Daniel Gómez (ALN).- La elección de Rusia, China y Cuba como miembros del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas fue tan polémica como la de Venezuela el año pasado. Y es que nuevamente países señalados de violar los derechos y libertades fundamentales tendrán poder de decisión en el organismo encargado de velar por ellos.
No hay elecciones libres ni justas. Cualquier tipo de oposición está perseguida. La justicia no es independiente. La prensa no tiene libertad. Existe corrupción. Discriminación. En los centros de detención se cometen abusos, torturas, e incluso asesinatos…
Todo esto ocurre en Rusia, China y Cuba, tres países que este martes lograron un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. De ahí que la elección haya sido polémica.
“Elegir a estas dictaduras como jueces de derechos humanos de la ONU es como convertir a una banda de pirómanos en la brigada de bomberos”, dijo Hillel Neuer, director ejecutivo de UN Watch, una ONG con sede en Ginebra que monitorea el trabajo de la ONU en materia de derechos humanos.
Precisamente UN Watch contraprogramó la elección del Consejo de Derechos Humanos con sesión informativa sobre cómo se violan los derechos humanos en China, Rusia y Cuba.
Yang Jianli, presidente de Iniciativas de Poder Ciudadano para China y expreso político, dijo que el gobierno de Xi Jinping “participó en la aniquilación de la libertad política en Hong Kong”.
“China ha abusado flagrantemente de los principios fundamentales de los derechos humanos de la ONU”, agregó Yang Jianli. “Si esta fuera una elección para un consejo de violadores de derechos humanos de la ONU, sería más que apropiado votar por China, ya que lidera el mundo en violaciones de derechos humanos”.
En términos similares a los del disidente chino se expresaron un perseguido por Rusia, el opositor Vladimir Kara-Murza, y la activista cubana Rosa María Payá, hija del difunto disidente Oswaldo Payá.
“Para que esto tenga algún significado, no se debe permitir que los peores violadores de los derechos humanos reciban un sello de aprobación”, apuntó Kara-Muza.
“Cuba usa el asiento para proteger su impunidad, asegurándose de que las múltiples acusaciones contra ellos y sus amigos criminales en Venezuela, China, Rusia y Bielorrusia no prosperan. Estos grupos actúan en pandillas que conspiran juntos para encubrir los hechos y vaciar el Consejo de Derechos Humanos de contenido y efectividad”, afirmó Payá.
Los crímenes de Rusia, Cuba y China
UN Watch también publicó un informe en el que detalla las violaciones que se están cometiendo en estos tres países, basándose en trabajos propios e investigaciones de técnicos de derechos humanos de asociaciones independientes, así como de la propia ONU:
Rusia. “Rusia comete graves violaciones de derechos humanos, que incluyen leyes represivas diseñadas para reprimir oposición política y disensión; restricciones gubernamentales a la libertad de prensa; restricciones a las libertades de expresión y asamblea; negación del derecho de los ciudadanos a elegir a sus representantes de forma libre y elecciones justas; ocupación de Ucrania y violaciones conexas; enjuiciamiento de personas que apoyan al gobierno de Ucrania o son críticas con las políticas rusas en los territorios ucranianos ocupados; discriminación racial, étnica, religiosa y de las minorías sexuales; procesamiento gubernamental de personas LGBTI; tortura en los centros de detención; condiciones carcelarias superpobladas y deficientes; presiones del Poder Ejecutivo sobre el Poder Judicial; tráfico de personas; discriminación contra personas discapacitadas; derechos limitados de los trabajadores y acoso a civiles”.
China. “China comete graves violaciones de derechos humanos, que incluyen desapariciones forzadas; prisioneros políticos; duras condiciones carcelarias; interferencia arbitraria en la privacidad; falta de independencia del Poder Judicial; ataques a periodistas, abogados, escritores, blogueros, disidentes, peticionarios y familiares; injerencia en los derechos a la libertad de reunión y asociación; severas restricciones sobre la libertad religiosa; política de limitación de nacimientos coercitiva; incapacidad de los ciudadanos para elegir su gobierno; corrupción; represión oficial de los tibetanos y otras minorías étnicas y religiosas; y quizás lo más urgente hoy: el encarcelamiento de más de un millón de musulmanes uigures en campos extrajudiciales en Xinjiang, donde China somete a los detenidos a abusos, torturas y asesinatos”.
Cuba. “Cuba comete graves violaciones de derechos humanos, que incluyen abuso de disidentes políticos y prisioneros; condiciones carcelarias duras y potencialmente mortales; arrestos arbitrarios; prisioneros políticos; falta de independencia del Poder Judicial; interferencia arbitraria a la privacidad; restricciones a la libertad de prensa y montaje; restricciones a la libertad religiosa; elecciones que no son libres ni justas; corrupción; tráfico de personas; derechos de los trabajadores severamente restringidos, incluida la prohibición de los sindicatos y trabajos forzosos”.
El funcionamiento del Consejo de Derechos Humanos de la ONU
Lo que sucedió con Rusia, China y Cuba, ocurrió en 2019 con Venezuela. Entonces, el gobierno de Nicolás Maduro, después de ser señalado por “neutralizar a la oposición” por el propio Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, consiguió un asiento en el Consejo de Derechos Humanos. Y lo hizo no gracias a su respeto por las libertades y los derechos fundamentales, sino por la labor diplomática de la Cancillería de Maduro. Y es que el cabildeo tiene más peso en el Consejo de Derechos Humanos que un comportamiento moral y ético.
Cabe precisar que el Alto Comisionado de Derechos Humanos y el Consejo de Derechos Humanos son organismos diferentes. Al primero lo elige directamente el secretario general de la ONU, mientras que el segundo es elegido por los Estados miembros de Naciones Unidas. De ahí las incoherencias que se ven en este tipo de organismos. Como que mientras Rusia obtiene un puesto en el Consejo de Derechos Humanos, la alta comisionada, Michelle Bachelet, le pida explicaciones al presidente Vladimir Putin por el supuesto envenenamiento del líder opositor Alexei Navalny. O que China celebre su asiento en el Consejo de Derechos Humanos cuando Bachelet critica la actuación del gobierno de Xi Jinping en Hong Kong, o reclama la situación de los musulmanes uigures en los llamados “campos de reeducación”.