(EFE).- Un equipo internacional de científicos ha constatado que, en lugar de partir de un único punto en el cerebro e iniciar una reacción en cadena que conduce a la muerte de las células cerebrales, la enfermedad de Alzheimer llega a diferentes regiones individuales del cerebro de forma temprana.
La rapidez con la que la enfermedad mata las células de estas regiones, a través de la producción de grupos de proteínas tóxicas, delimita la velocidad con la que la enfermedad progresa en general.
Estos resultados, que publica la revista Science Advances, podrían tener importantes implicaciones para el desarrollo de posibles tratamientos para esta y otras enfermedades neurodegenerativas.
El equipo está dirigido por la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y ha llegado a estas conclusiones tras el análisis de muestras cerebrales “post mortem” de pacientes con alzhéimer, y el uso de escáneres PET (tomografía por emisión de positrones) de pacientes vivos.
Los enfermos tenían desde un deterioro cognitivo leve hasta alzhéimer avanzado. El objetivo, rastrear la agregación de tau, una de las dos proteínas clave implicadas en la enfermedad.
En el alzhéimer, la tau y otra proteína llamada beta-amiloide se acumulan en marañas y placas -conocidas colectivamente como agregados-, lo que provoca la muerte de las células cerebrales y el encogimiento del cerebro.
El resultado es la pérdida de memoria, los cambios de personalidad y la dificultad para llevar a cabo las funciones diarias, explica un comunicado de la Universidad de Cambridge.
Al combinar cinco conjuntos de datos diferentes y aplicarlos al mismo modelo matemático, los investigadores observaron que el mecanismo que controla el ritmo de progresión de la enfermedad de alzhéimer es la replicación de los agregados en regiones individuales del cerebro, y no la propagación de los agregados de una región a otra.
Durante muchos años, los procesos cerebrales que dan lugar a la enfermedad se han descrito con términos como “cascada” o “reacción en cadena”.
Se trata, admiten los investigadores, de una enfermedad difícil de estudiar, ya que se desarrolla a lo largo de décadas y sólo se puede dar un diagnóstico definitivo tras examinar muestras de tejido cerebral después de la muerte.
La idea hasta ahora era que el alzhéimer se desarrolla de forma similar a muchos tipos de cáncer: los agregados se forman en una región y luego se extienden por el cerebro, explica Georg Meisl, primer autor del trabajo.
“En cambio, descubrimos que cuando el alzhéimer comienza, ya hay agregados en múltiples regiones del cerebro, por lo que tratar de detener la propagación entre regiones servirá de poco para frenar la enfermedad”.
Los investigadores descubrieron que la replicación de los agregados de tau es inesperadamente lenta: tarda hasta cinco años.
“Las neuronas son sorprendentemente buenas a la hora de impedir la formación de agregados, pero tenemos que encontrar formas de hacerlas aún mejores si queremos desarrollar un tratamiento eficaz”, subraya David Klenerman, coautor del estudio y miembro del Instituto de Investigación de la Demencia del Reino Unido, en la citada universidad.