Alonso Moleiro (ALN).- Todo un debutante en la infopista ha resultado ser el presidente de Bolivia. Su cuenta parece uno de los tantos remedos que se hacen de los famosos en la red. Ahí Morales se pavonea de su éxito político, sin dejar de ser todo lo originario y ancestral que siempre ha querido ser. La cuenta de Evo Morales, presidente de Bolivia, no parece su cuenta personal. Por muy presente que esté la bandera del país, escoltada por el damero cuadriculado y multicolor del Estado Plurinacional que él mismo ha promovido. Por mucho que se insista en que la cuenta está certificada, y que en ella se exija la salida al mar de la nación. Aquella, sencillamente, no parece la cuenta de Twitter de Evo Morales.
Claro: lo primero que pensaría un navegador digital desprevenido es que una cuenta de Twitter de un presidente en funciones no puede constar de poco más de 900 tuits. A estas alturas del campeonato, dirán algunos, en el actual estado de la historia, sostendrán otros, una cuenta de Twitter que muestre la foto de un presidente, y tenga solo 900 pronunciamientos, tendrá que ser un “fake”. Una impostura más de las muchas que yacen desmayadas en las redes.
La cuenta de Morales se aproxima a los 135 mil seguidores y sigue exclusivamente a cinco personas
Pero no. Si revisamos los detalles y nos aseguramos de lo fundamental, podremos reparar en que, en efecto, aquella es la cuenta de Twitter de Morales. Una cuenta que se aproxima a los 135 mil seguidores, y que sigue, exclusivamente, a cinco personas: un curioso circuito cerrado que integran Rafael Correa, Cristina Kirchner, Dilma Rousseff, Nicolás Maduro y el Papa Francisco.
Vemos al dirigente político, con sus chaquetas de terciopelo, con el mismo peinado que exhibiera Xavier Serbiá en los años del grupo Menudo, adornado con su collar de flores y coronado con su ración de papelillos de carácter étnico. Ahí están sus actos de gobierno, el enlace oficial de la Presidencia, sus reflexiones y sus pareceres.
Evo Morales se unió a Twitter, tal y como ahí mismo queda asentado, apenas a mediados de 2016, unos seis años después que la inmensa mayoría de los usuarios de ese dispositivo comunicacional. No quiere decir esto que Morales haya estado ausente del gobierno. Probablemente insinúe, como en otras ocasiones, que las sutilezas de la modernidad no le hacen demasiado juego al combativo dirigente sindical, y que algún asesor cercano debe llevar rato intentando convencerlo de la importancia estratégica de su presencia en la red.
“Evadas”
El ruido que le produce a Morales aquello que, por comodidad semántica, podemos denominar “los recados de la modernidad”, por cierto, no es nuevo. Hace unos años, el presidente de Bolivia había llegado a afirmar que las ingentes cantidades de hormonas que le colocan al pollo o a la carne en las sociedades industriales estaban produciendo estragos metabólicos. “Por eso es que vemos cómo aumentan tanto los casos de homosexuales en todos lados”. Lo mejor de las intervenciones públicas de Morales ha quedado compilado en un libro llamado Evadas, en el cual su paisano, Alfredo Rodríguez Peña, se ha dado a la tarea de compilar todas sus ocurrencias.
El 11 de febrero, Morales presentaba un reporte sobre el estado actual del lago Poopó, cerca de la ciudad de Oruro, consumido por la desertificación. En un tuit anterior, ese mismo día, Morales denunciaba: “Bolivia es víctima del calentamiento global, con sequía y sin lluvia en el altiplano andino”.
#Bolivia es víctima del calentamiento global, con sequía y sin lluvia en el altiplano andino.
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) 12 de febrero de 2017
El día 9, Morales se felicitaba por el resonante triunfo de su equipo, “The Strongest”, de La Paz, en el marco de la Copa Libertadores. “Un paso firme del Tigre en la Copa Libertadores, felicito al equipo y al cuerpo técnico. El triunfo, orgullo para el pueblo boliviano”.
Un paso firme del Tigre en la Copa Libertadores, felicito al equipo y al cuerpo técnico. El triunfo, orgullo para el pueblo boliviano. pic.twitter.com/OyFlJeU790
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) 10 de febrero de 2017
El día anterior, 8 de febrero, Morales replicaba a Mariano Rajoy, presidente del Gobierno español. “Con todo el respeto que merece el Pdte. Rajoy, América Latina no requiere de interlocutores. Son tiempos distintos, son tiempos de soberanía”.
Con todo el respeto que merece el Pdte. Rajoy, América Latina no requiere de interlocutores. Son tiempos distintos, son tiempos de soberanía pic.twitter.com/6Yw8T1K0WB
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) 8 de febrero de 2017
Evo Morales colecciona proclamas y reflexiones de contenido histórico. El día 4 de febrero, afirmó esto: “Como en tiempos de la inquisición, derecha fascista guarda rencor racista. Siempre buscaron quemar nuestra memoria, borrarnos de la historia”.
Como en tiempos de la inquisición, derecha fascista guarda rencor racista. Siempre buscaron quemar nuestra memoria, borrarnos de la historia
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) 4 de febrero de 2017
De todas formas, el boliviano ofrece interesantes contrapuntos, que hablan bien de su autonomía de criterios, sobre todo en materia de juntas. Morales atendió una invitación a la Casa Rosada de Buenos Aires y el día 9 fue visto dándole un entrañable abrazo al patrono neoliberal Mauricio Macri, su colega argentino. Morales le agradece la invitación y agrega: “Somos la #PatriaGrande, no del norte”.
Los temas de Morales parecen cortados con la misma tijera: el gobierno del pueblo, la soberanía, la memoria indígena, la esclavitud del pasado, los del norte y los del sur. Su predecible retórica y su balada con aires de revancha no han sido obstáculo para consolidar logros económicos concretos, no vistos en su país jamás, con altas tasas de crecimiento, inversión social y baja inflación. Porque, si lo vemos bien, con toda su obsesión ancestralista, los años de Morales han sido asombrosamente estables en Bolivia, alguna vez uno de los países más inestables del mundo. Resulta que le pertenecen a Evo Morales aquellos lauros que tanto anhelaron sus paisanos neoliberales “Gony” Sánchez de Lossada y Víctor Paz Estenssoro, entre muchos otros que lo intentaron y no pudieron jamás.