Rogelio Núñez (ALN).- Sobre las elecciones de Bolivia va a planear la sombra de Evo Morales. Su hegemonía colapsó en octubre pero ni él ni su partido, el MAS, son cadáveres políticos. De hecho, desde su renuncia, Morales ha buscado cómo incidir en la situación interna: primero afirmando que deseaba regresar. Luego trasladándose de México a Argentina para estar más cerca de la evolución de los acontecimientos. Y ahora planeando la estrategia a seguir y evaluando quién es el mejor candidato masista para cuidar su herencia.
Bolivia permanece a la espera de las nuevas elecciones que tendrán lugar a comienzos de 2020 tras quedar anuladas las del pasado 20 de octubre. El primer paso para convocar estos nuevos comicios ya se ha dado: el Legislativo boliviano ha elegido a los seis vocales del Tribunal Supremo Electoral que completan la sala que se encargará de organizar esos nuevos comicios.
La Asamblea Legislativa escogió a los nuevos integrantes del organismo electoral en una sesión donde se concretó un acuerdo de carácter interpartidista entre el MAS, la UD y el Partido Demócrata Cristiano, fuerzas que se enfrentaron en las elecciones de octubre y que estuvieron en bandos opuestos durante los sucesos que desembocaron en la caída de Evo Morales. Ha sido un ejercicio de convivencia y búsqueda de consensos en plena crisis nacional e institucional.
El nuevo panorama electoral se antoja diferente al de octubre. Entonces había una fuerza hegemónica (el MAS) y un principal referente opositor (la coalición liderada por Carlos Mesa). Ambos sumaban en torno al 80% de los votos. Antes de que se produjera el apagón del recuento y previo a que ocurriera el fraude denunciado por la OEA el resultado al 80% indicaba que Morales sumaba el 45% y Mesa el 37%. Ahora más que una Bolivia polarizada en dos grandes referentes todo apunta a que va a ser una Bolivia más fraccionada.
Una Bolivia de los tres tercios
Desde 2005 a 2019 Bolivia fue un país marcado por la hegemonía del Movimiento Al Socialismo (MAS) que ganó las elecciones de 2005, 2009 y 2014 con mayorías que superaban el 50% y se acercaban incluso a los dos tercios. Morales fue electo sin necesidad de acudir al balotaje en 2005 y reelecto en primera vuelta en 2009 y 2014, de forma arrolladora: pasó del 53% (y 25 puntos de ventaja sobre su principal adversario) en 2005, al 64% en 2009 (con casi 38 puntos de ventaja) y al 63% en 2014. Hace un lustro fueron casi 40 puntos de ventaja los que consiguió el exmandatario sobre su principal rival mientras que bajó significativamente en los comicios de octubre.
Ese predominio masista ha desaparecido, algo que ya se pudo comprobar, incluso, en las elecciones de octubre cuando, pese al fraude, Morales no alcanzó el 50% y vio reducida su distancia.
Para las elecciones de 2020 todo apunta a la conformación de tres grandes candidaturas cada una rondando en torno a un tercio de los apoyos.
Sin duda una de ellas será la del MAS. Otra la de Carlos Mesa, segundo más votado en las elecciones de octubre. La tercera la encabezará alguno de los líderes de las movilizaciones contra Morales, bien el cruceño Luis Fernando Camacho o bien el potosino Marco Pumari. Tampoco se puede descartar la aparición de un candidato sorpresa como lo fue Chi Hyun Chung en octubre, quien superó el 8%.
Las primeras encuestas -de noviembre- mostraban un cuádruple empate técnico entre los dos líderes del movimiento anti-Evo (Luis Fernando Camacho y Marco Pumari), uno de los posibles herederos de Morales (Andrónico Rodríguez) y Carlos Mesa.
Al final los votos se concentrarán en tres grandes bloques: el de los herederos de Evo, el de la opción centrista de Mesa y el de quien logre enarbolar -y acaparar- más firmemente la bandera y el éxito de los sucesos de octubre/noviembre.
1-. El masismo, huérfano de su líder y con desavenencias
La candidatura masista tiene dos graves problemas: el primero la ausencia de Morales y la segunda la existencia de fuertes y crecientes divisiones internas. La presidenta del Senado, Eva Copa, mantiene una pugna frente a los sectores del partido más cercanos a Morales, en especial Adriana Salvatierra, expresidenta del Senado e históricamente considerada la delfín del mandatario.
Esta cuenta con el respaldo de dirigentes de las centrales del trópico de Cochabamba, quienes, en una concentración en el municipio de Villa Tunari, plantearon que la presidencia del Senado sea asumida por el senador Pedro Montes en reemplazo de Eva Copa. La bancada de senadores del MAS, sin embargo, se encuentra unida y respalda a Eva Copa para que continúe al frente de la Cámara Alta.
¿Quién podría ser el candidato presidencial del MAS?
Existe una amplia lista de posibles candidatos (en torno a siete) aunque algunos ya han sido proclamados.
En Cochabamba, bastión político del masismo, se inclinan por Andrónico Rodríguez, quien no ha rechazado la oferta: “Es momento de que la juventud comience a demostrar protagonismo y la construcción de su presente (…). Ahora, más que nunca, debemos seguir los pasos de nuestros padres y algo que nos enseñó nuestro hermano presidente (Evo Morales), de manera inclaudicable: hay que desprendernos de todo interés personal o grupal. La unidad es símbolo de grandes victorias”. No parece ser el candidato preferido por Morales, quien desde Argentina, manifestó que “es muy joven (tiene 30 años) para ser candidato a la Presidencia”. Además, sectores sociales de las 20 provincias de La Paz proclamaron al excanciller David Choquehuanca, quien también parece dispuesto a hacerse cargo de la herencia evista: “Asumo como una responsabilidad histórica este desafío”.
Quién puede ser el candidato de Evo Morales para las próximas elecciones en Bolivia
El analista Raúl Peñaranda no cree que deba darse por muerto al MAS pese a que haya perdido el control del aparato del Estado y no tenga cerca a su caudillo carismático. En Página Siete, Peñaranda aseguraba que “hay que considerar que el MAS tampoco tendrá a los medios estatales, y a muchos privados, para informar positivamente sobre su gestión. Ni los millones de dólares de propaganda. Ni el avión presidencial para ir a todos los rincones del país para hacer campaña. Ni la manipulación del voto en Argentina. Ni la coacción a los votantes rurales… Con todo ello, el MAS podría aspirar a lograr entre un cuarto y un tercio del voto nacional. No está nada mal para cualquier partido y menos después de haber gobernado durante 14 años. Podríamos decir que ese es el primer ‘tercio’ de votantes que podría registrarse en las elecciones del próximo año”.
2-. La alternativa centrista de Carlos Mesa
Carlos Mesa, que a lo largo de 2019 se alzaba como el hombre destinado a canalizar el voto anti-Evo y a polarizar el país, ahora juega, sin embargo, el rol de candidato centrista que busca calmar el país y tender puentes entre el electorado masista desengañado y el antimasismo.
Mesa, que será de nuevo el candidato presidencial por Comunidad Ciudadana (CC), ha escrito un ensayo (“El primer desafío”) donde propone que “tras el traumático momento post fraude que desnudó al autócrata (Evo Morales) los extremos se tocan, hacen chispa y queman como el fuego que arrasó parte de la Chiquitanía”.
Esa estrategia de centrismo y moderación parece que le ha empezado a dar resultado y las encuestas de diciembre le sitúan, de nuevo, como principal referente del no-masismo con el 21% de la intención de voto.
Por eso, Mesa continúa con su propuesta, centrado en no hacer tabla rasa con la gestión anterior sino cerrar “la brecha étnica, la articulación entre mundo rural y mundo urbano… La construcción de una propuesta política y democrática debería despojarse de los porcentajes en el color de piel y reafirmarse en la constitución de un todo que incorpore lo indígena como parte intrínseca del proyecto nacional, lejos del puro simbolismo artificioso del poncho y la pollera”.
Peñaranda cree que “Carlos Mesa seguramente logrará, con su posición centrista, un tercio de los votantes. Su estilo conservador de actuar le será útil, ahora que ya no se trata de enfrentar a un candidato (‘todos contra Morales’, fue la consigna de la anterior elección) sino de dar certezas al país”.
3-. La emergencia de Camacho
Las peleas entre los dos hombres que lideraron el movimiento de octubre contra Evo Morales (el cruceño Luis Fernando Camacho y el potosino Marco Pumari) es lo que ha condenado a estos dos líderes a estancarse en las encuestas y bajar en intención de voto. Nada más caer Morales todo apuntaba a que se consolidaría una candidatura de este binomio cívico Camacho-Pumari nacido de las jornadas de lucha que llevaron a la renuncia del expresidente Evo Morales.
Sin embargo esta alianza naufragó en tan sólo dos meses en medio de graves acusaciones entre sus principales referentes: Camacho acusó al presidente del Comité Cívico Potosinista (Comcipo) de haber heredado las prácticas del Movimiento Al Socialismo (MAS) cuando se difundió un audio en el que el potosino (Pumari) habría pedido 250.000 dólares y el control de las aduanas de Oruro y Potosí a cambio de apoyar a Camacho.
Todo apunta a que la candidatura de Camacho es la más expuesta a irse desinflando no sólo por la polémica que le ha rodeado estas semanas sino porque al fracasar su alianza con un líder potosino (Pumari) va a quedar reducido a ser un referente de Santa Cruz exclusivamente lo que le resta posibilidades de captar apoyos en el Altiplano. Por el contrario Mesa tiene mayor capacidad para atraer votos de forma transversal: no es un candidato que los cruceñistas sientan como suyo pero le pueden votar como mal menor y además obtiene respaldo en el Altiplano.
El duelo de poder entre 2 mujeres líderes del MAS rompe el plan de unidad de Evo Morales
La sombra de Evo
Sobre las elecciones bolivianas va a planear la sombra de Evo Morales. Su hegemonía colapsó en octubre pero ni él ni su partido, el MAS, son cadáveres políticos. De hecho, desde su renuncia, Morales ha buscado cómo incidir en la situación interna: Primero afirmando que deseaba regresar. Luego trasladándose de México a Argentina para estar más cerca de la evolución de los acontecimientos. Y ahora planeando la estrategia a seguir y evaluando quién es el mejor candidato masista para cuidar su herencia.
La estrategia de Evo Morales pasa ahora por levantar la bandera del victimismo. Sobre todo desde que la Fiscalía boliviana emitió una orden de detención contra el expresidente a quien el gobierno interino de Jeanine Áñez ha acusado de supuestos delitos de sedición y terrorismo. Por ahora, ha conformado un equipo internacional de abogados, que incluye al exjuez español Baltasar Garzón, para contestar a la orden de captura emitida en su contra por la Fiscalía. Morales afirma que, puesto que la Asamblea Legislativa no llegó a debatir ni a aceptar su dimisión, ésta no se ha materializado. También asegura que su sucesora interina, Jeanine Áñez, no respetó la línea de sucesión presidencial fijada en la Constitución, “por lo que cualquier acto del gobierno ‘de facto’ (…) es ilegal”.
Además, dado que su presencia en el país andino es un imposible, va a quedar como referente y un guía de su fuerza: “Si plantean elecciones libres, que me dejen entrar a Bolivia. No voy a ser candidato en estas elecciones, pero tengo derecho a hacer política. Tengo la obligación de informar la verdad. He llegado a México triste, destrozado, y hace una semana que estoy en Argentina y empiezo a recuperarme, envalentonado, motivado. Estoy convencido de que vamos a ganar nuevamente las elecciones nacionales”.
De hecho, la lista de precandidatos masistas a las elecciones salió de sus labios cuando el propio expresidente, durante su exilio en México, citó cuatro nombres “entre ellos el exministro de Economía (Luis Arce); el excanciller David Choquehuanca; nuestro compañero Andrónico (vicepresidente de la Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba); nuestro hermano José Alberto Gringo Gonzales (expresidente del Senado) también está en la lista; nuestro compañero Rodríguez Veltzé y otros como nuestra hermana Adriana Salvatierra”.
Eduardo Rodríguez Veltzé fue hasta hace poco embajador de Bolivia en Holanda y agente de las demandas marítima y del Silala. Adriana Salvatierra es senadora del MAS. Asumió la presidencia de esa instancia hasta la renuncia del exmandatario, que sucedió el 10 de noviembre.
Prueba de que la sombra de Morales va a ser permanente y decisiva para el futuro de su fuerza y por ende de Bolivia es que él mismo ha convocado a los dirigentes del MAS de los nueve departamentos a una reunión el 29 de diciembre en Buenos Aires, a fin de “evaluar y organizar el gran encuentro donde elegiremos a nuestros candidatos y candidatas para las próximas elecciones”.
El caudillo se encuentra herido, sin duda, pero muy lejos de estar muerto políticamente o de poder ser considerado un cadáver.