Ysrrael Camero (ALN).- En medio de una cuarta ola de la pandemia del coronavirus, el 18 de abril se inició oficialmente la campaña electoral por la Comunidad Autónoma de Madrid. Más allá de la diversidad de partidos que postulan sus listas, parecen enfrentarse dos sensibilidades y perspectivas sobre la administración de la región capital de España. La actual presidenta, Isabel Díaz Ayuso, por el Partido Popular, parte con una importante ventaja en las encuestas, pero unas izquierdas divididas retan a la dilatada hegemonía conservadora.
El Partido Popular gobierna la Comunidad de Madrid de manera ininterrumpida desde hace 26 años. Desde que Alberto Ruiz-Gallardón inició su gestión en julio de 1995 se ha venido configurando el espacio madrileño como la más importante vitrina política y administrativa de los conservadores españoles.
Esta dilatada hegemonía implica la continuidad de un modelo específico de gestión, que se caracteriza por tener unos impuestos más bajos que otras Comunidades Autónomas, así como una inversión social menor por habitante. Esto ha sido fruto de un conjunto de decisiones políticas. El modelo de desarrollo promovido por el Partido Popular mira más hacia Estados Unidos y hacia Irlanda, para colocarlo en el contexto europeo, que hacia el paradigma del Estado de Bienestar de la Europa continental.
Para los populares la clave es que Madrid sea un espacio hospitalario para los sectores empresariales, para la llegada de capitales, y para la iniciativa individual. Eso implica un costo asociado y un impacto colateral: así como las oportunidades son mayores, también son menores los niveles de protección y ayuda.
Un ejemplo claro es la posición ante la crisis de la hostelería, vinculada con el cierre de la pandemia: mientras que para el resto de los gobiernos autonómicos la protección se expresa en ayudas directas, para el gobierno de Madrid la política se centra en evitar los cierres, brindando el espacio para que cada uno salve lo que pueda con su trabajo.
Esta vocación de los populares, desarrollada durante casi tres décadas, le ha dado forma a la Comunidad, al mapa de su sanidad y su educación, con una inversión pública, autonómica, por persona, que se encuentra por debajo de la media española. En Madrid el 38% de la población está cubierta por seguros privados, superando a cualquier otra Autonomía española. En educación otro tanto, 46% de los estudiantes se encuentra en la educación concertada, siendo la segunda Comunidad Autónoma con más alta concentración en esa modalidad.
Este modelo dista de ser impopular, al menos para los habitantes de Madrid, donde el 46% rechaza la idea de progresividad fiscal (CIS), y 72% rechaza el impuesto de sucesiones (IEF). Esto explica la insistencia de Ángel Gabilondo en señalar que no aumentará la presión fiscal sobre los madrileños, a pesar de que el gobierno nacional se encuentra inmerso en una reforma de los tributos, una armonización fiscal, que está siendo promovida por las mismas instituciones europeas.
El costo de vida en Madrid es el más alto entre las Comunidades Autónomas, un 15,7% por encima de la media española, en paridad de poder adquisitivo, según las cifras del Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona (IERMB). A pesar de ser el motor económico de España, superando como ciudad global a una Barcelona que luce aletargada, la Comunidad de Madrid es la cuarta Autonomía en Renta Familiar Disponible, en euros, para sus habitantes, encontrándose por debajo del País Vasco, de Navarra y de Cataluña. Y si vinculamos esa Renta Familiar Disponible con el costo de vida se coloca en el décimo lugar, por debajo de Galicia, Aragón y Asturias.
El efecto contraste del debate electoral
El Partido Popular se muestra como un defensor del modelo madrileño de gestión pública, haciendo énfasis en la necesidad de seguir bajando los impuestos para incentivar la inversión privada, prometiendo una nueva reducción del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF).
Su programa de gobierno es, en lo económico, fundamentalmente liberal al estilo estadounidense. Tanto Vox como Ciudadanos respaldan esta estructura de ingresos y de gastos, introduciendo los matices en los temas de la distribución de la inversión, más que en la cuantía.
El eje diferenciador de Vox son las batallas culturales, compartiendo la visión presupuestaria austera, centrando su discurso contra la migración, proyectando una imagen de Madrid como un espacio inseguro, supuestamente debido a la presión de los migrantes, así como en su rechazo a las políticas feministas y a la educación pública, haciendo del pin parental su punto de honor. Vox repite en Madrid la fórmula que le trajo éxito relativo en Cataluña: tradicionalismo, securitización y discurso contra la migración.
Al mismo tiempo, Ciudadanos, que coincide en una perspectiva liberal del presupuesto público, insiste en un cambio de talante, introduciendo un discurso moderador, denunciando la polarización y la radicalización. La batalla retórica de Ciudadanos se dirige contra Vox, proyectándose como la única fuerza que no pactará con ningún extremo.
El paradigma de las izquierdas implica una visión alternativa de la gestión que se ha venido desarrollando en Madrid durante las últimas décadas. Los cambios que se están introduciendo, globalmente, tras la pandemia, podrían ser una oportunidad para un nuevo rumbo en las políticas públicas de la Comunidad Autónoma. A pesar de ello, no parecen contar con el apoyo de la mayor parte de los madrileños.
Ángel Gabilondo, cabeza de lista y candidato del PSOE para la presidencia de la Comunidad, lo tiene claro, los madrileños no se muestran dispuestos a pagar más impuestos, por lo que ha señalado que no incrementará la presión fiscal global sobre los ciudadanos.
Pero el PSOE sí introduce cambios sustanciales en la distribución de la inversión pública, proyectada en su programa de gobierno para dos años. Empieza por anunciar un plan de choque contra el covid-19 centrado en la vacunación y en el fortalecimiento de la salud pública y la sanidad. Vincula la recuperación económica, primero, con la canalización de los fondos europeos del plan de recuperación, transformación y resiliencia impulsado por el gobierno central. En segundo lugar, plantea el impulso de una diversificación de la economía madrileña, alejándose de la especulación inmobiliaria, incentivando, desde la perspectiva de un Madrid Verde, la industria, las pymes y los autónomos, incluyendo un plan de ayudas directas para los sectores golpeados por la pandemia.
A diferencia del PSOE, tanto Más Madrid como Unidas Podemos insisten en la necesidad de una reforma del sistema de tributos en Madrid, promoviendo una profundización en la progresividad. Para Más Madrid el eje inicial de la acción pública también es la salud de los madrileños, dedicando especial atención a la reconstrucción del sistema sanitario como prioridad.
Por último, Unidas Podemos, que aún corre el riesgo de desaparecer de la Asamblea de Madrid, también anuncia un incremento de la inversión pública, en sanidad y educación fundamentalmente, pero también el establecimiento de nuevas regulaciones, incluyendo la de los alquileres abusivos.
La manera en que se ha definido la campaña brinda todas las ventajas para la continuidad en el gobierno del Partido Popular. Isabel Díaz Ayuso se ha convertido en la adversaria a batir para todos los actores, por lo que ella es tema central del discurso. Mientras tanto, Ayuso polariza con Pedro Sánchez, nacionalizando la campaña madrileña. A estas alturas será muy difícil que la campaña cambie de rumbo, así como será muy difícil que Madrid cambie de gobierno.