacer sola por conocimiento, tiempo y hasta por fuerza”.
Desde su llegada, son muchas las cosas que han cambiado. En 2014, inauguró la producción de vino blanco. En esta ocasión, como vino de la Indicación Geográfica Protegida Tierra de Castilla y León, puesto que Ribera del Duero solo ampara los tintos. “Hice 500 litros a ver qué pasaba y pasó que quedó bien. En 2015, se hicieron 2.200 litros y este año, 2.500”, explica. No obstante, asegura que el blanco es solo un aliciente y que quiere seguir elaborando tintos de calidad. Las etiquetas de las botellas también cambiaron. Ahora son más vanguardistas.
Pero no solo eso. Su intención es hacer microvinificaciones. Es decir, elaborar vino en depósitos de 8.000 litros y no de 20.000, seleccionando la uva. Y, por qué no, hacer algún tinto de autor, en tiradas pequeñas, para lograr un salto de calidad.
Un último cambio: ahora los vinos de Muntra destilan un marcado acento femenino. Junto con las dos enólogas, son tres chicas en bodega, “al pie del depósito”. Ella se enorgullece de que sean caldos hechos por mujeres y su padre lo corrobora. “Son más perfeccionistas y eso se nota en ciertos matices”.